miércoles, 20 de enero de 2010

Perfidia y oportunismo

Perfidia y oportunismo
PorEsto 2010-01-20
En torno a la noticia
Por Alfredo García


La tragedia de Haití demuestra que la ley internacional en la región, es tan vulnerable como la democracia. Ayer fue un golpe de Estado “constitucional” en Honduras. Hoy una invasión militar “humanitaria” en Haití.
Seis años después de la invasión que derrocó y secuestró al presidente constitucional haitiano Jean Bertrand Aristide, EU sigue disfrutando de impunidad para violar la soberanía de los Estados.

Amparado por la conmoción internacional provocada por la catástrofe en Haití, el presidente Obama movilizó unilateralmente un contingente de fuerzas militares hacia el desolado país, tomando control del aeropuerto internacional, mientras unos 10 mil soldados de combate de la 82 Brigada Aerotransportada fueron desplegados hacia áreas estratégicas con propósitos desconocidos.
Después de la invasión que derrocó a Aristide, el Consejo de Seguridad de la ONU en vez de condenar la acción unilateral de EU y Francia, decidió enviar una misión militar internacional que hasta hoy permanece en territorio haitiano, para sustituir a las tropas invasoras y ponerlas a salvo de la rebeldía popular.
Sin embargo, el presidente Obama ni siquiera se molestó en consultar con el secretario general de la ONU, bajo cuya jurisdicción se encuentra la seguridad de la nación haitiana, ni con el presidente de Brasil, país al mando de las tropas de la ONU en Haití. Tampoco la Casa Blanca coordinó con Francia, socio de menor cuantía utilizado en el zarpazo contra la soberanía y la democracia haitiana.
La invasión norteamericana encubierta con la ayuda “humanitaria”, fue denunciada por los presidentes Hugo Chávez de Venezuela y Daniel Ortega de Nicaragua, países amenazados por un cerco militar norteamericano. En Francia, el secretario de Estado de Cooperación francés, Alain Joyandet, reaccionando a la indiferencia de Washington, sugirió que la ONU debe precisar el papel de EU en la ayuda humanitaria a Haití, porque “no se trata de ocupar el país, sino de ayudarle a que recobre la vida”.
Por su parte el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, cuya cultura surcoreana no le permite cuestionar la voluntad colonial, sin darse por enterado del despliegue militar norteamericano, propuso el envió de más tropas para reforzar la misión de la ONU en el mantenimiento del orden y la distribución de ayuda humanitaria, lo que fue aprobado por resolución del Consejo de Seguridad, cuyos miembros tampoco se percataron de la pérfida acción de la Casa Blanca.
La polémica surgida por la encubierta invasión norteamericana a Haití, obligó al secretario de Defensa de EU, Robert Gates, aclarar que la labor de los soldados de combate en la isla no es policial, aunque “al igual que en cualquier lugar al que enviamos tropas, tienen la autoridad y el derecho de defenderse (...) y también tienen el derecho de defender a haitianos inocentes y a miembros de la comunidad internacional, si algo ocurre”, lo que equivale a confirmar su carácter policial. Sin embargo no mencionó si la decisión respondía a una petición del gobierno haitiano, la ONU, la OEA, o una decisión de la Casa Blanca.
La democracia y la ley internacional pueden ser alteradas por EU, pero a pesar del dolor, la desorientación y las necesidades de miles de haitianos, lo que no podrá ser alterado con una bolsa de alimentos, es la nefasta imagen invasora de los soldados norteamericanos.

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