miércoles, 3 de marzo de 2010

Remesas

Remesas
No sé si usted recuerda que a fines del 2008 e inicios del 2009 hubo quienes dijeron que se desplomarían las remesas de los mexicanos que viven en Estados Unidos
Economía Informal Macario Schettino El Universal 02 de marzo de 2010


También decían que podíamos esperar un regreso masivo de los migrantes, que enfrentados a la crisis no tendrían más remedio que regresar.
Lo recuerdo porque se nos olvidan las cosas, y eso provoca que quienes con toda facilidad lanzan imágenes catastróficas no sean nunca evaluados. Y es necesario que quienes damos opiniones públicas nos hagamos responsables de nuestras afirmaciones.
En esta columna, hace un año, le decíamos que lo más probable es que tuviéramos una reducción en las remesas, pero no catastrófica. De hecho, el 6 de enero de 2009 esta columna le comentaba que la caída debería estar en el orden de lo que ya se veía en ese momento, entre 10 y 20%.
La caída de 2009 ha sido de poco menos de 16%. Pasamos de 25 mil 100 millones de dólares enviados por los compatriotas en 2008 a 2 1 mil 100 en el año pasado. Es una caída de 4 mil millones de dólares, que es bastante dinero, pero no es una catástrofe, como le decía. Por otro lado, hay que considerar que el ingreso en pesos de las familias que reciben este dinero no se redujo. El tipo de cambio promedio de 2008 fue de 11.22 pesos por dólar, mientras que el de 2009 alcanzó 13.58, un ajuste de 21%. Así, incluso considerando la inflación del año pasado, en pesos reales, la cantidad enviada por los migrantes es la misma en 2009 que en 2008.
Evidentemente, en los millones de envíos, hay familias que habrán perdido su fuente de ingreso, mientras que otras habrán tenido un incremento en lo que recibían cada mes. El promedio no nos permite saber nada acerca de la distribución. Pero si el promedio es el mismo, entonces no creo que se pueda hablar de una situación mala, ya no digamos grave.
En términos de bienestar, es mucho más seria la caída de la inversión extranjera directa (IED), que se redujo a la mitad, pasando de un promedio de 22 mil millones de dólares que recibíamos en los últimos cinco años, a poco más de 11 mil durante 2009. Esto significa que varios miles de empleos dejaron de crearse. Si consideramos que un empleo promedio (de los que crea la IED) puede rondar los 50 mil dólares de inversión, entonces hablamos de que hubo 220 mil empleos que pudieron crearse y no fue así. No le haga demasiado caso a la cifra, porque si bien podemos tener alguna idea de cuánto cuesta un empleo en términos de inversión, es muy variable dependiendo del sector, y no tenemos ninguna idea de cuál inversión fue la que no vino. La cifra es solamente una referencia de cuán importante es esta inversión extranjera en términos de bienestar de la población, algo que normalmente no consideramos.
Para este año, es de esperarse que tanto las remesas como la IED mejoren. Lo que no sabemos es cuánto. En años anteriores, las remesas crecían a gran velocidad. Entre 2000 y 2006, lo hacían a más de 20% anual. Pero de entonces en adelante dejaron de crecer. Entre 2006 y 2008 hay incluso una leve caída, y en 2009 la que ya referimos. En consecuencia, no es razonable creer en una recuperación total de este flujo durante 2010. Por otra parte, en un par de años será ya tiempo de evaluar cuáles son los determinantes de este flujo, porque el gran crecimiento de inicios de la década respondió más a las mejoras en la forma de hacer los envíos que a incrementos muy importantes de migrantes o de sus sueldos. Tal vez por ello a partir de 2006, una vez terminado el efecto de la simplificación financiera, las remesas dejaron de crecer a gran ritmo. En este momento, con la crisis apenas terminando, no se puede aún estudiar el fenómeno a fondo, pero pronto podremos hacerlo.
En lo que se refiere a la inversión extranjera directa, la calificación que nos dio A.T. Kearney, que comentamos con usted hace unas semanas, podría ayudar a que incrementáramos el flujo, pero no tengo duda de que ello exigiría decisiones más serias de parte de México. Si no podemos garantizar que financiaremos sanamente al Estado, o si no podemos simplificar la contratación de personas, o si no podemos preparar adecuadamente a un número adecuado de jóvenes, será muy difícil que los inversionistas extranjeros consideren seriamente venir a poner su dinero en nuestro país.
No hay que olvidar que estas tres cosas a las que me he referido son de la mayor importancia. Las empresas globales buscan instalarse en lugares en donde pueden hacer negocios de un plazo razonable. Si perciben que en México hay riesgos para dentro de dos, tres o cinco años, pueden preferir instalarse en otro lugar. Si ven que en México no hay mano de obra calificada en la cantidad que requieren, pues buscarán en otro país. Si esa mano de obra existe, pero es muy costoso contratarla, lo mismo.
Con respecto a las remesas, no hay mucho que podamos hacer para impactar los flujos. No hay (ni debería haber, creo) políticas para fomentar la migración, no hay forma de afectar los sueldos que los migrantes reciben, ni parece que haya ya mucho espacio para mejorar el flujo de dinero, reduciendo costos de transacción. En consecuencia, las remesas no están en nuestras manos. En cambio, hay ciertas cosas que podemos hacer para incrementar los flujos de inversión, que será determinante para equilibrar la balanza de pagos en un futuro cercano.
Hay que tomar decisiones sobre las cosas que podemos cambiar. Y, de momento, lo que podemos afectar es la inversión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario