sábado, 16 de enero de 2010

El reino de los pobres

El reino de los pobres
PorEsto 2010-01-16
Pedro Díaz Arcia

Hoy podría parodiar al poeta peruano César Vallejo, inspirado a su vez en el pasaje bíblico de Jesús en el Calvario y decir en un clamor: ¡Haití aparta de mí este cáliz!
Es que la tierra de los pobres no tiene límites: se extiende al Norte del Sur, al Este del Oeste, en un reino sin fronteras.
Los tenebrosos augurios sobre el futuro de la humanidad se multiplican.
No es para menos. Un terremoto derrumbó la sociedad haitiana con la furia de una plaga apocalíptica, mientras África central y parte de Asia quedaron a oscuras por un eclipse de Sol, que según la NASA no se repetirá hasta el año 3043.

Pero, ¿existirá el planeta para entonces?
Es dudoso.
El terremoto, que tuvo su epicentro a pocos kilómetros de Puerto Príncipe, ha sacudido no sólo los campos y ciudades haitianos, sino la sensibilidad de los pueblos del mundo.
Pero, ¿conllevará la catástrofe alguna enseñanza para los poderosos?
¿Recapacitarán los ricos ante el sufrimiento cotidiano de los pobres?
¡No lo harán!
¿Abrirán sus bolsas para redimir definitivamente el dolor ajeno?
¡No lo harán!
Porque ello significaría cambiar el sistema socioeconómico que los sustenta y perder los históricos privilegios que disfrutan sus clases gobernantes.
Es significativo que cuando Haití se desangra, las aves de rapiña de las compañías financieras, salvadas por los programas de rescate, se disputen, como fieras en celo, los enormes beneficios y las “primas obscenas” en las mismas empresas que “sobreviven gracias al pueblo estadounidense”, según palabras del presidente Barack Obama.
Durante un discurso transmitido en directo por televisión, el mandatario dijo estar decidido a rescatar cada centavo de los contribuyentes ante la pretensión de las firmas beneficiadas por los fondos públicos de entregar grandes primas a sus ejecutivos, en medio de la crítica situación económica y el desempleo que vive el país.
Pero lo que resulta más vergonzoso, en medio del dolor universal, es que se dispongan nuevos presupuestos para incrementar las guerras, a miles de kilómetros de Estados Unidos.
La tragedia de Haití, la nación más pobre de Occidente, como resultado de la explotación secular de sus opresores colonialistas y neocolonialistas, es hermana gemela del millón de muertos en Irak bajo el terremoto de la metralla estadounidense; de las constantes masacres en Afganistán y en la zona fronteriza afgano-pakistaní.
¿Cómo armonizan un acto humanitario en el Caribe con el genocidio en el Medio Oriente?
Mientras se moviliza a miles de tropas norteamericanas en una plausible operación humanitaria de apoyo al pueblo haitiano, el gobierno de Obama pedirá otros 33,000 millones de dólares este año, además de los 708,000 millones para el 2011, para financiar los conflictos en la lejana región Oriental.
Según se conoció por altos funcionarios que pidieron el anonimato, la Casa Blanca se propone informar al Congreso sus objetivos militares hasta el 2015, que incluyen ganar las guerras de Irak y Afganistán, “evitar” otras en el área y potenciar la lucha contra la insurgencia y el terrorismo.
La denominada Revisión Cuadrienal de Defensa, será entregada al Legislativo el primero de febrero y recoge la estrategia del Pentágono a mediano plazo.
En un complejo fin de semana, el presidente dijo el viernes -en una entrevista para la revista People- que no ha tenido éxito en unir a Estados Unidos; cuando imperan un ánimo depresivo y una atmósfera de división en el país, que corroe el “alto sentimiento nacionalista” que existía a su llegada al Despacho Oval.
Casi un año después de aquel memorable 20 de enero, cuando Obama juró solemnemente el cargo en el Capitolio de Washington, Estados Unidos no logra un proceso estable de recuperación económica, ni encuentra una salida decorosa a las guerras en que lo sumió la administración de George W. Bush y tampoco encuentra una solución al desempleo.
Para el 2010 el mandatario afirmó que espera unir a la nación alrededor de los valores comunes, “sin importar si somos demócratas o republicanos”.
Aunque cada día resulta más difícil reconocer quiénes son los unos y cuáles son los otros, confundidos en el batir de los tambores y los cánticos de guerra.
El hermano pueblo caribeño sufre el cruel embate de la naturaleza.
Otros pueblos padecen, también como Haití, la naturaleza de la crueldad.
¿Qué nos esperará mañana?
Cada día sufrimos el sobresalto del amanecer y cada hora nos trae el gravamen de lo desconocido.
Somos hijos de lo inesperado. Vamos al encuentro de nuestro destino o el destino viene inexorable a nuestro encuentro.
En tanto, la esperanza se hunde y el cambio no llega.

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