viernes, 12 de marzo de 2010

¡Pobre patria!

¡Pobre patria!
Rosario Ibarra El Universal 11 de marzo de 2010

Hacía tiempo que no escuchaba la palabra patria que tanto solíamos repetir cuando los de mi generación éramos párvulos, y en la escuela se nos ensanchaba el alma en las asambleas matinales con las notas del Himno Nacional. Hace unos cuantos días, mientras despedía a una amiga en la puerta de mi casa en Monterrey, la escuché de labios de unos jovencitos que pasaban por la acera quejándose de la “tarea” que les encargó una maestra: “buscar la poesía Suave Patria”, que a uno de ellos le pareció “larga y aburrida”, mientras que otro la calificó de “chida”.
No pude escuchar más, porque —como dije— ellos pasaron de prisa por la acera y dieron vuelta en una esquina en su camino a la escuela secundaria cercana.
Me dio gusto saber que había por allí una maestra que quería que leyeran a López Velarde, ya que en una ocasión me enteré con pena, que en la primaria, otra maestra les dijo a los niños, en la clase de historia, que muchas de las cosas que venían en los libros eran mentiras; que —por ejemplo— “¿quién iba a creer que un indio enclenque, flacucho como el Pípila, iba a poder cargar una loza pesada, como decían los libros que lo hizo?”.
Recuerdo que ese día con profunda tristeza dije para mí: ¡Pobre patria!, porque me pareció muy triste que una maestra joven, en cuyas manos estaban las mentes párvulas de muchos niños, fueran desilusionadas y despojadas de la ilusión de un hecho heroico como el de aquel indio que llegó con su pesada carga a la Alhóndiga de Granaditas... ¿Y hoy... En estos días terribles en los que los crímenes y los relatos de corrupción son la nota cotidiana en los medios de comunicación?... ¡Pobre patria! ¡Pobre patria! Habrá que exclamar a diario y sentir el dolor inmenso de lo que nos han ido arrebatando poco a poco... pero... ¿seguir impasibles permitiendo tamaño crimen? ¡No, no y mil veces no! Al perder la patria se pierde todo... también la libertad y por ello, me viene a la mente una frase de un gran escritos colombiano que leí hace muchos años: “Si no podemos salvar la libertad, denunciemos siquiera sus verdugos”. Sí, digamos quiénes son, cómo se comportan, qué es lo único que les importa y denunciemos sus perversas acciones, vergüenza para la nación y amenaza cotidiana para el noble y generoso pueblo de México.
Y aquí muchas madres nos preguntamos ante las crueldades cometidas contra nuestras familias: ¿Cómo vivirán los asesinos, los torturadores y los encaramados en el poder, que son los que han dado y dan las órdenes criminales al Ejército y a las policías contra el pueblo? ¿Podrán dormir plácidamente? ¿Cómo serán las “caricias” a sus hijos, con sus manos envilecidas por la tortura? ¿No pensarán que la sangre de sus víctimas manchará no sólo los cuerpos, sino las almas de sus familias? ¿Serán capaces de querer justificar sus crímenes? ¿Qué podrán aducir para librarse de culpa? ¿Cabrá algún asomo de arrepentimiento en sus conciencias? Tal vez no, porque forman parte de “la raza de los grandes asesinos”... son “la pantera de Nerón”... son como “el asesino orgánico” de Lombroso... ¡Serán por todo ello, los expulsados de la Historia!
Hoy como ayer, el pobre país sigue siendo un desastre, los dos “partidos mayoritarios”, como suelen calificarlos, (léase PRI y PAN), son —como dice el vulgo— “la misma gata revolcada” y prueba de ello son sus recientes alianzas, como lo fueron siempre en el pasado sus acuerdos “siameses” en la mayoría de los asuntos para su beneficio a espaldas del pueblo.
Desde este modesto espacio, las madres y familiares todos de los desaparecidos políticos mexicanos que desde hace 35 años, organizadas en el Comité ¡Eureka! luchamos por la vida y la libertad de ellos, brindamos nuestra solidaridad a todas las madres que han sufrido por la dolorosa pérdida de sus hijos y nos sumamos a sus reclamos de justicia y a su exigencia de que cese esta guerra estéril y al estado de sitio que padecen.
Luchemos por recuperar la patria que nos han arrebatado para que no tengamos que decir ni una sola vez más: ¡Pobre patria!
Dirigente del comité ¡Eureka!

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