martes, 23 de marzo de 2010

Conectividad

Conectividad
SERGIO SARMIENTO a.m.com.mx 22 Marzo 2010

La India ha pasado de tener ocho millones de líneas telefónicas en los años 90 a más de 545 millones sólo de teléfonos móviles en este 2010. China ha registrado una transformación similar y cuenta ya con más de 750 millones de celulares. Este “milagro móvil”, señala el escritor de la India Shashi Tharoor, ha logrado algo que las “políticas socialistas” de su País “nunca consiguieron: dar poder a los más pobres.” Según Iqbal Quadir, cofundador de GrameenPhone, firma que proporciona servicios de telefonía móvil a los pobres de Bangladesh, “si tú conectas a la gente, ésta se vuelve más productiva”. Para Quadir, la economía de Bangladesh ha recibido un mayor impulso por la disponibilidad de teléfonos celulares de los últimos años, que por décadas de ayuda extranjera.
Qué lástima que los políticos mexicanos no sepan quiénes son Tharoor o Quadir. Qué pena que no hayan leído The New Asian Hemisphere (El nuevo hemisferio asiático), el seminal libro de Kishmore Mahbubani, el respetado pensador de Singapur, quien de hecho estará en el Club de Industriales de la ciudad de México este 23 de marzo. Mahbubani documenta el desarrollo que la conectividad ha generado en países como la India y China.
Mientras que en otras naciones del mundo las autoridades han entendido la importancia de promover la conectividad, en México los legisladores, jueces y funcionarios están empeñados en ponerle obstáculos. La Suprema Corte de Justicia de México, por ejemplo, ha determinado que permitir a un concesionario dar el mayor y mejor uso posible del espectro radioléctrico viola la rectoría económica del Estado. La misma opinión han expresado al fallar sobre la renovación automática de frecuencias para concesionarios que respeten los términos de sus concesiones, con lo cual han eliminado la certeza que requiere la inversión de largo plazo.
En México tenemos legisladores y funcionarios que usan el dinero de los impuestos para impedir que las empresas de telecomunicaciones o de radiodifusión den más servicios al público. Contamos con políticos que, en lugar de promover medidas para bajar los costos de las telecomunicaciones, les imponen impuestos especiales, como si fueran un servicio de lujo. En este momento, de hecho, sufrimos una campaña de las autoridades federales para obligar a los usuarios de telefonía celular a registrarse en un orwelliano padrón nacional bajo la amenaza de que decenas de millones de mexicanos serán desconectados de la red de telefonía celular.
Sería muy difícil encontrar algún país en el mundo que de forma tan sistemática estuviera tomando medidas para disminuir la conectividad de sus ciudadanos. Quizá el que la industria de las telecomunicaciones haya crecido tanto en los últimos años, lo cual no es más que señal de un atraso que apenas empezaba a subsanarse, ha despertado la codicia de nuestra clase política.
Estas acciones condenan a México a seguir viviendo en la pobreza y la dependencia. Leonard Waverman de la London Business School señaló en 2005 que por cada 10 puntos de aumento en la telefonía móvil de un país se registra un incremento de 0.59% en el Producto Interno Bruto. La actual campaña para restringir los servicios de telecomunicaciones, mantener precios altos, cobrar impuestos especiales y desconectar a quien no pueda completar el laberíntico proceso de inscribirse en un padrón de dudosa utilidad, sólo puede entenderse porque nuestros políticos no quieren que el País salga de la pobreza. Quizá ven en el desarrollo una amenaza a sus privilegios.
NOMBRES RAROS
Al escuchar que la diputada perredista del D.F. Aleida Alavez está promoviendo una ley para impedir que los padres les pongan nombres “raros” o extranjeros a sus hijos, me pregunto qué pensaría de una mujer llamada Citlali Ibáñez que decidió cambiarse el nombre por el de Yeidckol Polevnsky. Se trata, por supuesto, de otra perredista, hoy senadora.

www.sergiosarmiento.com

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