viernes, 19 de febrero de 2010

La alternancia, necesaria en los estados

La alternancia, necesaria en los estados
Lo que podría pasar
Por Jorge G. Castañeda Diario de Yucatan 18/febrero/2010


Las alianzas PAN-PRD han surtido ya su primer efecto en la sucesión de 2012. La lógica de las alianzas es esa justamente: cambiar la naturaleza de las elecciones de 2012 al causar, por fin, la alternancia estatal en los últimos bastiones del viejo PRI. La primera baja es obviamente el Secretario de Gobernación, cuya renuncia al PAN para fines prácticos lo apartó de una hipotética candidatura en 2012. Así era visto y en función de esa impresión actuaban sus interlocutores y otros aspirantes. El hecho es que la presión de abajo contra antiguos cacicazgos en los estados donde se van construyendo las coaliciones PAN-PRD va creciendo. Y dentro del PRI la urgencia de parar la fulgurante carrera a la presidencia del gobernador del Edomex ya ha alcanzado un nivel que, junto con el descontento popular, puede transformar dichas alianzas en movimientos incontrolables. El ejemplo está cundiendo y lo que originalmente parecía limitado a Durango, y quizás Oaxaca, comienza a suceder en Puebla, Hidalgo, Sinaloa y hasta Quintana Roo. El caso de Sinaloa es quizás el más interesante porque el posible candidato de la alianza, Mario López Valdez, cuenta con una gran ventaja en las encuestas. Sinaloa fue un estado de carro completo y su carácter emblemático para el priismo es más agudo que el de otros estados. No tanto como Veracruz, donde se juega la fortuna del primer precandidato del PRI para 2012. La alianza PAN-PRD no se dará en Veracruz, y por tanto es improbable que el candidato de Fidel Herrera pierda. Si el PAN optara por presentar a Miguel Ángel Yunes en lugar de Gerardo Buganza (que lo supera en los sondeos) podría producirse la alianza al revés: PRI-PRD-Dante Delgado contra Yunes. En los otros casos, cuando uno escucha a los integrantes de movimientos ciudadanos empeñados en “sacar al PRI de Los Pinos locales”, no puede más que recordar lo que sucedió en 2000. El hastío, el coraje y al mismo tiempo el entusiasmo que despiertan candidaturas comunes y con posibilidades de éxito se parecen como gotas de agua al México pre-2000. No depende de los méritos o las virtudes del candidato o la candidata; no depende de la viabilidad del gobierno estatal que se formará después de la victoria; ni siquiera de la camaradería entre estamentos plurales; provienen exclusivamente de las ganas de la alternancia. Quizás la mirada crítica del centro hacia los estados en torno a estas alianzas y a esa alternancia proviene del descrédito de la palabra en el seno de la comentocracia, después de la decepción que le generó Fox. Sin duda la alternancia es una condición necesaria, pero no suficiente para enderezar el rumbo. Pero, sin ella nada es posible.— México, Distrito Federal.

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