lunes, 1 de febrero de 2010

Gobernar como Bush

Gobernar como Bush
Genaro Lozano El Universal 30 de enero de 2010

NUEVA YORK.— Bienvenido a los Estados Unidos de América. La historia es de sobra conocida. La elección presidencial de noviembre del 2000 exhibió al sistema electoral estadounidense. George W. Bush se mudó a la Casa Blanca con unos 500 mil votos menos que Al Gore. En el complejo y añejo sistema electoral estadounidense, la Presidencia se gana por votación indirecta, los llamados votos electorales que se relacionan con la población de un estado. El titular del Poder Ejecutivo se decidió en la Suprema Corte de Justicia estadounidense, por un voto.

De poco sirvió la pasión de los seguidores de Gore. De poco los argumentos jurídicos que señalaron que en cuatro condados de Florida había irregularidades. De mucho menos valió la decisión de la Corte de Justicia estatal que ordenó un recuento. Las autoridades electorales de Florida estaban controladas por el hermano de Bush y por su infame titular, Katharine Harris. Al Gore se portó a la altura institucional de más de dos siglos de historia democrática. Concedió su derrota y desde entonces ganó el Nobel por combatir el cambio climático.
George W. Bush asumió la Presidencia un 20 de enero del 2001 en medio de una crisis institucional por desconfianza en el sistema electoral. Poco antes de ello, Bush llamó a la unidad y prometió: “Gobernaré para todos. El Presidente de Estados Unidos es el Presidente de cada uno de los estadounidenses, sin distinción de raza, credo o contexto”. No cumplió.
Tras los condenables atentados del 11 de septiembre del 2001, Bush lanzó a su pueblo y al mundo entero a la guerra contra el terrorismo. Dejó de ser el presidente sin legitimidad para convertirse en el Comandante en Jefe legítimo o en un tirano imperial, dirían algun@s. El apoyo en las encuestas saltó de menos del 40% a más del 85% en un santiamén. El pueblo estadounidense vivió y votó con miedo.
Además de esa guerra, Bush decidió encabezar otra y faltar de nuevo a su promesa. En mayo del 2004, la Suprema Corte de Massachusetts abrió la puerta a los matrimonios para parejas del mismo sexo en ese estado, con todos los derechos, incluida la adopción. El conservadurismo del Partido Republicano y de la jerarquía de las iglesias católica y de algunas iglesias cristianas saltó a flor de piel. Bush cruzó el umbral de la separación entre iglesia y Estado al impulsar una enmienda constitucional que defendiera “la santidad” del matrimonio al definirlo como “la unión legal entre un hombre y una mujer”. No pudo, pero se instauró una dictadura imperial y un Estado teocrático, clamaron algunos.
La jerarquía religiosa bendijo a Bush y movilizó el voto rural. En Estados Unidos la política en las iglesias es válida. Los sermones desde los púlpitos religiosos y desde el presidencial polarizaron a los estadounidenses aún más. Los republicanos conservaron la Presidencia en el 2004. A la guerra contra el terrorismo se unió la guerra cultural. Bush dejó la presidencia en el 2008 heredándole a Obama tres guerras: la de Irak, la de Afganistán y la cultural.
Bienvenido a los Estados Unidos Mexicanos. Las heridas por la polémica elección presidencial del 2006 siguen abiertas. Menos de 0.5% en la diferencia del voto en un proceso lleno de irregularidades, clama Andrés Manuel López Obrador. Un Presidente electo y un “presidente legítimo”. Calderón asumió la Presidencia de México llamando a la unidad y prometiendo gobernar para tod@s los mexican@s. López Obrador asumió su simbólica “presidencia legítima” como una institución informal de la fobia a Calderón. El Poder Ejecutivo mexicano bifurcado por la ambición.
Al igual que Bush, Calderón se legitimó como Comandante en Jefe. Jorge G. Castañeda y Rubén Aguilar argumentan en su libro que ninguna de las razones oficiales para llevar al país a la guerra contra el narco se sostiene. La decisión de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal de seguir una tendencia mundial al permitir los matrimonios entre parejas del mismo sexo, con todo y adopción, desató el odio de la jerarquía católica y del sector más conservador del PAN que carga un pesado yunque.
Sin argumentos científicos, ni legales, sin ni siquiera las 22 firmas necesarias para promover una acción de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el PAN se quedó solo. Calderón escuchó el sermón de Norberto Rivera y emuló a Bush, abriendo un segundo frente de guerra, una guerra cultural. Calderón olvidó su promesa de gobernar para tod@s, dinamitando el Estado laico, traicionando su propuesta de reforma política y usando el Poder Ejecutivo para discriminar, para polarizar, para deshumanizar e ignorar a las familias diversas. La homofobia se sentó en Los Pinos.
No son argumentos nuevos. Tales similitudes las he observado desde la campaña electoral mexicana del 2005. Lamentablemente, López Obrador no ha tenido la estatura para emular a Gore, pero Calderón está gobernando como gobernó George W. Bush. Peligro. ¿Dónde está la Conapred?
Twitter @genarolozano
Politólogo e Internacionalista

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