martes, 23 de febrero de 2010

Napoleón III y Obama

Napoleón III y Obama
Jean Meyer El Universal 21 de febrero de 2010


En 1867 los mexicanos leyeron el texto siguiente en los carteles pegados en las paredes por soldados franceses: “Dentro de pocos días, las tropas francesas saldrán de México. Durante los cuatro años que han permanecido en vuestra hermosa capital, no han tenido sino motivos de felicitarse de las relaciones simpáticas que se han establecido entre ellas y este vecindario. Es pues, en nombre del ejército francés de su mando, como también bajo la impresión de sus sentimientos personales, que el mariscal de Francia, comandante en Jefe, se despide de vosotros.
Os dirijo, pues, nuestros comunes deseos para la felicidad de la caballerosa nación mexicana. Todos nuestros esfuerzos han aspirado a establecer la paz interior. Estáis seguros, y os lo declaro en el momento de dejaros, que nuestra misión nunca ha tenido más objeto, y que jamás ha entrado en las intenciones de Francia, el imponeros una forma cualquiera de gobierno contraria a vuestros sentimientos. Maréchal Bazaine”.
Así terminaba la intervención francesa, calificada inicialmente como “el pensamiento más importante” del reino de Napoleón III.
No tardarán en aparecer carteles pegados en las paredes de Kabul (¿y de Bagdad?) por los soldados estadounidenses. Dirán más o menos lo mismo. Por desgracia para los afganos, no habrá ningún Juárez y no se restaurará ninguna República como la mexicana de 1867. Pero Barack Obama se encontrará, más o menos, en la situación de Napoleón III, aunque haya sido su predecesor Bush el del “pensamiento más importante”, de “la cruzada” contra Bin Laden y Al-Qaeda.
Uno de sus generales, firmará una proclama como la que firmó el mariscal Bazaine, pero a diferencia del militar francés no se llevará ninguna esposa, hija de “la caballerosa nación”: Bazaine se casó con una joven mexicana, la famosa Pepita de la Peña y muchos soldados no sólo se casaron con mexicanas, sino que se quedaron tranquilamente en México. ¡Otros tiempos, otras costumbres!
Cuando empezó la guerra de Afganistán, quedaba claro para los que recordaban el Rudyard Kipling de su infancia que esa intervención, amparada por la ONU, debería limitarse a un “pica y huye”, contra Bin Laden y los suyos. A lo largo de la historia, nadie ha podido conquistar Afganistán; ganar unas victorias, tomar Kabul y algunas ciudades, eso sí, pero mantenerse, nadie, como lo comprobaron los ingleses en el siglo XIX, y los soviéticos en el siglo XX.
Los veteranos de la intervención soviética en Afganistán (1979-1989) vieron cómo sus colegas estadounidenses repitieron sus mismos errores, los cuales no fueron muy diferentes de los del ejército francés en México hace siglo y medio. Los ejércitos empezaron derrotando al adversario tomaron las ciudades e instalaron un gobierno… que terminaron y terminarán por abandonar. Los ejércitos no pudieron triunfar en la guerra de guerrillas que marcó la segunda etapa de las tres intervenciones. Con la novedad del terrorismo y los hombres-bombas en el caso afgano.
Napoleón III duró más de cuatro años en un intento muy impopular en Francia; los soviéticos se empecinaron 10 años; las tropas lideradas por Washington tienen ya más de ocho años en Afganistán y han perdido la esperanza de victoria. Desde la Navidad de 1979, cuando entraron las tropas soviéticas, generaciones enteras de afganos han crecido con la guerra, sólo saben combatir y no quieren hacer otra cosa.
Lo malo es que Obama se enfrenta a uno de estos casos en los que, hagas lo que hagas, yerras. A la hora de la retirada, del abandono del gobierno afgano del señor Karzai, Obama no debe temer una rebelión de sus generales. Pero el costo político interno y externo será mayúsculo. Si desde ahora está creciendo, como riada furiosa, el movimiento popular de extrema derecha, llamado Tea Party (en referencia a los insurgentes de Boston que empezaron la guerra de independencia de EU)… ¿qué será a la hora de “la humillación nacional”? La mayoría de los militantes de Tea Party están convencidos de que Obama es un usurpador porque, creen ellos, no nació en EU; es un extranjero, pues. Mañana será “el traidor”.
jean.meyer@cide.edu
Profesor investigador del CIDE

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