jueves, 18 de febrero de 2010

La culpa es de los juarenses

La culpa es de los juarenses
José Carreño Carlón El Universal 17 de febrero de 2010


En el amasijo de violencia, reparto de culpas y traiciones que invade nuestro debate público —y en el marco de la nueva visita del presidente a Ciudad Juárez— toma forma en nuestros medios una serie de nuevas polarizaciones y nuevos pretextos para la crispación.
A menos de una semana del jueves negro de la accidentada visita presidencial, están por un lado las actitudes francamente jubilosas de algunos espacios mediáticos que repiten hasta la saturación los severos reproches directos al presidente Calderón en aquella ciudad fronteriza. Y frente a ellas están las actitudes de quienes parecerían hacer recaer alguna suerte de culpa sobre los agraviados a quienes se les atribuyen excesos o deficiencias en el planteamiento de sus quejas, reproches y reclamos al gobierno por las muertes y otras pérdidas producidas por la violencia criminal.
Está también la ofensiva mediática originada en el PAN-Gobierno contra su propio secretario de Gobernación por la “traición” de negociar, es decir, por ejercer una actividad esencial de la política y del puesto que todavía trata de desempeñar Fernando Gómez Mont. Y todavía le agregan un agravante por el hecho de haber negociado específicamente que el PAN no se uniría al PRD para vencer al PRI en los Estados, a cambio de mantener con este partido —mayoritario en el Congreso— una interlocución elemental para gobernar el resto del sexenio. (Por consideración a quien dicen defender, no habría que insistir en una “traición” adicional de Gómez Mont: la de no haberle avisado al Presidente del arreglo, porque éste era tan conocido entre políticos y periodistas en diciembre, que hasta pena da la versión de que el Presidente no estaba enterado o no se quería dar por enterado.)
Mensajes oficiales y populares
El caso es que los espacios de los medios se dividen hoy entre quienes nos venden a Gómez Mont como un Judas al pie de la horca política, frente a quienes lo presentan como un solvente interlocutor político. Y algo parecido ocurre con el objeto de la discordia intra-panista: las alianzas. Unos las ven como un fraude a la democracia y otros como la plataforma de lanzamiento de una democracia en la que todos puedan aspirar a la alternancia en la Presidencia de la República, menos el PRI.
Por ello es cada vez menor la atención pública a tantos desfiguros de los actores políticos, en contraste con el atractivo de los mensajes de los actores sociales. El ejemplo más sobresaliente es el de Luz María Dávila, la madre de dos de los jóvenes acribillados en Juárez hace 17 días. Fue este mensaje de la mujer del pueblo que le negó la bienvenida al Presidente con palabras cargadas a la vez de reivindicación, ternura y desafío, el que desplazó de los medios los discursos oficiales de la semana y se convirtió en la noticia más comentada en los propios medios y en uno de los primeros temas de conversación y discusión del público.
Política y contrición
La válida observación que Héctor Aguilar Camín ha colocado con fortuna en diversos medios, en el sentido de que las protestas sociales de la semana se concentran en el rechazo a los gobernantes y no condenan a los criminales que originaron la devastación física y la desmoralización de Juárez, tiene al menos dos explicaciones.
La primera es que los protestantes no tuvieron esta semana ante ellos a los criminales, sino a los gobernantes que no han cumplido su responsabilidad de evitar que los criminales maten a sus hijos. La segunda sería que el Presidente no fue a Juárez con una estrategia de restauración de la confianza en las instituciones, sino con una actitud de contrición por haber agraviado a las víctimas más recientes de las bandas.
En este amasijo de violencia, traiciones y repartos de culpas —como los que pueblan La culpa es de los tlaxcaltecas, el relato alucinado de Elena Garro— hay que eludir el riesgo de sugerir alguna forma de connivencia de los agraviados con sus victimarios. Para no salir ahora con que la culpa es de los juarenses.
Académico

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