miércoles, 31 de marzo de 2010

Abogado del diablo

Ventana José Cárdenas El Universal 30 Marzo 2010


¿Colorín colorado? El cuento de Marcial Maciel no ha terminado. La madrugada del viernes se dio a conocer un comunicado de los Legionarios de Cristo en el que por primera vez reconocen que su fundador cometió abusos sexuales en contra de menores de edad (incluidos sus propios hijos). En el documento se insiste en que la congregación desconocía la doble vida de su fundador.
Álvaro Corcuera, director de los Legionarios de Cristo, por fin pide perdón por los pecados de Maciel; pretende limpiar el pasado. El impacto está fríamente calculado. Cuando los alumnos de los colegios de la Legión regresen a clases dentro de 15 días, no habrá quien hable del tema. Corcuera maneja el calendario a conveniencia; también se adelanta dos semanas al resultado de una auditoría ordenada por el Vaticano; a la tormenta que viene.
“Quienes desconocen el fondo, ven todo esto como un acto de transparencia y honestidad, cuando en realidad es parte de la gramática del engaño; decir parte de la verdad, como si fuera toda la verdad”, advierte José Barba, catedrático del ITAM, ex Legionario de Cristo, otra víctima de las aberraciones sexuales de Maciel. Según Barba, la Legión sabía todo desde hace nueve años. “Habíamos pensado y esperado que las acusaciones presentadas contra nuestro fundador fuesen falsas e infundadas… —responde el comunicado de Corcuera con interesado arrepentimiento—... Profundamente consternados debemos decir que estos hechos sucedieron.”
Mediante la táctica del “control de daños” (de los males, el menor), Corcuera escribe: “Nos ha llevado tiempo asimilar estos hechos… Para muchos —sobre todo para las víctimas— este tiempo ha sido demasiado largo y doloroso”. El superior de los Legionarios pide perdón a todos lo que denunciaron a Maciel en el pasado; a quienes no se dio crédito o no se supo escuchar. ¿No se supo o no se quiso escuchar?
Las víctimas de las bajezas del legionario mayor han quedado como al principio: con las manos vacías. No por cuanto hace a algún dinero reclamado como compensación, sino por el desprecio y la condena a sus testimonios. ¿Sólo un sospechoso perdón a cambio de 15 años de calumnias y encubrimientos inconfesables? “Perdón es devolver a alguien aquello que había perdido, en este caso, dignidad, vergüenza y buen nombre”, reclama José Barba.
No basta el arrepentimiento epistolar. Con Maciel y otros casos de abuso sexual contra menores, no sólo hablamos de pecados sino de delitos. ¿Por qué los curas violadores están protegidos por una burbuja de privilegios terrenales? Bastaría la cárcel para mandarlos al infierno.
¿Por qué el día de hoy no vino EL MONJE LOCO? Nadie sabe, nadie supo…

No hay comentarios:

Publicar un comentario