viernes, 12 de marzo de 2010

Se rasgan las vestiduras

No estamos conformes
Por Rosamaría González Romero Diario de Yucatan 11 Marzo 2010

¿Por qué algunos medios de comunicación y varios políticos mexicanos se rasgan las vestiduras cuando el máximo jefe del Estado Vaticano y de la Santa Sede, el Papa Benedicto XVI, castiga a funcionarios eclesiásticos implicados en actos de abuso y comercio sexual? ¿Acaso no es, precisamente, lo que los mexicanos queremos que también suceda con los gobernantes y empresarios de este país relacionados con redes de pederastia, pornografía y comercio sexual infantil?
¿Acaso los medios de información masiva desconocen la confianza que los laicos católicos tenemos en el liderazgo pontificio de Benedicto XVI, que muestra día con día ante el mundo su congruencia con las Sagradas Escrituras, cuando Jesús afirma a sus discípulos: “Es imposible que no vengan escándalos; pero ¡ay de aquel por quien vienen! Más le vale que le pongan al cuello una rueda y sea arrojado al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños”. (Lc.17, 1-2)?
¿Y en el ámbito doméstico, creen los políticos mexicanos y sus periodistas afines, que los ciudadanos de este país nos quedamos conformes cuando en 2006 los poderes de la Unión ignoraron las evidencias públicas que mostraron la relación de políticos y empresarios con redes de delincuencia sexual?
 ¿Alguien de ellos fue castigado? ¿Acaso las redes de pederastia en la Riviera Maya ya fueron desarticuladas? ¿Ya está alguno de ellos en la cárcel? ¿O, al contrario, fueron premiados política y económicamente? A diferencia de nuestras autoridades, las acciones del Papa Benedicto XVI son motivo de orgullo para la grey católica a pesar de lo doloroso de las mismas. Desde que el cardenal Joseph Ratzinger fue elegido nuevo pontífice de la Iglesia Católica quedó claro para quienes siguen de cerca la política vaticana la especial atención que tendría el nuevo Pontificado en el seguimiento de las denuncias contra el clero por los delitos de pederastia y abuso sexual cometidos. Sabemos, sin embargo, lo complejo que son estos litigios, además de que, comúnmente, estos perpetradores cuentan con la complicidad de autoridades del poder temporal, en los ámbitos público y privado.

Enaltece a la Iglesia Por ello, todas las noticias en las que vemos al Papa Benedicto XVI dando la cara frente al mundo para perseguir y castigar al clero que comete abusos sexuales, en distintas diócesis de la Iglesia universal y del propio Vaticano, en vez de demeritar a la Iglesia la enaltecen. Muestra a los ciudadanos de todas las naciones la congruencia y valentía cristianas del Pontífice para sanación de las víctimas, para castigo de los perpetradores y para purificación de la Iglesia Católica.
Y, aunque a corto plazo afectarán a las instituciones católicas la exhibición mediática de sus males aunado al enfoque periodístico poco profesional, a mediano plazo traerá beneficios para la sociedad y para los cristianos. Sacar a la luz pública los secretos, que a voces, pululan en el consciente e inconsciente colectivos sobre los abusos del clero, haciéndose público su castigo, liberará el corazón dolido de las víctimas y de sus familiares.
Los abusos sexuales del clero son notorios frente a los creyentes: ven los abusos, hablan de ellos, los toleran sin poder hacer nada para combatirlos. Realmente, es un hecho que la impunidad eclesial es causa de que algunos católicos se alejen de su religión, y que hasta lleguen a perseguirla. Por ello, la Iglesia al actuar como lo hace, se fortalecerá, con la gracia del Espíritu Santo. Y así como los ciudadanos se vuelven políticamente apáticos ante la impunidad estructural del sistema político, los católicos quedan escandalizados y decepcionados ante la impunidad y falta de castigo a sacerdotes culpables.
El liderazgo del Papa Benedicto XVI es un ejemplo a seguir de jefes de Estado y parlamentos de países como México, en donde las redes de pederastia, comercio sexual infantil y otros delitos de índole sexual tienen la complicidad de políticos de muy alto nivel. También, de manera indirecta, de la connivencia de medios de comunicación cuyos periodistas y especialistas en temas religiosos se han vuelto, más bien, expertos en manipular la información según las fobias y filias de sus patrones y las propias. Sus notas pierden objetividad y credibilidad.
Ojalá sean conscientes de que su mapa mental no es el territorio. Ojalá se den tiempo para reflexionar documentadamente en las palabras del cardenal Ratzinger, acuñadas al final del siglo pasado, de que la Iglesia católica es experta en humanidad.
— Mérida, Yucatán idiesi2002 yahoo.com.mx ————— *) Escritora

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