viernes, 29 de enero de 2010

Injusticia e imposición en México

Injusticia e imposición en México
Julián Lebaron El Universal 29 de enero de 2010

El cimiento de mi reflexión está concebido en la naturaleza de la autoridad legal. Es evidente que los derechos pertenecen exclusivamente a los individuos… cualquier autoridad que no los respete deja de ser legítima en el instante en que ejerce un dominio injusto.

Me regreso en el tiempo. Cuando Hernán Cortés entró a Tenochtitlán, su gente no llegaba al 1% de los que habitaban la ciudad… por tradiciones, superstición y falta de conocimiento, los aztecas fueron despojados de su tesoro, su hermosa ciudad y su imperio; todo por la imposición de una fuerza insignificante.
Los españoles abolieron el sacrificio humano practicado en México, y cambiaron esa imposición por la de quemar a hombres y mujeres vivos en las hogueras de la Santa Inquisición…
Esa combinación de poder absoluto sobre la vida, la propiedad y la conciencia, es lo que mantuvo hundido en el oscurantismo al individuo por eras de ignorancia y despotismo. La miseria y desolación gobernó la vida de incontables seres humanos.
Siendo México una nación de nobles sentimientos y gran corazón, después de nuestra independencia se reconoció que la mente del hombre es sagrada, pero aún no son sagrados los frutos de sus esfuerzos.
¿Cuánto tiempo seguiremos dejando que los parásitos, los criminales que roban nuestros sueños sigan existiendo a costa de nuestra propiedad?
Nuestro gobierno se ha vuelto una gigantesca empresa, que entrega los recursos nacionales a burócratas ubicados en puestos que son imanes de la corrupción; la propiedad de todos, no debería ser propiedad de nadie.
Al no haber competencia entre empresas de gobierno, no hay remuneración verdadera, no hay incentivos… y así tenemos las carreteras y caminos más ineficientes y caros del mundo; deficientes servicios en petróleo, electricidad, subsuelo, moneda, etcétera.
Además de ese uso indebido del servicio público, otras industrias y servicios en manos de capitalistas privados suelen ser favorecidos por las armas y los sueldos de servicio público, a costa del progreso y beneficio del pueblo. Se podría decir con certeza que el movimiento revolucionario logró desarmar a la nación, para que de esa forma se perpetuaran la injusticia y el despojo.
Si queremos un cambio que nos lleve a la paz, tendremos que aceptar como individuos, que lo que producimos y a lo que le damos valor individualmente es de nuestra propiedad, y nadie, ni el gobierno ni otros capitalistas ni los delincuentes tienen legítima autoridad para disponer de ello sin nuestro consentimiento. El principio de caridad colectivo es lo que más destruye a las familias, porque la propiedad de los responsables es expropiada para el beneficio de los irresponsables. La caridad debe ser decisión exclusiva del individuo, de otra manera es extorsión.
Sólo el respeto al derecho de vida, propiedad y conciencia del individuo pueden establecer la paz entre los hombres… a través de la historia, todo progreso hacia la civilización, se ha logrado liberando al hombre de la imposición de otros hombres. La terquedad de llamarle derecho a lo que no se puede traducir a la realidad, es elevar el engaño al nivel de una virtud.
Hoy los mexicanos tenemos muchos derechos que no podemos hacer valer, y volúmenes de leyes que de nada sirven… la hipocresía de nuestra legislación es rebasada sólo por la cobardía nuestra. Este mal requiere el consentimiento de sus víctimas y nos estamos volviendo una nación de delincuentes; el que comete el crimen, el que encubre el crimen, el que da falso testimonio y el que se niega a participar en la justicia; todos participamos en la delincuencia aunque no seamos conscientes de ello.
La libertad pierde su única defensa cuando el crimen no tiene un justo castigo. Todos somos responsables por nuestra condición, nuestros enemigos sólo la explotan, y con mucho éxito. Nos hemos traicionado a nosotros mismos, más de lo que nos han traicionado, nos negamos la dignidad tratando de crear su ilusión, entre más tememos enfrentar nuestra realidad, más nos colgamos de las ahorcantes doctrinas que nos sofocan.
Es tiempo de enfrentar la cobardía con la que evadimos nuestra responsabilidad, y ojalá el valor se contagie antes de que nuestros hijos sean esclavos. Un cambio social que mejora la condición de un pueblo, nunca se ha logrado con gente débil, se logra por los fuertes que son insultados y no pueden obtener justicia.
Escribo porque creo que la raíz de nuestro mal es en verdad una tiranía económica. Mis hermanos han sido secuestrados y asesinados y no veo la manera de obtener justicia. No estoy dispuesto a ser cómplice de la farsa y mi autorrespeto me exige protestar. Me ofende el despotismo de leyes y de la supuesta autoridad, que deja desprotegido al inocente y lo castiga si se quiere defender.
Yo comparto esta reflexión por bien propio, me niego a aceptar que la tierra que amo, donde viven mis hijos y he puesto mis sagradas esperanzas, se haya convertido en el monstruoso infierno del asesinato, el secuestro y la extorsión; donde los inocentes sufren la ruina de su paraíso, y se hunden en un golfo de lujuria, envidia, sangre y muerte, desolado por liberticidas que desconocen la felicidad.
Te pregunto a ti, como me pregunto a mí mismo. ¿Qué estás dispuesto a hacer por ti?
soschihuahua@hotmail.com
Activista social de Chihuahua

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