viernes, 2 de abril de 2010

¿Recuperación sólida?

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Al concluir el primer trimestre de este año, las perspectivas sobre la recuperación de nuestra economía se presentan, en términos generales, optimistas
Tintero económico Alejandro Villagómez El Universal 31 Marzo 2010
 
Analistas privados, organismos internacionales y autoridades han reajustado sus previsiones de crecimiento económico para este año al alza, las cuales oscilan actualmente entre 3.5% y 5%.
Curiosamente Hacienda se mantiene en una posición conservadora (en la cota inferior), probablemente como consecuencia de sus posiciones en el pasado que quedaron penosamente rebasadas por los hechos. No obstante, la mayoría de los analistas privados se han mostrado mucho más optimistas, incluyendo al Banco de México.
En lo personal creo que la previsión cercana a 5% no es difícil dado lo profundo de la caída el año pasado. Esto es, caímos en un hoyo de casi siete metros de profundidad y al terminar este año habremos escalado cinco metros en nuestra búsqueda de la salida. En realidad lo importante será si los metros faltantes los lograremos cubrir en un lapso corto, o existe el riesgo de que resbalemos en el intento de alcanzar los primeros cinco metros. Esa es la principal preocupación.
Esta no es una preocupación exclusiva de nuestra economía. La compartimos con la mayoría de las economías del mundo. ¿Es la recuperación un proceso sostenido e irreversible o enfrentaremos aún serios obstáculos en el camino? Es una pregunta para la cual no existe una respuesta clara y contundente.
En nuestro caso particular el problema no sólo es la incertidumbre, sino que buena parte de los resultados están fuera de nuestro control. Esto se debe a que nuestra recuperación no ha sido resultado del comportamiento dinámico de nuestro mercado interno, sino que ha dependido de la reanimación registrada por el mercado estadounidense que termina por jalar al sector externo. Esto es, de nueva cuenta nuestro motor de crecimiento ha sido este sector. No es que esto sea malo, lo preocupante es que no tengamos motores internos.
No obstante, el punto central es si esta recuperación será sostenida, y esto no puede asegurarse en estos momentos. En cambio, si sabemos de diversos riesgos latentes que pueden provocar una reversión en la actual recuperación.
Al respecto, algunos indicadores recientes resultan algo preocupantes. Por ejemplo, en Estados Unidos se presentó la última revisión a la cifra de crecimiento para el cuarto trimestre del año pasado y al final se ajustó ligeramente a la baja (5.6%). Por otro lado, el último dato sobre el indicador del IGAE para México, la cifra correspondiente a enero, resultó menor a lo esperado por los analistas. Esto es, este indicador sugiere incrementos en la actividad económica que resultan menos intensos que los mostrados en meses anteriores. Esto se adiciona al último dato de actividad industrial que mostró un descenso durante el mes de enero. Finalmente, en cuanto al comportamiento del sector externo, las últimas cifras sugieren mayor dinamismo de las exportaciones pero no así en el caso de las importaciones. Si bien este es un indicador alentador en términos del arrastre del mercado estadounidense, el comportamiento de las importaciones en este caso también puede interpretarse como una reafirmación del poco dinamismo del mercado interno. Es justo decir que el comportamiento de estas variables tampoco refleja alguna tendencia en sentido opuesto. Son las fluctuaciones propias de una recuperación lenta e incierta que caracteriza a las economías del mundo entero.
En consecuencia, la gran pregunta seguirá siendo si la reactivación del mercado estadounidense y europeo es sólo un reflejo de las acciones contracíclicas fiscales que se adoptaron en meses anteriores o muestran una dinámica propia más profunda. Esto no se sabe a ciencia cierta y poco podemos hacer al respecto. Y en todo esto, la variable preocupante es la referida al desempleo. A pesar de las declaraciones optimistas de la autoridad en cuanto a la recuperación en el empleo del sector privado formal, la realidad es que el mercado laboral en nuestra economía, al igual que en la mayoría de los países, está seriamente afectado. Y es necesario insistir en que este resultado es totalmente natural en una situación de deterioro profundo en la actividad productiva.
Las acciones gubernamentales, distintas en cada país, han podido mitigar algunos efectos, pero de ninguna manera evitar un aumento en el desempleo. México no es la excepción, y si bien esta contracción en el empleo ha sido aparentemente de menor magnitud que en otras recesiones, de ninguna manera significa que hemos recuperado los niveles observados al iniciar la crisis y aún no estamos cerca de hacerlo.
En suma, no podemos negar que la economía ha entrado a una fase de recuperación. Los hechos así lo confirman. Pero esta reactivación está aún lejos de considerarse como sólida y sostenida, y aún existen serios riesgos que en cualquier momento pueden provocar un paro en este proceso.

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