miércoles, 20 de enero de 2010

Gérard Pierre Charles qué falta que le haces a tu país y al mundo

Gérard Pierre Charles: qué falta que le haces a tu país y al mundo
PorEsto 2010-01-20
Por María Teresa Jardí

No le otorgaron el Nobel, por supuesto. No se lo dieron a Gérard Pierre Charles porque lo merecía ese haitiano invaluable que luchó de manera incansable por la paz y por la justicia en su país tan injustamente tratado desde siempre por propios y por extraños. No es raro que no se lo hayan concedido a pesar de la abrumadora cantidad de firmas acompañando su candidatura. Ha quedado demostrado que el Parlamento noruego no se ocupa de la demanda de los ciudadanos del mundo para otorgar ese reconocimiento, convertido en simple acto de intercambio económico entre iguales, igual de impresentables.
Convertido, o quizá siempre lo fue, en un acto político más decidido entre los que dominan al mundo destruyendo al hombre y a la naturaleza. Y, seguramente, hasta creen que los habitantes del mundo nos creemos que hubo alguien que, en su sano juicio, les demandara para Kissinger ese premio. Ni los locos, que suelen ser los más cuerdos, harían, como es obvio, tal cosa siniestra. Quizá Pinochet lo pidió y, claro, el Parlamento noruego le obedeció.
Reconocimientos convertidos en mensajes políticos. El Príncipe de Asturias, otorgado el año pasado a la OMS. A sabiendas de lo que venía. A sabiendas de que se iba a convertir en otra organización mundial más, públicamente cuestionada incluso en los países donde tiene a sus aliados. Para enviar el mensaje desde la corona española también de que los habitantes del mundo debemos aceptar las alianzas malignas de los organismos internacionales con los criminales laboratorios productores en serie de medicinas. Laboratorios que utilizan a los humanos en la Africa negra, al menos, de manera reiteradamente denunciada, incluso en novelas policiacas y de intriga, laboratorios que usan a los negros africanos como conejillos de indias en aras del negocio, mayor incluso, que el que mantiene a las drogas como mercancía clandestina, mayor incluso que el que el narcotráfico significa. Sólo que el negocio de los laboratorios está tolerado y es avalado por la OMS cuando se requiere y necesita. Y el del narcotráfico se finge que no está tolerado, aunque salte a la vista que también está tolerado por el imperio que hoy ocupa Haití con su ejército: “tomando el control él hasta nuevo aviso”.
¿A poco alguien recabó ni una sola firma solicitando el Nobel para Obama? Tan igual Obama a Bush que, con Bush y con Clinton de la mano, invade Haití que será convertido en patrio trasero con otro de sus “protectorados”.
Volvería a morirse Pierre Charles, si aún viviera, a morirse por la tristeza de ver la nueva gran tragedia que se ensaña sobre su indefensa patria, por él tan tan querida. No, no le dieron el Nobel a pesar de ser merecedor de todos los reconocimientos por su lucha sin tregua para lograr mejorar las condiciones de vida de los haitianos sometidos a los criminales “toton macuote” (escuadrones paramilitares asesinos creados por los impresentables Duvalier —Françoise ( Papa doc) y Jean-Claude (Baby doc ) — para aplacar toda lucha política.
No le dieron el Nobel porque el Nobel y el Príncipe de Asturias se usan para hacer política y en un mundo sin valores se entregan, sin ética, a quien conviene, en aras quién sabe de qué consideraciones, aunque no lo merezca o quizá sí porque a final de cuentas son otro ejemplo de que el mundo no puede seguir bajo el yugo del capitalismo salvaje que de tan siniestro ya apesta hasta los más recónditos rincones del planeta.
Me duele Haití. Me duele porque recién llegada mi familia a América como exiliada expulsada de España por Franco, la ubicó, otro dictador, Trujillo, en Dajabón, frontera con Haití. Y, mi familia, que no había visto de cerca un negro nunca en la vida, se enamoró de la bondad que los negros, igual de jodidos, o aún más que ella, tuvieron con todos y cada uno de los miembros de mi familia. Amo Haití y me duele Haití porque aprendí a amarlo escuchando su historia contada por Gérard Pierre Charles y porque fui testigo de su lucha admirable. Admirable haitiano, sí, como muchos otros sobrevivientes a los crímenes de Europa y del imperio yanqui. De esas personas, también Pierre Charles, que se cuentan con la mano porque son realmente imprescindibles.
Me defrauda tanto Obama porque es negro y el color de la piel en su caso era una esperanza.

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