miércoles, 10 de marzo de 2010

Pásele: es gratis

Guillermo Sheridan El Universal 9 Marzo 2010

En un correo sulfuroso mi amigo B. me reprocha haber tocado aquí, hace unos días, el asunto de la supuesta gratuidad de la UNAM. Sí: es un tema tabú, excluido de la obligación que tiene la universidad de pensar y pensarse.
En el año 2000, al suspender el Reglamento general de pagos de 1999 para volver al de 1966, la UNAM congeló el asunto “hasta que se tome una decisión al respecto”, esa frase ritual para ingresar al limbo mexicano. El año pasado, cuando se denunciaba que el subsidio a la UNAM iba a disminuir, el tema de las colegiaturas ni siquiera fue tocado, como lo ordena el dogma promulgado por el PRD en 1998 en boca de Cuauhtémoc Cárdenas, y refrendado por la macrohuelga de 1999: la educación superior es gratuita,, aunque en la UNAM un estudiante paga una cuota (la palabra “colegiatura” es tabú) de 200 pesos al año y otra de mil pesos por recibirse. (Sí, administrar esas cantidades es más costoso que recaudarlas.) De este modo, de los 100 mil pesos que le cuesta al erario titularlo, el estudiante (si es de los que se titulan) paga sólo el 2%. La UNAM no es gratuita: es barata, aunque sea costosa.
Tener el asunto en el limbo desde hace 10 años se interpreta como un triunfo político. Lo único más ritual que la espera de la “decisión al respecto”, mientras tanto, es el ritual anual de exigir aumento al subsidio y denunciar el complot “neoliberal” para disminuirlo. Pero bastaría con que cada uno de los 350 mil alumnos de la UNAM pagase 50 pesos mensuales para cubrir los 200 millones que menguaban el subsidio. O mejor aún, bastaría con que el 10% de esos alumnos, los burgueses con dinero, pagasen 500 pesos al mes…
¿Por qué debe el obrero pagar con sus impuestos la diferencia que hay entre los 200 pesos que pagó el joven burgués por un año de UNAM y los 20 mil que costó? ¿Por qué la UNAM no utiliza los 5 mil pesos anuales que puede pagar el burgués para becar al hijo del obrero? Permitir y propiciar que quien puede pagar no pague, es un acto tan clasista que hasta Marx lo denunció. Además de que finge igualar al que no tiene con el que sí, iguala al que sí tiene con el que no, algo injusto para el que sí, para el que no, para el “nini” y para el gobierno, que subsidia al que sí tiene con los impuestos del que no tiene. Pero que los que sí tienen paguen para becar a los que no, resulta algo tan del sentido común que debe rechazarse, pues atenta contra el sentido de lo popular, más común que el sentido común, aunque con menos sentido.
¿Cuántos estudiantes pobres más se titularían si tuviesen una beca pagada por los estudiantes burgueses? Pero es menos importante impedir que quienes abandonan los estudios lo hagan por problemas de dinero, que denunciar que no hay sitio para que ingresen todos (aunque luego abandonen). Es menos importante que el que se merece una beca la aproveche que importante que el burgués pague lo que puede. Entre el alto indicador de ingresos “gratis” a la UNAM y el bajo índice de titulación individual, lo importante es que a nadie le cueste ni titularse ni no titularse: lo importante que quienes abandonan sus estudios tengan derecho a hacerlo de manera gratuita. Estoy porque los burgueses paguen colegiaturas justas que patrocinen becas justas a los pobres (que aspiran a burgueses). Creo que el que pague por estudiar, estudiará más, celoso de perder lo que ha pagado, y quizás no abandone tan fácilmente; y si no paga porque ganó una beca, el hecho de haberla ganado ya es indicio de que aprovechará el esfuerzo de otros haciéndolo parte de su propio esfuerzo. Por cada universitario que asumiese su ingreso y permanencia en la UNAM como un acto valioso y costoso, individualmente asumido, se abatiría la contabilidad política de los que viven gratis, saqueando al pueblo a fuerza de protegerlo.
Pero nada de eso importa; ni tampoco esperar que algún día “se tome una decisión al respecto”. Los tabúes son costosos, pero son gratuitos.

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