viernes, 12 de marzo de 2010

Noches de boda

HUMBERTO AGUINAGA a.m.com.mx 11 Marzo 2010

Citar a Winston Churchill y a Joaquín Sabina en la misma misiva podría ser una audacia política, pero las pretendidas alas de César Nava se ven desde luego lastradas por un largo y pesado equipaje que lo mimetiza a la cultura de falsificación que sembró y practicó el PRI durante setenta años. Quiere dar la imagen de culto alivianado. No por nada la canción a la que alude el presidente nacional del PAN se titula Noches de Boda, así; noches en plural y boda en singular. “Que las verdades no tengan complejos, que las mentiras parezcan mentira”, le dice el enamorado a la desposada. Es nada menos que la letra de un corrido mexicano, compuesto por un poeta español e interpretado por su banda de rock. “Que el maquillaje no apague tu risa,” dice en otra estrofa pero, ¿cómo pedirle eso, por más novia que seas, a un dinosaurio disfrazado de joven maravilla? En cambio la cita de Churchill es sumamente seria, casi solemne: “Usted debe mirar a los hechos, porque los hechos lo miran a usted.” Chan ka ta chan!!!
El día 9, El Universal accedió a publicar un texto que pretendía hacerse pasar por artículo periodístico. Su autor -Nava- de periodista no tiene nada. Sabemos que de autor tampoco, pues seguramente el escrito que llegó a las páginas de muchos periódicos, entre ellos nuestro querido a.m., fue preparado por un equipo de asesores en comunicación social y corregido por los jerarcas de su partido. Es un documento que pasará a la Historia como pieza del más puro surrealismo mexicano, hay que estudiarlo con detenimiento. “Se me ha acusado de faltar a la verdad”, comienza Nava extrañadísimo, como si ese no fuera el pan nuestro de todos los días. “El precio de la grandeza es la responsabilidad”, estimado señor Nava, replicaría Sir Winston, sabiendo que, a juzgar por lo revelado en su declaración, el joven político mexicano no tiene ni lo uno ni lo otro.
En su publicación, el presidente del PAN admite, eludiendo nombrar a las cosas por su nombre, que en este País, las decisiones capitales, como la aprobación de la Ley de Ingresos en el Senado, se negocian en lo oscurito y se canjean como si fueran corcholatas. Verbigracia: Los legisladores priístas se prestaron a apoyar a sus contrapartes del PAN en la aprobación del paquete de ingresos en el Congreso a cambio de un salvoconducto electoral para el Estado de México. “... Erré -escribe Nava- al confiar dos veces en la buena fe y el sentido del honor de Peña Nieto, al no exigir que constara por escrito.” ¡Imagínense que de hoy en adelante los contubernios se documentaran con firma autógrafa! Esta sí es una propuesta revolucionaria.
Nava, supongo que con conocimiento de causa, hace una descripción de lo que para muchos -las honrosas excepciones no hacen más que confirmar la regla- políticos mexicanos es un código de conducta para el éxito: primero, piden el acuerdo en secreto, luego lo incumplen, después lo divulgan y al final guardan absoluto silencio. Pero la cereza del pastel es el párrafo donde el panista afirma sin inhibición alguna que en un primer momento negó la existencia de este pacto y que lo hizo en aras de proteger un bien superior: la lealtad a la palabra dada como principio rector de toda relación política. Del bienestar de la Patria, ni hablar.
Su aclaración destila amargura, se siente traicionado, ya no se hizo el matrimonio, a él le hubiera gustado que todas las noches sean noches de boda, que todas las lunas sean lunas de miel.

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