miércoles, 10 de febrero de 2010

Reforma del Estado y modelo de comunicación política

Comunicacion
Reforma del Estado y modelo de comunicación política
Javier Esteinou Siempre 7 de febrero de 2009 (Cuarta de cinco partes)

No obstante que en las últimas décadas los partidos políticos se sumergieron en una severa crisis de incredulidad ante la opinión pública como instituciones sanamente representativas del conjunto social y como verdaderos instrumentos de construcción de la democracia nacional; el concepto de democracia que formuló el fondo de la reforma electoral del 2007 fue que ésta se erigiría en la medida en que el Estado mediante la ley le confiscara el enorme poder comunicativo que históricamente habían acumulado los monopolios de la información electrónica, como poderes fácticos, especialmente en los momentos electorales. Una vez expropiada toda esa gran fuerza comunicativa acaparada por los monopolios mediáticos, esta se le debería entregar a los partidos políticos para organizar sus elecciones pues constitucionalmente son los legítimos representantes del pueblo.

Sin embargo, lo que sucedió en la realidad concreta con la aplicación de la reforma electoral no fue la construcción de un moderno proceso de representatividad democrática más avanzada que le devolviera a la sociedad su principio de justicia e igualdad participativa sobre los asuntos públicos a través del uso de las herramientas comunicativas; sino lo que se generó fue la instauración de un sistema autoritario de los partidos políticos que no se preocuparon por representar orgánicamente las necesidades apremiantes de la sociedad, sino por blindarse institucionalmente para defender sus propios intereses como fracciones privilegiadas en la estructura de poder nacional.
Así, fue tan contundentemente claro el desinterés de los partidos para no atender los requerimientos democráticos elementales de la ciudadanía, que por ejemplo, en el proceso de elaboración de la reforma política y en etapas subsecuentes, ni siquiera fueron capaces de reglamentar el derecho de réplica que es la garantía elemental que le devuelve a la sociedad la facultad de respuesta secuestrada durante décadas por el gobierno y los monopolios de la información para intervenir mínimamente en el espacio público mediático y protegerse frente a los emisores cuando éstos la deshonran, la difaman, la dañan o la afectan con informaciones inexactas o injuriosas, en su imagen, honra o prestigio. A la maquinaria política electoral la población solamente le atrajo como meros sujetos potenciales con capacidad de voto para legitimarlos coyunturalmente en el poder y no como personas o grupos de ciudadanos que podían participar con su opinión y aportaciones intelectuales en la reconstrucción del modelo global de desarrollo de la sociedad.
En la fase de profundo extravío en que se encuentra la cultura política nacional, es necesario recordar que la esencia de la política para construir la democracia no tiene nada que ver con el aprovechamiento de las herramientas persuasivas del espectáculo, la frivolidad, la superficialidad, lo histriónico, el maquillaje, el marketing, el look para construir imágenes mentales que atraigan a los habitantes; sino que esencialmente está interrelacionada con los procesos de vinculación y de cambio del sistema social que la política tiene que producir para que la población alcance la igualdad, la justicia, la libertad, la participación, la prosperidad, etc, y conviva en concordia, es decir, edificar la democracia mediante la fundación de otro nivel de calidad de vida cotidiana.
En este sentido, la Reforma Electoral reconstruyó una nueva versión del concepto viciado de la antigua “democracia mexicana” practicado por la vieja clase política nacional que gobernó durante 7 décadas en el siglo XX, y en el cual la democracia operativa es el proceso que permite que sólo puedan hablar, participar y decidir en la toma de decisiones los miembros de la estructura del poder económico o burocrático ya establecido; y la sociedad mayoritaria sólo debe escuchar, mirar y acatar las decisiones negociadas por la cúpula del poder hegemónico.
Por ello, para avanzar en la reforma política a principios del nuevo milenio requerimos recolocar el sentido verdadero de la democracia en el proceso de construcción del México moderno, particularmente en los tiempos electorales, pues la vieja fórmula que argumenta que ésta se dará a través de la intervención de la practica desregulada de la libertad de información de los monopolios de la comunicación o por el fortalecimiento de la representatividad de la sociedad concentrada a través de los actuales partidos políticos; ya demostró su fracaso a lo largo del siglo XX y comienzos del XXI. Esto ocasionado por el desinterés, la irresponsabilidad y el alejamiento que han manifestado ambos sectores para atender profundamente las necesidades básicas de crecimiento la sociedad y sólo cuidar el aseguramiento de la reproducción de sus intereses.
Por ello, para cimentar una sociedad más equilibrada ahora se requiere replantear de nueva forma la relación existente entre partidos, industrias culturales y ciudadanía propiciando la presencia activa de los diversos sectores civiles que componen el país en el espacio público mediático para expresar y discutir colectivamente, vía los medios de difusión masivos, sus necesidades de desarrollo de conjunto. Para lograr una auténtica transición política en México no se debe dejar más ésta responsabilidad orgánica en manos del poder mediático o bajo los caprichos de los partidos políticos burocratizados que sólo velan por el fortalecimiento de sus intereses grupusculares y no contemplan la resolución de las necesidades vitales de la sociedad.

jesteinou@gmail.com

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