sábado, 6 de febrero de 2010

Howard Zinn: historiador crítico

Horizonte político
José Antonio Crespo Excélsior 05-Feb-2010
Howard Zinn: historiador crítico

Hace una semana falleció a sus 87 años el historiador y activista social estadunidense Howard Zinn, quien realizó una sistemática crítica a la historia oficial de ese país. En su obra A People’s History of the United States (publicada en 1980 y de la que se han vendido más de un millón de ejemplares), traducida al español por Siglo XXI bajo el título de La otra historia de Estados Unidos, Zinn la revisa desde la perspectiva de los despojados, los esclavos, los derrotados, las mujeres, los marginados, los obreros, los inmigrantes, los de abajo (una especie de “visión de los vencidos” estadunidense).
Y, con ello, desmitifica buena parte de los áureos pilares de la historia oficial de esa nación. Sobre su enfoque crítico de la historia, Zinn escribió: “No debemos aceptar la memoria de los países como cosa propia. Las naciones no son comunidades y nunca lo fueron. La historia de cualquier país, si se presenta como si fuera la de una familia, disimula terribles conflictos de intereses entre conquistadores y conquistados, amos y esclavos, capitalistas y trabajadores, dominadores y dominados por razones de raza y sexo. Y, en un mundo de conflictos, de víctimas y verdugos, la tarea de la gente pensante debe ser —como sugirió Albert Camus— no situarse en el bando de los verdugos”. Sobre el exitoso libro de Zinn, Eduardo Galeano opinó: “La historia oficial no suele ser muy democrática que digamos: reduce el pasado a los encuentros y desencuentros, heroísmos e infamias de un grupo de elegidos, que por regla general son blancos, varones, militares y ricos. El libro de Zinn es un importante aporte a la recuperación de la memoria como espacio democrático”.
El texto de Zinn fue calificado incluso como antipatriótico por el conservadurismo estadunidense, pero varios de sus colegas lo reconocieron como un oxigenante ejercicio de autocrítica nacional. Por ejemplo, en The New York Times Book Review, el historiador Eric Foner escribió: “Quienes estén acostumbrados a los textos del pasado, en los que el nivel de la democracia americana y el crecimiento del poder nacional eran la encarnación del progreso, se sorprenderán con la narrativa del profesor Zinn. Desde las primeras páginas, donde se cuenta la invasión europea de los pueblos indios, hay una inversión de perspectivas: héroes y traidores se entremezclan… El profesor Zinn escribe con un entusiasmo poco frecuente en las historias académicas. Hay vivísimas descripciones de acontecimientos que con frecuencia se ignoran, tales como la gran huelga ferroviaria de 1877 y la brutal represión del movimiento por la independencia de Filipinas, a finales del siglo (XIX)”.
Zinn interpretó la celebración del Bicentenario de la Independencia de Estados Unidos, en 1976, de la siguiente manera: “El gran esfuerzo que se dedicó a la celebración sugiere que se veía como una manera de restablecer el patriotismo estadunidense. Con la invocación de los símbolos históricos, se pretendía unir al pueblo con el gobierno, dejando a un lado el ambiente de protesta del pasado reciente (por la guerra de Vietnam). Pero no parece que hubiera demasiado entusiasmo por parte de la gente. Cuando se celebró el bicentenario del Tea Party de Boston, en cambio, sí se presentó una gran multitud, pero no para la celebración oficial, sino para la celebración paralela del Bicentenario Popular, en el que fueron lanzados unos paquetes con las etiquetas Gulf Oil y Exxon al puerto de Boston, como símbolo de la oposición al poder corporativo en Estados Unidos”.
Ante la acusación de provocar decepción y pesimismo entre los jóvenes que leyeran su libro (y que ha sido utilizado como texto en la educación media), Zinn respondió: “Me parece un error tratar a los lectores jóvenes como si no fuesen lo suficientemente maduros para estudiar con honestidad la política de sus naciones. No me preocupa desilusionar a los jóvenes señalando los defectos de sus héroes tradicionales”. Una visión compartida por numerosos historiadores críticos, de todos los países. En todo caso, uno de los temas que debiéramos discutir en nuestra conmemoración de este año es la forma en que se enseña historia a los niños y a los jóvenes; preguntarnos si, además de los valores de identidad nacional y patriotismo, no conviene también fomentar los de la tolerancia, la legalidad, el diálogo, el pacifismo y el acuerdo, como correspondería a una democracia eficaz, esa que queremos construir y aún no la tenemos.
Eric Foner: “Desde las primeras páginas donde se cuenta la invasión europea de los pueblos indios, hay una inversión de perspectivas”.

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