viernes, 22 de enero de 2010

Laicidad siglo XXI

Laicidad siglo XXI
PorEsto 2010-01-22


Rodolfo Echeverría Ruiz
Derechos, garantías y libertades correlativas al Estado laico constituyen logros históricos del pueblo y definen y defienden no sólo el presente sino, también y de manera fundamental, el futuro de nuestra sociedad.
Cada uno de esos derechos, garantías y libertades –hoy inescindibles del patrimonio democrático mexicano— surgió de revoluciones y revueltas, debates políticos incandescentes o ensangrentadas guerras civiles, exilios y paredones, parlamentos democráticos y reformas legales.

Sin embargo de lo anterior no perdamos de vista algo también medular: garantías, libertades y derechos ciudadanos no son definitivos ni intocables. Tampoco irreversibles. Debemos defenderlos todos los días, pero sin olvidar una premisa básica: pueden protegerse de muchas maneras, aunque ejercerlos es el mejor modo de preservarlos.
Mas no se trata sólo de salvaguardarlos sino de impulsarlos y ampliarlos. Hacerlos crecer es la mejor manera de consolidarlos. Tal es la esencia de toda legislación democrática: su carácter multiplicador y creativo. Cada libertad conquistada engendra nuevas libertades, cada derecho abre la posibilidad de su desdoblamiento, de su reforma enriquecedora.
Desde hace varios meses ha venido integrándose un grupo –heterogéneo, creciente— de mexicanos movidos por el propósito de librar una nueva batalla democrática en el país. Ciudadanos en Defensa del Estado Laico es su nombre, recibe adhesiones todos los días (edolaico@gmail.com) y ve crecer sus filas con activos nuevos miembros y adherentes entusiastas.
Uno de los objetivos prioritarios de ese frente ciudadano consiste en gestionar ante los diversos grupos parlamentarios la reforma urgente de varios artículos constitucionales: 40, 115, 130. En el caso del 40, por ejemplo, se propone incorporar en su redacción el inequívoco concepto de laicidad.
“Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática y federal”, dice en su parte conducente el texto de nuestra Constitución. Se exige, ahora, insertar en la definición misma del sistema republicano el carácter laico del Estado nacional. Y así diría: “…una República democrática, laica, representativa, democrática y federal”.
Varias iniciativas provenientes de la anterior legislatura y otras elaboradas en la actual Cámara de Diputados coinciden en esa propuesta prioritaria. La agrupación política Ciudadanos en Defensa del Estado Laico considera una responsabilidad inaplazable del Congreso mexicano la inmediata tarea de dictaminar tales iniciativas y enviarlas al pleno de los diputados para ser discutidas y votadas durante el siguiente periodo ordinario de sesiones.
Se quiere enriquecer, desarrollar y completar el concepto primigenio de laicidad recogido sólo en el artículo tercero constitucional. Se trata, por lo tanto, de acompasar ese concepto con la nueva y diversa realidad social de México injertándolo en los artículos constitucionales citados al articularlo con los más avanzados rendimientos ofrecidos por la revolución científica y tecnológica vivida en el mundo en el curso del siglo XX y la primera década del XXI.
El Estado laico asentado en la presente centuria va mucho más allá de su importantísima vertiente educativa. También va mucho más allá de la imprescindible y democrática supremacía del Estado sobre las Iglesias y cualesquiera otro poder. Esa realidad constitucional ya no se discute hoy en México ni en ninguna otra parte del mundo.
Las consecuencias y los efectos del Estado laico en nuestros días proliferan y enraízan en muchos otros ámbitos de la vida moderna de México. Llegan a los sectores más avanzados de la salud, impulsan las mejores tareas de la investigación científica, amparan a los nuevos derechos y a las nuevas libertades para mujeres, niños, ancianos, enfermos terminales…
El Estado laico garantiza la libertad de convicción filosófica (creer o no creer), no sólo la libertad de creencias y la libertad de conciencia. En suma, las reverberaciones de la categoría moderna del Estado laico en el siglo XXI acompañan a la vida humana de la cuna a la tumba.

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