sábado, 13 de marzo de 2010

Nuestro problema con Slim

Tronera Salvador Camarena El Universal 12 Marzo 2010

¿Ustedes les dirían a sus hijos que vieran en el empresario Carlos Slim un modelo a seguir? ¿Lo recomendarían como ejemplo de espíritu de trabajo y superación? ¿Ustedes mismos se sienten inspirados, en su vida profesional, por el éxito de nuestro paisano? O en términos sicológicos, dado que todo México es territorio Carso, ¿ya saben qué sentimiento quieren tener hacia el hombre más rico del mundo?
Una de las cosas positivas de que Carlos Slim haya venido ganando importancia en el listado de la revista Forbes es que más medios de comunicación, locales e internacionales, se preguntarán quién es este mexicano y cómo hizo para amasar la fortuna individual más grande del planeta.
Pero, independientemente de que habrá más reportes sobre él, en realidad hoy ya nadie puede alegar falta de información como pretexto para no formularse una idea clara sobre lo que para él o ella representa el ingeniero, como le llaman algunos. Tan sólo en internet es posible encontrar un puñado de excelentes piezas sobre él y su estilo de hacer negocios; material que nos debería llevar de inmediato a desterrar de una vez por todas simplismos como el que asegura que “su fortuna la hizo gracias a que Salinas le regaló Telmex”; o para cuestionar conclusiones como la de Tim Padgett, que al preguntarse en Time (14/04/07) por qué México no está contento con el éxito de Slim asevera que “simboliza el arcaico sistema de monopolios y oligopolios que ayuda a mantener a la mitad de los mexicanos en la pobreza”. ¿Porque existe alguien como él tenemos medio país en la desgracia? No creo que sea tan simple.
Según datos inéditos de Consulta Mitofsky, 49% de los mexicanos sabe quién es Carlos Slim. De ellos, 43% tiene una opinión regular, 13 una negativa, 29 una positiva y 15% no supo o quiso contestar (encuesta levantada en mil hogares en diciembre de 2009). Uno de cada dos sabe quién es pero no necesariamente cómo ha logrado llegar a donde está. Suplimos la ignorancia con una cantidad de explicaciones que solas se quedan sin sustancia: “Se aprovecha de sus conexiones con los políticos”, dicen. Qué empresario, ministro de la iglesia, líder de ambulantes, sindicato o medio de comunicación no hace eso. “Depreda a sus competidores”. Qué empresario, ministro de la iglesia, líder de ambulantes o medio no lo intenta también. “Bloquea leyes y normas”. Qué empresario, ministro de la iglesia, político, líder de ambulantes, sindicato o medio, no cabildea poniendo su beneficio antes que el del país. “Usa su poder para impedir cambios drásticos”. Qué empresario...
El ingeniero no es el problema. El problema somos nosotros, que hemos creado y tolerado un sistema rapaz, que vive porque nuestra democracia no genera gobiernos fuertes ni respetables. No nos quejemos de que algunos saquen el mayor provecho del mismo.
¿Estaríamos mejor sin Slim? No lo creo. Él es mucho más complejo de como lo pintan muchas veces nuestros medios. Y su manera de hacer negocios y crear riqueza va más allá de las condiciones monopólicas de las que pudo haberse aprovechado. Ojalá por Slim los mexicanos sintieran admiración y no envidia, pero para ello sería necesario, es cierto, que entre todos generáramos condiciones justas de competencia y un Estado regulador solvente. El Slim que triunfara en ese entorno sería reconocido por todos como un modelo a seguir.

camarena_ny@yahoo.com

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