jueves, 11 de febrero de 2010

Adolescentes embarazadas, al alza

Adolescentes embarazadas, al alza
Priscila Vera Hernández El Universal 10 de febrero de 2010

Una de las etapas más importantes en la vida de cualquier individuo es el inicio de la vida sexual. La Encuesta Nacional de Juventud del 2005, afirma que las mujeres inician su vida sexual en promedio a los 18 años y los varones a los 17.1 años.
Existen muchos fenómenos que se asocian a la primera relación sexual. En México, podemos mencionar el grado de escolaridad como uno de ellos, ya que un alto porcentaje de mujeres que no completaron la educación primaria tienen su primera relación sexual antes de los 15 a diferencia de las mujeres que llegaron al nivel de preparatoria.
En nuestro país los jóvenes inician sus relaciones sexuales a más temprana edad, siendo en muchas ocasiones, experiencias no planeadas, poco informadas y sin protección. De acuerdo a los datos de la Encuesta Nacional de Juventud del 2005, los jóvenes que han tenido relaciones sexuales en México, representan 48.7% del total, los cuales iniciaron su vida sexual entre los 15 y 19 años de edad.
Hablar de un embarazo no planeado no es un tema menor y menos aún cuando hablamos de embarazos adolescentes. El embarazo durante esta etapa, es un reto de salud pública debido a los riesgos que enfrentan la madre y el hijo durante el periodo de gestación.
Los riesgos que pueden presentar las adolescentes embarazadas son: trastornos digestivos, abortos espontáneos, anemia, infecciones urinarias, hipertensión arterial gravídica, mortalidad fetal, parto prematuro, entre otros.
Los principales riesgos que los hijos de madres adolescentes pueden presentar son: bajo peso al nacer, mayor incidencia de muerte súbita y mayor incidencia de malformaciones congénitas. En este sentido, los problemas psicológicos no son menos importantes. En ocasiones, para la madre después del embarazo existe una gran dificultad para su reinserción social, escolar y laboral. Esto la puede llevar a posponer o a desistir de sus metas y de su plan de vida, lo que podría generarle una gran frustración si no recibe apoyo y ayuda por parte de su entorno inmediato.
Por ello, es indispensable que pensemos que el embarazo no deseado es prevenible, situación que precisa la armonización, integración y permanencia en las acciones implementadas para la población juvenil.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Violencia en el Noviazgo (ENVINOV), el 99.2% de los jóvenes tiene conocimientos sobre los métodos anticonceptivos. El lugar donde reciben principalmente esta información es la escuela con el 86.5%; el segundo lugar, es través de los amigos con el 21.3% y en tercer lugar, en alguna institución con el 15.5%.
Aunque expresan tener conocimiento acerca de los métodos de prevención de embarazos, las estadísticas reflejan que no llevan a cabo el uso adecuado y persistente de los mismos, exponiéndose a un embarazo no planificado.
Es importante destacar que para que los índices de embarazos no deseados entre adolescentes disminuyan, debemos realizar un trabajo interdisciplinario entre las instituciones y la sociedad civil. Hay que tomar en cuenta que la transmisión de estos conocimientos, comienzan a través de una educación sexual integral desde el aula, pero sin dejar de reforzar el papel que representa la familia, (ya que como bien nos muestran las estadísticas los padres de familia no son una fuente de información a la cual recurren los jóvenes).
Finalmente, atender este fenómeno es una tarea que debemos enfrentar de manera corresponsable empoderando a los jóvenes respecto de sus derechos y responsabilidades, con información veraz y oportuna, así como el fortalecimiento de sus capacidades en los procesos de toma de decisiones.
Directora del Instituto Mexicano de la Juventud

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