viernes, 12 de marzo de 2010

Resultados inesperados

Agenda ciudadana
Por Lorenzo Meyer (*) Diario de Yucatan 11 Marzo 2010

“En la práctica, los procesos políticos son tan impredecibles que, al final, y aunque no lo parezca, los principios son lo único firme”.— Lorenzo Meyer Burlas de la historia. Los procesos políticos son de los más inciertos; con gran regularidad lo blanco termina en negro y viceversa. Para los practicantes del juego del poder resulta que lo único sobre lo que realmente tienen control es lo que a primera vista parece lo menos tangible y más inseguro, los principios. Sin embargo, el grueso de los profesionales de la política se desentienden de la ética para marchar en pos de lo concreto: del “éxito”.

Maquiavelo es el teórico mayor de esta visión. Ahora bien, la historia nos muestra que en el campo de los resultados, la política del mero oportunismo tiene tantas posibilidades de triunfo como de fracaso.

Nuestro Siglo XIX. Para conjurar la amenaza norteamericana en el Norte, México autorizó el ingreso de colonos extranjeros que poblaran esas tierras pero con la idea de que éstos serían católicos, como los irlandeses. Pero los que entraron fueron anglosajones protestantes y esclavistas. El resultado fue primero la independencia de Texas, luego la guerra de 1847 y finalmente la pérdida de medio país a manos de los que se pretendía mantener lejos: los norteamericanos.

Otro ejemplo de terminar en el sitio equivocado, fue el gran proyecto económico liberal. El esfuerzo por desamortizar los bienes de las corporaciones —la Iglesia y las comunidades indígenas— no consiguió lo que pretendía: crear una amplia clase de pequeños o medianos propietarios. En vez de eso, se afianzó a una minoría latifundista y en la dictadura oligárquica de Porfirio Díaz. El Siglo XX. La gran tragedia del empeño de Madero en 1910 no fue tanto su asesinato luego del cuartelazo de Victoriano Huerta, sino que al final su lema, “sufragio efectivo”, sirvió de bandera a la “dictadura perfecta” del PRI. Y es que la Revolución desembocó no en la democracia buscada sino en la modernización de su opuesto: el viejo autoritarismo. En los 1930 el cardenismo dio todo su apoyo a los sindicatos —a la CTM— y organizó en la CNC a los campesinos a los que había dotado de la tierra y las armas para que la defendieran. Sin embargo, el post cardenismo bloqueó las rutas hacia la autonomía de esas organizaciones y convirtió a éstas en apoyos de un sistema antagónico a los intereses de obreros y campesinos.

La crisis de 1982 y el Tratado de Libre Comercio de 1993, hizo a México más dependiente que en el pasado de Estados Unidos. El sistema financiero que una vez fue nacional terminó tan o más extranjero que durante el Porfiriato. Finalmente, el crecimiento económico del último cuarto de siglo se puede calificar de todo menos de fuerte: la “utopía industrial” de mediados del siglo pasado terminó en el desastre actual.

Y llevando el análisis al campo de lo estrictamente procedimental, las reformas electorales son otro ejemplo de resultados inesperados. Cuando el PRI estaba en control de todo, y bajo el principio de “lo que resiste apoya”, sus líderes empezaron a abrir espacios para la oposición aunque sin darle poder real, pero una cadena de eventos no previstos condujo de la reforma de 1996 a las derrotas priistas de 1997 y 2000. Lo que se ideó como un simple “cambiar para que todo siga igual” terminó por desembocar en lo que pareció ser el fin a 71 años de control priista de la presidencia.

Como la historia no se detiene, lo que por un momento pareció que iba a instalar a México en una etapa superior de su desarrollo político, ha terminado, de nuevo, en un gran fiasco. La conducción del cambio de régimen político quedó en manos de Vicente Fox y su grupo que, casi de inmediato, mostraron poseer tres características que dieron pie a la actual “democracia tonta” (Lujambio dixit) que tenemos: una impericia política extrema, una ausencia total de sentido de proyecto histórico y una clara disposición a seguir las prácticas corruptas de sus predecesores priistas. Hoy el “cambio” de 2000 corre el peligro de desembocar en el retorno del PRI a Los Pinos en 2012.

Un ejemplo de una política muy específica, que se puso en marcha con un objetivo y cuyo resultado ha sido muy distinto de lo esperado, es la llamada “guerra contra el narcotráfico” que Felipe Calderón declaró al inicio de su gobierno.

El objetivo inicial era doble. Por un lado, recuperar zonas que ya estaban fuera del control del Estado. Por el otro, ganar con una política de fuerza que tanto gusta a la derecha, la legitimidad que no le había dado el tipo de elección del “haiga sido como haiga sido” en 2006. Sin embargo, tres años y pico y alrededor de 14,000 muertos después, la situación no sólo no ha mejorado en ninguno de los dos sentidos que se pretendían, sino que posiblemente haya empeorado.

Conclusión. Maquiavelo lo expresó de manera poética pero clara. En materia de decisiones y acciones políticas se puede tener el mejor conocimiento posible de qué y cómo, pero el resultado final de las acciones emprendidas depende en buena medida de un factor sobre el que nadie tiene control: la fortuna.

Si tanto líderes como naciones están a merced de la veleidosa fortuna, entonces cuando un empeño termina en fracaso, ese resultado puede atribuirse tanto a fallas en su concepción como a errores de aplicación, traiciones, etc., pero también a la mala suerte. Lo único que no depende de la fortuna es la moral. Y si se fracasa, al menos algo permanece: la congruencia entre el decir y el hacer. México, D.F.

ideasypalabras@prodigy.net.mx ————— *) Historiador y académico.

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