jueves, 14 de enero de 2010

Independencia militar

Los Grandes Días 
Manuel Mejido 
Independencia militar
Organización Editorial Mexicana
14 de enero de 2010

* La derecha exige el envío de fuerzas de paz a México

* Es imposible que los cascos azules asistan al Ejército

* EU resolvió problemas más graves sin ayuda de nadie


Los panistas y la derecha bancaria, empresarial y religiosa han perdido la vergüenza. Ahora, pretenden que el Gobierno de la República solicite la intervención de las fuerzas de las Naciones Unidas para el Mantenimiento de la Paz (mejor conocidas como cascos azules), en Ciudad Juárez, considerada, y con mucha razón, la ciudad más peligrosa del mundo.

¿Acaso esas fuerzas de la reacción derechistas se sienten incapaces de imponer el orden en el país? Tienen razón en pensarlo porque la lucha emprendida por el presidente Calderón contra el narcotráfico y el crimen organizado hasta ahora ha sido un fracaso.

Para que se enteren los ineptos, vean los ciegos y oigan los sordos, México no está en guerra.

Cada vez que detienen, con la ayuda de los Estados Unidos, a algún capo de la droga, de los muchos que hay en México, proclaman que es el más importante, el más peligroso y el más sanguinario. En suma, engañan al pueblo haciéndolo creer que el país ha encontrado un nuevo rumbo, cuando en realidad desde el 1 de diciembre de 2006 hasta anteayer en la lista particular de Los Pinos había más 15 mil homicidios derivados de la delincuencia.

La última ocasión que los "cascos azules" participaron en la solución de un conflicto armado en una nación americana, ocurrió el 20 de enero de 1997 en la ciudad de Guatemala.

Luego de que el Gobierno del entonces presidente Álvaro Arzú Irigoyen y la Unidad Revolucionaria Nacional acordaran el cese al fuego, el 4 de diciembre de 1996 en Oslo, Noruega, el Consejo de Seguridad de la ONU envió a 188 uniformados (145 observadores militares y 43 oficiales de la policía civil de 18 países) a territorio guatemalteco para observar el cumplimiento de lo convenido entre ambas partes.

La misión, que duró de enero a abril de 1997, tuvo un costo de cuatro millones 570 mil 800 dólares (cuando en México la moneda estadunidense se cotizaba a ocho mil sesenta pesos, en promedio), gasto que fue aprobado y aportado por los países miembros de Naciones Unidas, con la excepción de México.

Tras el golpe de Estado en Haití para derrocar a Jean Bertrand Aristide (promovido por Estados Unidos y Francia) en febrero de 2004, incursionaron a la isla seis mil 700 "cascos azules". Según cifras de la ONU, hasta la fecha continúan en territorio caribeño casi 10 mil efectivos y se tiene programado su retiro para el próximo 10 de octubre.

El número de militares y observadores muertos registrados hasta noviembre del año pasado en Haití, asciende a 57 y el costo económico es de 611 mil 75 millones de dólares.

En 1948 los países miembros de la ONU acordaron la creación de un cuerpo militar que promoviera y supervisara el cese al fuego. Además, que vigilara el cumplimiento de los acuerdos de paz entre las naciones en conflicto, como lo hizo durante su primera participación ese año en el conflicto entre Egipto e Israel.

Políticos derechistas, que han sido incapaces de cumplir con su obligación constitucional de garantizar la seguridad pública, proponen al Presidente Felipe Calderón solicitar a la ONU el envío de sus fuerzas de paz, principalmente a la zona fronteriza del norte.

El pasado lunes, diversos organismos empresariales exigieron al gobierno de la República pedir el envío de "cascos azules" a Ciudad Juárez, que se ha convertido en una de las entidades más inseguras, con el mayor número de asesinatos, secuestros, sobornos y extorsiones del mundo.

Ante la creciente ola de violencia que se vive en Juárez, más del 50 por ciento de las empresas quebraron, disminuyeron las inversiones, la industria maquiladora cerró sus fábricas y el desempleó se duplicó. Se volvió una región desolada.

La posibilidad de enviar fuerzas de paz a ese municipio es imposible porque, primero, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas debe aprobarlos, lo cual resulta poco probable considerando que México se opuso, desde 1948, a la creación de ese cuerpo militar y nunca ha colaborado en ninguna misión.

Además, los "cascos azules" sirven, principalmente, para vigilar los acuerdos de paz entre el Gobierno de una nación y grupos armados, insurrectos o paramilitares. En el caso de la inseguridad mexicana, quienes pactarían un cese al fuego ¿el gobierno de la República y los narcotraficantes? ¿La Secretaría de Gobernación y los secuestradores? ¿La PGR y los delincuentes?

El pasado 12 de noviembre, luego de que la iniciativa privada de Ciudad Juárez solicitara formalmente a la administración calderonista la petición al organismo internacional para el envío de las fuerzas de paz, Antonio Mazzitelli, representante de la oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, afirmó que: "solamente el consejo de Seguridad puede enviarlos a un territorio y generalmente bajo pedido de un Estado, que no veo justificado en México..."

Los periodistas estadunidenses, muy dados a utilizar las cifras, han señalado en diversas ocasiones que en México mueren más civiles, militares y policías que en la guerra de rapiña que sostiene Washington contra Irak.

México, siendo peligrosamente vecino de los Estados Unidos con una frontera de tres mil 153 kilómetros no puede violar su propia constitución para permitir la ingerencia de tropas extranjeras, por muy de la ONU que sean, dentro del territorio nacional.

Los Estados Unidos cuando han enfrentado los graves problemas raciales de los años 60, 70 y 80 y ahora contra el terrorismo internacional no han solicitado la ayuda de nadie para resolver sus problemas.

En la Unión Americana hay muchos peligros porque tiene abiertas dos guerras de rapiña una en Afganistán y otra en Irak que los convierte en blanco de todos los ataques que pueda hacer el terrorismo internacional. Sin embargo, no solicitan a nadie que intervenga con soldados dentro de sus fronteras. No son tan antipatriotas e inmorales como los Lorenzo de Zavala que todavía hay en México.

mejido@elsoldemexico.com.mx

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