jueves, 28 de enero de 2010

Complicidad e irresponsabilidad en el caso de Cabañas

Los Grandes Días Manuel Mejido Organización Editorial Mexicana 28 de enero de 2010
Delegado a la medida
* Complicidad e irresponsabilidad en el caso de Cabañas

* Tratan de responsabilizar al delegado de Álvaro Obregón

* El disparo es parte de la violencia que se vive en el país


El tiro que un criminal le dio en la cabeza al futbolista Salvador Cabañas no es responsabilidad del jefe delegacional en Álvaro Obregón, Eduardo Santillán, que ni jaló del gatillo, ni emitió el permiso para que funcionara el establecimiento, ni permitió el acceso a las personas que se encontraban en el Bar Bar de Insurgentes Sur, de la Ciudad de México.

Los medios de comunicación, propiedad de los mismos dueños del Club América, echan lodo en todas direcciones para exigir el inmediato esclarecimiento del intento de homicidio sufrido por Cabañas, para exculpar al futbolista buscaron un culpable a la medida y lo encontraron en el jefe delegación de la demarcación donde está ubicado el bar.

La policía ya tiene el nombre de los presuntos responsables. José J. Balderas Garza, alias "El JJ" o "El Modelo", fue quien presuntamente disparó el arma, sin motivo aparente, en el baño de ese bar, muy poco recomendable para personas de buen vivir, sobre todo un lunes a las cinco de la madrugada, hora en que se supone que los hombres de trabajo se alistan para iniciar su jornada diaria.

Balderas Garza era escoltado por un sujeto identificado únicamente como Francisco, mejor conocido en el bar como "El Contador", quien también es buscado por complicidad, a quien la Procuraduría del Distrito Federal confundió con un hombre que está tras las rejas.

Curiosamente el propietario de ese bar, Simón Charaf, en 2006 trabajó con Televisa produciendo y asesorando el programa "El Bar Provoca", que se desarrollaba en ese antro, hoy satanizado mil veces por la propia televisora en sus diversos programas de noticias.

El delegado Eduardo Santillán no obligó a Salvador Cabañas y a sus acompañantes a estar a las cinco de la madrugada ingiriendo alcohol, cuando el futbolista tendría que estar descansando para presentarse a las nueve de la mañana para entrenar con sus compañeros del club, porque su trabajo le es espléndidamente remunerado con 150 mil dólares mensuales.

El responsable de accionar el arma que lesionó a Cabañas, José J. Balderas Garza, es quien debe estar en la cárcel por ser el ejecutor del delito de tentativa de asesinato, penado por las leyes nacionales.

Hubo también responsabilidad del dueño del bar por no ordenar un cacheo efectivo a los parroquianos que sea realizado por personas entrenadas en esos menesteres y no por cualquier adolescente o cocinero sin trabajo.

También es evidente que quienes asisten a ese bar, que funciona como club privado, cuentan con una membresía de exclusividad que equivocadamente consideran como un derecho de impunidad para realizar cualquier tipo de fechoría. Los "influyentes" clientes del lugar, tampoco permiten que sus guardaespaldas sean cachados a la entrada del bar.

Las voces airadas, especialmente de los comentaristas deportivos que muy poco saben de los reales problemas del país y en donde se encuentran las raíces de la violencia en México, no se han cansado de vociferar en demanda de que aparezcan los culpables. Eso lo queremos todos, pero también el pueblo exige que se resuelvan los 15 mil 811 asesinatos ligados al narcotráfico y al crimen organizado que se han cometido en México desde el 1 de diciembre de 2006 hasta el pasado martes.

De esa violencia nacional que, por supuesto, castiga también al Distrito Federal, no es responsable el delegado político de Álvaro Obregón, Eduardo Santillán. Se trata de una grave descomposición del tejido social mexicano que el Gobierno de la República ha sido incapaz de corregir.

Desde Los Pinos casi a diario se habla sobre el combate al crimen organizado y de los buenos resultados que están obteniendo las policías y un Ejército Nacional indebidamente empleado por la Presidencia en labores de seguridad pública.

El Ejército en las calles sólo demuestra la incapacidad del Estado y de las policías para enfrentar un problema que es absolutamente de seguridad pública, no de seguridad nacional.

Cada vez que algún famosillo, de las televisoras o los deportes se mete en problemas o tiene algún percance de tipo policiaco, se hacen manifestaciones públicas propias de un país del quinto mundo, no del tercero como es México, manipulado desde los medios electrónicos de comunicación.

Ahora fue Salvador Cabañas quien recibió, aparentemente sin motivo, un tiro en la cabeza. Pero en octubre de 2007, Fabián Lavalle, que trabaja en el mundo de la farándula, recibió una paliza de un tipo que contrató para tener sexo, pero como no le pagó lo acordado le propinó una muy merecida tunda.

Se hizo un escándalo enorme y la pareja de Lavalle sigue en la cárcel y el "comunicador" goza en libertad de todos sus excesos pervertidos, que, desde luego, le solapan muy bien sus compañeros de las televisoras.

Antes de difamar y calumniar a diestra y siniestra, quienes supuestamente "dirigen" la opinión pública tienen que ser responsables y cuidadosos en lo que expresan, porque manipular los hechos no es más que una faceta más de la podredumbre nacional.

mejido@elsoldemexico.com.mx

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