viernes, 2 de abril de 2010

Un fraude interestatal

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El voto migrante
Por Eduardo R. Huchim (*) El Diario de Yucatan 31 Marzo 2010

 
Las prácticas de defraudación electoral, que suponíamos superadas sobre todo después de la alternancia partidaria en el poder, regresan cíclicamente como fantasmas que parecen no haberse ido nunca, si bien han evolucionado. Luchar contra ellos se asemeja ya, parafraseando a Gómez Morín, a una brega de eternidades.
Usamos credenciales de elector con fotografía y dotadas de elementos que la hacen casi imposible de falsificar, empleamos listas de ciudadanos también con fotos, boletas con tantos candados de seguridad que parecen billetes de banco, líquido indeleble para los pulgares… protecciones en fin que blindan supuestamente nuestros comicios. Pero cuando el conjunto de salvaguardas se hizo infranqueable, se acentuaron la compra y la inducción del voto y luego se diseñó una compleja y costosa operación que sería difícil financiar sin recursos públicos.

Se trata de un fenómeno relativamente nuevo o al menos posterior a las urnas embarazadas, los mapaches, los ratones locos y similares. Se le puede llamar el voto migrante y consiste en trasladar colectivamente a algunos miles de ciudadanos de un estado (A) a otro estado (B) donde se celebrarán elecciones, para inscribirlos en el padrón comicial de la entidad B, dando domicilios que no son de ellos. Una vez inscritos en el padrón electoral del estado B, regresan a su estado original (A) y oportunamente harán un nuevo viaje al estado B, para recoger sus nuevas credenciales. Después retornarán a la entidad A y el día de la elección se trasladarán nuevamente al estado B para sufragar ahí y no tendrán problema para hacerlo porque aparentemente todo está en regla. En cada viaje reciben dádivas en dinero y/o en especie.

Si bien este fenómeno no ha recibido de los partidos la suficiente atención y exigencia, es claro que en comicios con diferencias exiguas entre el primero y segundo lugares, el voto migrante puede hacer la diferencia y, por tanto, consumar el fraude electoral. Adicionalmente, éste puede ser repetido, pues si los electores migrantes permanecen en la lista nominal, nada impide que vuelvan a actuar en la próxima elección. Un caso de voto migrante está en desarrollo en Veracruz como estado receptor, y San Luis Potosí y Chihuahua, como estados emisores. En estos últimos, según reportes de prensa, “enganchadores” del PRI han reclutado ciudadanos para viajar tres veces a Veracruz: una a registrarse en el padrón veracruzano, otra a recoger su nueva credencial y la tercera, a votar. En cada ocasión, los reclutados reciben o recibirán despensas y dinero en efectivo (al parecer entre $500 y $1,000 en cada ocasión), más algunos días de asueto en Veracruz, con los gastos pagados. De acuerdo con una información de Nancy Lizet Hernández en La Jornada San Luis (que dirige Julio Hernández López), la dirigencia potosina del PAN presentó el pasado 2 de marzo un testimonio en vídeo en donde se señala que “el PRI empadronó a más de cuatro mil indígenas potosinos en Veracruz”.

En el vídeo, un supuesto operador del PRI revela que la operación se realizó mediante “enganchadores” en las comunidades de Axtla, Xilitla, Aquismón, Coxcatlán, Matlapa, Tampamolón, Tamazunchale y San Martín, entre el 18 de noviembre de 2009 y el 15 de febrero de este año. Por su parte, el reclutamiento chihuahuense se da en la sufrida Ciudad Juárez y por eso a los involucrados se les llama “juarochos” (El Universal, 14/03/10) No sería Veracruz el único estado “importador” de votantes. Aunque sin vídeos hasta ahora, también se habla del voto migrante en Hidalgo y Yucatán, entre otros estados. Los padrones electorales de estas tres entidades (y de las que tendrán elecciones este año) son objeto de una revisión por parte de la Dirección Ejecutiva del Registro Federal de Electores (DERFE) del IFE, que está poniendo énfasis en los movimientos interestatales de cambios de domicilio. Curiosamente, cuando el Comité Nacional de Supervisión y Evaluación recomendó a la DERFE efectuar comprobaciones domiciliarias de unos 5,000 registros en 15 entidades, el único partido que se opuso fue el PRI. En Yucatán, en el último trimestre de 2009 fueron realizados más de 60 mil movimientos en el padrón electoral, dos tercios de los cuales correspondieron a inscripciones (15,500 en números redondos) y cambios de domicilio (24,500). Obviamente, no es razonable presumir que todos ellos obedecen al patrón del voto migrante, pero una revisión acuciosa puede arrojar luz sobre este caso. Convendría que la DERFE apretara el paso y ampliara las revisiones en desarrollo para dimensionar el problema en forma adecuada, porque atajar ese fenómeno antes de su consumación sería mucho más útil que comprobarlo post mórtem. Importa que las autoridades electorales federales y locales actúen efectiva y oportunamente dondequiera que aparezcan prácticas defraudadoras, cualquiera que fuere el partido beneficiario.— México, Distrito Federal.

omnia08@gmail.com ————— *) Periodista

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