miércoles, 20 de enero de 2010

Cuando los medios se van

Cuando los medios se van
José Carreño Carlón
El Universal 20 de enero de 2010

Ayer la noticia ya bajó a los segundos y terceros lugares en algunos de los principales medios de México y el mundo. Pero ¿qué pasará cuando se vayan definitivamente de Haití las cámaras y los enviados de prensa de todo el planeta y la tragedia de ese pueblo vuelva a desaparecer de la agenda de la atención pública global?
Probablemente la desesperación y el dolor humanos -y la descomposición y el caos social- crezcan de allí en adelante, en la misma medida que decrezca el ciclo de vida de la noticia espectáculo de esta catástrofe humanitaria. Llegado ese momento, los medios harán descansar a sus audiencias de la intensidad de estas escenas de muerte, hambre y destrucción. Y llamarán a escena a otro hecho espectacular, acaso una tragedia más fresca o algún nuevo escándalo que resulte más vendedor.
Y así como hasta hoy se ha generado la percepción global del intenso sufrimiento de los sobrevivientes del terremoto de Haití, así, una vez que ese sufrimiento salga de las pantallas y las primeras planas, se generará la percepción de que el sufrimiento ha terminado, como terminan las series y las telenovelas. O como se han dejado atrás las desgracias africanas al llegar a su fin sus ciclos noticiosos. Allá las coberturas informativas no se esperaron en su mayoría a transmitir la carnicería genocida de Ruanda, ni la secuela de las hambrunas ni los estragos profundos del sida en el continente negro, con el consecuente debilitamiento de la presencia y de la ayuda internacional.
Show y humanitarismo
Y es que, por el contrario, también hay que decir que, hasta ahora, gracias a la masiva atención de los medios se han destinado a Haití toneladas de ayuda y cuantiosos recursos económicos del público y de los gobiernos de la globalidad. Además, se ha instalado en la isla una presencia internacional que se empeña en suplir la ausencia de un Estado nacional digno de ese nombre para hacerse cargo de la situación. Esto, entre mediáticos forcejeos y recelos de Europa (especialmente Francia) con Estados Unidos, acompañados de un par de pantomimas de los presidentes de Venezuela y Nicaragua y de un gesto responsable y solidario de apertura de Cuba.
Y precisamente ante la reacción de Estados Unidos frente a la tragedia viene la pregunta “más relevante” de la agenda pública norteamericana, planteada anteayer en el New York Times: “Si Estados Unidos mantendrá un papel fuerte en la reconstrucción de Haití una vez que las cámaras noticiosas se vayan a casa”. Porque “el papel clásico de Estados Unidos en todo el hemisferio —advierte en el mismo diario la directora ejecutiva del Centro para la Democracia en las Américas— es o de completo abandono o de entrar a dirigir el show”. Sólo que el show termina cuando los medios se van.
México: la pobreza como riesgo
Pero lo que está pasando en Haití podría estar pasando en México, enlazados como estamos en la llamada sociedad de riesgo en que vivimos, entre desastres naturales, nuevas epidemias, actos terroristas y crisis económicas.
Y porque la otra aportación de los medios a la agenda de la globalidad en este trance es su agregado de la pobreza al catálogo de riesgos de catástrofes, por el elemento de perturbación y de profundización de estragos que acarrea el estado de necesidad extrema. Es lo que hace la diferencia entre los efectos de un temblor de la misma escala que en California provoca decenas de muertes, en el DF varios miles y en Puerto Príncipe, hasta ahora, varias decenas de miles, para ampliar las comparaciones del excelente artículo de David Brooks en el NYT de viernes.
La precariedad de miles de viviendas y las deficiencias del abastecimiento de elementos vitales como agua y energía eléctrica, incluso en la normalidad, nos hablan todos los días de algunas de las vulnerabilidades de México para enfrentar la sociedad de riesgo del mundo contemporáneo. Y estos pendientes no deberían desaparecer de nuestra agenda cuando Haití desaparezca de los espacios centrales de los medios.
Académico

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