viernes, 22 de enero de 2010

Impunidad y negación de la realidad

Impunidad y negación de la realidad
PorEsto 2010-01-22
Por Ricardo Andrade Jardí

Las denuncias llegan de todos los frentes. Los organismos de Derechos Humanos, oficiales y los no gubernamentales, documentan cada día más casos de abusos de poder en la pretendida guerra contra el crimen organizado. Policía federal y ejércitos arremeten contra la población civil, mientras el organizado crimen a sus espaldas sigue ejecutando y operando como si nada.
Desde Ciudad Juárez llegan las alertas de los activistas sociales, convertidos en el objetivo real de la falsa guerra al narcotráfico.
Maestros, estudiantes, intelectuales, líderes sindicales, amas de casa que buscan justicia…, son intimidados, interrogados y perseguidos, por quienes son incapaces de detener la violencia que provoca el control, venta y distribución de la droga, que en su mayoría será vendida y consumida en Estados Unidos.
Y las denuncias ya no sólo son locales ni nacionales. Las investigaciones sobre el abuso de autoridad en la “guerra contra el crimen organizado” recorren el mundo.
En su momento fue el informe de Amnistía Internacional (AI). Ahora es el de Human Rights Watch (HRW). La constante es la incapacidad de los agredidos, cuando sobreviven la agresión, para lograr justicia. El ejército ahora cumple, casi con la misma ineficiencia que las policías, tareas civiles. Y se niega a que sus presuntos actos de abusos sean, como deben serlo, juzgados en el fuero común y no en el fuero militar. Y, como siempre, el desgobierno mexicano sale en defensa de los abusos y nuevamente, como ya lo intentó con AI, desacredita lo expuesto por HRW.
El gobierno mexicano, sin ninguna prueba y con escasos argumentos mal aprendidos de memoria, intenta hacer como que no hay tal abuso. Y sin embargo todos los meses podemos escuchar o leer a diferentes actores que desde Ciudad Juárez demuestran y denuncian los excesos cometidos por las fuerzas armadas y las policías militarizadas y paramiliatarizadas, las que, en el mejor de los casos, no atinan a controlar a los carteles. Pero sirven para intimidar el activismo social e incluso para silenciarlo, desde la imposibilidad ciudadana de llevar a juicio los abusos.
Muchas son las cosas que se desmoronan en nuestro tránsito por los infiernos neoliberales. Mucho es lo que ha perdido el país y aún no hemos ni siquiera empezado a sentir los estragos provocados por el derrumbe financiero global, que está obligando a los países más ricos del planeta a replantearse el rumbo en un último intento por salvar al capitalismo de su autoanunciada caída.
En México, donde la mediocridad nubla las visiones de futuro de quienes por imposición o “voluntad popular” llegan a puestos políticos de toma de decisión, nos seguimos llenando de FOBAPROAS y las deudas públicas estrangulan a millones de ciudadanos condenados a pagar las deudas públicas de un puñado de aristócratas ladrones que jamás pagarán “sus rescates” y, al contrario, seguirán exigiendo que se conviertan en públicas sus pérdidas y en privadas sus ganancias.
A finales del 2008 la, nueva y afro-americana, Casa Blanca, tomó el control de algunos de los bancos de capital gringo con amenaza de quiebra y ofreciendo millonarios rescates financieros que apaciguaran el tropezón, de todas formas inevitable, en el que se encuentra el capitalismo salvaje, poco más de un año después, la Casa Blanca le anuncia, a los rescatados banqueros, el tamaño de la deuda que tendrán que pagar por su rescate. Gran diferencia con México. Donde no sólo no pagan los rescates, sino que una vez rescatados venden los bancos o empresas sin pagar un centavo de impuestos, al tiempo que declaran otros negocios “estratégicos”, pero privados, en quiebra, para que el desgobierno en turno inicie, otra vez, su rescate.
La IMPUNIDAD es la norma. Los ladrones banqueros y empresarios chatarra se saben impunes. Saben que la moda es quebrar y ser rescatado y el éxito de hoy no se mide por cuál es la productividad y sustentabilidad de una empresa o negocio, sino por el acumular quiebras y rescates públicos de deudas privadas. Los militares y similares policías, actúan en la misma lógica, no se trata ya de guardar el “orden” o de “salvar a México”, sino de ver cuánta protesta social se puede acallar bajo el maquillaje de una “guerra frontal al crimen organizado”, que hasta la saciedad se sabe que se organiza, presumiblemente, al interior de las instituciones bananeras que nos quedan.
Los políticos en el tenor de la IMPUNIDAD garantizada arman grandes campañas plagadas de mentiras y su meta, una vez electos, es lograr que su partido retenga el poder sin cumplir una sólo de las promesas de campaña. En el seno de la sociedad la regla neoliberal es ver a cuántos de mis vecinos, compañeros, amigos, familiares, sumamos al saco de las traiciones, que nos permiten escalar para “ser alguien” en un sistema decadente que celebra la estupidez y el abuso como un éxito. Pero, sistema decadente, que detesta y persigue hasta la muerte la colectividad y la lucha social.

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