sábado, 3 de abril de 2010

La realidad, mera “percepción”

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Guillermo Fabela Quiñones PorEsto 1 abril 2010
Apuntes

Son muchos los grandes problemas nacionales, pero entre todos destaca el de la inseguridad pública, que no es “de
La realidad, mera “percepción” ”, como afirma Felipe Calderón, sino de hechos fácilmente comprobables que no se observan en ninguna de las ciudades que dice tienen menos número de muertos por cada 100 mil habitantes.
Ni siquiera en Irak o Afganistán se producen los asesinatos tan crueles que aquí se llevan a cabo, con la excepción de los que realizan los fanáticos islamitas. La realidad mexicana en este 2010 es ilustrativa de lo que se entiende por un Estado fallido, caracterizado por la incapacidad gubernamental para garantizar condiciones de seguridad plena para la sociedad en su conjunto. Lo paradójico de esta situación es que tal realidad es producto de la necedad del Ejecutivo federal en mantener una estrategia que sirvió de detonador de la violencia que nos mantiene en vilo.
Está suficientemente probado que dedicar a tropas del Ejército Mexicano a tareas que corresponden a las policías del país, resultó contraproducente. Ha sido un error muy costoso que no se quiere reconocer, quizá esa sea la causa de no querer regresar los soldados a sus cuarteles. Se propició una escalada de violencia cuyos costos son ya impagables en el corto plazo. Y lo más lamentable es que se abrió la posibilidad de un intervencionismo estadounidense más directo, y hasta justificable para el gobierno de Barack Obama. ¿Cuándo se había visto que grupos mafiosos bloquearan calles y se adueñaran de ciudades, como ha estado sucediendo en Monterrey, Reynosa y Río Bravo? ¿Es acaso una “percepción” que poblaciones de mediana importancia estén en poder de bandas delictivas, las cuales cobran “impuestos” e imponen retenes ilegalmente?
Son los hechos lo que cuenta para el ciudadano, no las estadísticas. Estas no se reflejan en la realidad, pues lo que viven los habitantes de urbes como Ciudad Juárez y tantas otras en el país, es la demostración plena de que el crimen organizado se está enseñoreando de sus comunidades, a pesar de la presencia de tropas perfectamente armadas y preparadas. Sin embargo, está demostrado que tal preparación y tal equipamiento de nada ha servido para reducir la capacidad ofensiva de las organizaciones delictivas, sino al contrario. México está convertido en un campo de batalla, donde proliferan armas cada vez más mortíferas y sofisticadas. Y la culpa no es de Estados Unidos, cuando menos no totalmente, pues dicho armamento pasa por nuestras fronteras, las cuales son vigiladas por autoridades mexicanas, tanto de aduanas como de otras instancias federales. ¿Cuándo se ha sabido que incauten cargamentos de armas de contrabando?
La corrupción gubernamental es parte del problema, así como la incapacidad para gobernar debido a que el interés de la burocracia dorada está en otro lado, que salta a la vista es el imperativo de hacer negocios al amparo del poder. Calderón no quita el dedo de privatizar al cien por ciento los recursos energéticos del país, cuando es lo único que nos queda para encarar un futuro que se observa muy dramático para el pueblo mexicano en los años venideros. ¿En qué beneficiaron al país las privatizaciones de tantos bienes nacionales en los tres sexenios anteriores? Para lo único que sirvieron fue para crear “comaladas” de nuevos millonarios que de inmediato sacan sus millones del territorio nacional para ponerlos a buen recaudo. Sin embargo, Calderón sigue terco en concretar la privatización total de PEMEX y de la Comisión Federal de Electricidad, sin duda para que sus socios y amigos hagan negocios altamente redituables.
Así lo demostró una vez más durante su participación en el Foro Internacional de Energía que se llevó a cabo en Cancún, Quintana Roo. Según él, se agotaron yacimientos por falta de inversión privada, cuando la verdad es que los problemas de la paraestatal provienen de la extraordinaria corrupción que padece, agravada en los últimos veinticinco años, y del voraz interés en quedarse con ella en calidad de propiedad privada, con una reforma laboral a modo que facilite la explotación de mano de obra carente de derechos elementales. Tal voracidad y falta de un mínimo patriotismo es lo que tiene al país al borde del abismo de una ingobernabilidad plena, lo más grave es que parece que la oligarquía y la burocracia dorada siguen sin darse cuenta y quieren seguir exprimiendo a la sociedad y al país en general. No importa, al fin y al cabo viven en un mundo aparte, y si llega a suceder lo irremediable ellos serán los primeros en abandonar el territorio nacional. Qué triste futuro nos espera, si el pueblo no se organiza para su autodefensa.

(gmofavela@hotmail.com)

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