viernes, 22 de enero de 2010

Contorsionismo ideológico o Las trampas de la sed (de poder)

Contorsionismo ideológico o Las trampas de la sed (de poder)
PorEsto 2010-01-22
Por Jorge Lara Rivera

Los tartufos dirigentes de Acción Nacional –el paolboti impuesto desde Los Pinos, César Nava, y Mariana Gómez del Campo, la fina y delicada lideresa de ese partido en el DF– continúan protagonizando la mascarada encuestadora previa a su grotesco combate ante la Corte, que el fanatismo les exige, de la ley que autoriza las uniones homosexuales en el Distrito Federal y la capacidad de éstas para adoptar niños, la cual promovió el Partido de la Revolución Democrática.
Precisamente, encabezada por el cardenal Norberto Carrera Rivera (cuyo nombre ha sido ligado al encubrimiento de casos de pederastia cometidos por clérigos) la curia católica aferrada a su sesgada interpretación del matrimonio que, insiste, bíblicamente santificó Jesús en las bodas de Canán (cuando desde una perspectiva más actual y contextualizada por la crisis Él se condujo más bien como ‘padrino de bebidas’), la cual no resiste una exégesis.
La cerrazón, los intereses sectarios, los prejuicios clasistas y la intolerancia que comparten el clero y la oligarquía se aúnan en el panismo, aunque los llaman ‘valores’.
Sin embargo, acomodaticios como suelen ser y haciendo equipo con sus pares sin escrúpulos, como Jesús Ortega, quienes en turbias y virulentas ‘elecciones’ internas, en montón se apoderaron del partido del sol azteca, hablan con arrogantes pretensiones ya de ‘aliarse’ y dividirse entre sí las once gubernaturas que se disputarán en 2010.
Con la grotesca elasticidad ideológica que los caracteriza y que mal encubre su ambición de poder por el poder mismo, hacen a un lado cualquier consideración ideológica desnaturalizando sus respectivos discursos –moralino y pseudodemocrático el uno y oportunista y acomodaticio, dizque progresista el otro, respectivamente.
Así Nava y Ortega, los capos del PAN y del PRD, en aras de sus ansias de poder no tienen empacho en desconocer las esencialidades y rutas históricas de las respectivas agrupaciones políticas que tienen secuestradas.
Distantes y desdeñosos del sentir de sus correspondientes militancias, entre ensoberbecidos y ciegos de ambición por el poder, esos dirigentes pretenden minimizar su incomodidad por los señalamientos hechos a la maquinación por el senador Manlio Fabio Beltrones y el gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto; alardean incluso diciendo que el PRI teme la posibilidad de esa alianza.
No hay tal, salta a la vista que aquélla significaría la claudicación final de lo que el PRD representa para un sector de la sociedad y la renuncia de sus luchas. Sin mencionar lo desfigurado que queda Acción Nacional con estas connivencias.
Y es que, al menos como ideologías, PRD y PAN son como el agua y el aceite: irreconciliables. Desde luego que existe evidencia de cómo eso no obstaculiza la realidad de esas uniones anómalas y “contranatura”: así se dio la “alianza” entre el mercenario Porfirio Muñoz Ledo y el güasón; y fue como se permitió imprudentemente instalarse a un régimen panista en Yucatán y se entregó al gatopardismo depredador del tristemente célebre “Chacho” Zalvidea, ex coordinador de “Amigos de Fox” en el vecino estado, la alcaldía de Cancún y luego la candidatura ¡perredista! al gobierno quintanarroense.
No muy distinta es la naturaleza de la candidatura de la inepta Xóchitl Gálvez quien durante el foxiato, a tono con la patanería de su patrón, confundía peladez y vulgaridad con sencillez republicana y pretendía pasar por empatía social el simple disfrazarse para el desempeño de la Comisión a su cargo con los pueblos originarios de México (Por cierto, qué bajo ha caído Ciro Gómez Leyva, a juzgar por la manera servil de entrevistarla para Radio Fórmula).
Quizá para salvar apariencias, Nava Vázquez plantea dos “condiciones” para liarse con el perredismo en esta aventura: que reconozcan como presidente a quien despacha en Los Pinos y que se presten al colaboracionismo con el exactivo régimen federal panista.
Aunque esos obstáculos parecen formidables tras la manera como llegó el actual régimen al poder; no obstante que en apariencia el abismo ideológico que separa a esos dos partidos es infranqueable (a riesgo de monstruosa metamorfosis), y mientras Andrés M. López O. ha mantenido su postura contestataria al respecto, ya Jesús Ortega ha exhibido en otro trance (o transa) su veleidosidad con el gobierno federal y hasta Marcelo Ebrard ha dado algunos tímidos pasos hacia el entreguismo de su partido al régimen.
Consecuentemente, la ambición y el oportunismo que prohijan estos extraños deseos de coalición, ante la sociedad, inocultablemente resultan de la sed de poder.
En otro orden de sed, el titular del Ejecutivo federal panista ha anunciado solemnemente, engolando la voz (y como suele hacerlo: con bombos y platillos y ante muchos medios informativos, de preferencia) que el precio de la leche Liconsa, la cual consumen los sectores populares, “se mantendrá ‘congelado’ durante todo el 2010”. Pero la experiencia, sin embargo, no permite que uno se alegre por la aparentemente buena noticia, pues ya sabe lo que vale la palabra del personaje.

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