martes, 23 de febrero de 2010

Explicar Oaxaca

Explicar Oaxaca
Manuel Camacho Solís El Universal 22 de febrero de 2010

El temor a la alianza opositora en Oaxaca ha generado una reacción en cadena en el sistema político. Pacto de IVA adicional a cambio de impedir la alianza. Reposicionamiento de los principales liderazgos políticos en todas las fuerzas. Las alianzas en el centro del debate nacional. ¿Cómo explicar que un tema local desborde el proceso político?
Por una razón sencilla. Lo que está de por medio en esta elección no es únicamente si gana o pierde el PRI en un estado que ha gobernado por décadas. Eso ya no es novedad. Lo que se está decidiendo es si el control último del régimen político descansa en estructuras autoritarias, patrimonialistas y clientelares, o si al debilitarse éstas habrá competencia democrática en 2012. Por Oaxaca pasa la recuperación del control democrático del poder.
Desde 2000, el control del sistema político pasó al voto. Desde entonces ése es el instrumento principal del poder. La disputa está en quién controla esos votos. Algunos gobernadores se han vuelto aún más poderosos que antes. No tienen el límite del poder presidencial; tienen más dinero, no están sujetos a control y pueden inclinar la balanza en una elección nacional.
El ejemplo de Oaxaca es perfecto. En el régimen del PRI, ningún gobernador llegó a tener tal poder. Cuando llegó a ocurrir un derramamiento de sangre que involucrara a la autoridad, el gobernador se tenía que ir. Cuando la Suprema Corte de Justicia llegó a determinar que había una violación sistemática de los derechos humanos, había una consecuencia. Cuando se tenía que decidir la sucesión local, el gobernador no podía imponer a su sucesor. El propio régimen autoritario tenía sus balances y límites.
Los nuevos autoritarismos ni siquiera son funcionales a sus partidos. La mejor prueba es que se selecciona a candidatos que no son los mejor posicionados y con ello se termina arriesgando el triunfo del propio partido.
Abrir la competencia en Oaxaca es recuperar la posibilidad de que los oaxaqueños decidan qué autoridades prefieren. Regresa al espacio institucional la solución de los conflictos. Facilita la articulación de la izquierda en un proyecto democrático. Con un cambio, en Oaxaca podría llevarse a cabo un programa consistente de mejoramiento de la educación, la salud, la justicia local y el impulso a las actividades agrícolas, artesanales y comerciales que los oaxaqueños saben hacer tan bien, pero para lo que no cuentan con los debidos estímulos. Podría haber otro trato a los indígenas.
La alianza opositora abre la posibilidad de una competencia real. Quienes se resisten a las alianzas están ayudando a posicionar esta elección como un asunto de interés de la opinión nacional y eventualmente de la internacional. Oaxaca puede ser para el avance democrático de México lo que Mississippi fue para la lucha por los derechos civiles en EU. La alianza ganará si tiene la fortaleza para no dejarse arrastrar por una posible provocación. Ganará si se ofrece como la oferta que puede ofrecer paz, desarrollo y justicia.
Coordinador del diálogo para la
reconstrucción de México (DIA)

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