miércoles, 10 de febrero de 2010

El secretario del desgobierno

El secretario del desgobierno
Cuenta atrás Antonio Navalón El Universal 08 de febrero de 2010


En toda situación de guerra, aunque sea falsa como ésta, la primera víctima es la verdad, la segunda suele ser la justicia y la tercera es que las guerras se ganan o se pierden a condición de que nunca se sepa cuánto costó el triunfo.

Esta semana ha sido mala para el país y trágica para el secretario de Gobernación con dos errores graves, uno por acción en Michoacán y otro por omisión en Ciudad Juárez. Ofendió el sentido común al decir —ya libres los políticos michoacanos por falta de pruebas luego de ocho meses de cárcel— que no son culpables ni inocentes; declaración digna de un enemigo del derecho pero injusta para el que antes de ser político se ganó la vida como abogado. Este secretario, persona sensible, amante del arte, no tiene derecho a ultrajar el alma de México.
Las escenas finales del entierro nos dejaron algo muy importante: la declaración tardía —más vale tarde que nunca— de un Presidente que tuvo que decir que eran unos muchachos que nada debían y nada temían y que quienes los asesinaron pagarán por ello.
Todo con un estado que fracasa en proteger el bien más preciado que es la vida de sus jóvenes, y que para justificarse los acusó sin pruebas de ser delincuentes. No en vano aquí es posible asesinar a 50 niños sin que nada pase. La ONU tuvo que exigir que no se criminalice a las víctimas. Vimos durante el sepelio a unos padres devastados por el dolor pero con la fortaleza suficiente para defender el buen nombre y la memoria de sus hijos.
Si yo fuera padre de uno de esos jóvenes no sé cómo estaría, tal vez colgado del cuerno de chivo de la protesta social; y después de la declaración criminal de que todo fue un ajuste de cuentas, sentiría que estalló mi 10 y llegó mi revolución.
El gobierno federal debe saber que es un insulto a la inteligencia y a la sensibilidad nacional que todo lo que no funcione sea cosa de narcos. Así, hasta la influenza será responsabilidad del cártel de Juárez, porque es más fácil cargarle todo al enemigo que reconocer el fracaso de unas fuerzas de seguridad que sólo han traído más sangre, frustración y lágrimas.
Ningún servidor público tiene el derecho a ofender así, y menos el secretario de Gobernación. Y yo que no tengo nada que ver con los narcos, también fui asesinado ese sábado por la noche en Ciudad Juárez y no consiento la frivolidad de un Estado que no nos protege y que cuando nos matan todo lo explica con el narco, porque en todo caso es una guerra que desencadenó el mismo estado sin saber cómo la iba a ganar. Hoy mi pluma gotea sangre y mi frente suda vergüenza y coraje.

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