miércoles, 3 de febrero de 2010

Una reforma diseñada desde adentro

Una reforma diseñada desde adentro
Andrés Lajous El Universal 01 de febrero de 2010

En general este intento de reforma política no puede ser mal recibido, por lo menos es una oportunidad para discutir e imaginar cómo el sistema político podría funcionar de otra manera.
Sin embargo, me temo que el diagnóstico al que responde sólo refleja una perspectiva desde donde se miran los problemas: la perspectiva de quien ya está adentro del sistema.

El “sistema político” que nos ofrece la iniciativa de reforma es un sistema que tiende al bipartidismo, que rompe la disciplina de partido, y que le da más poder el Presidente de la República. Estos tres elementos no son en sí mismos malos. Su funcionamiento, y los resultados que generan dependen del contexto en el que operan y de los intereses en torno a los que se acomodan.
De estos tres elementos, se puede ver cómo imagina el Poder Ejecutivo que el poder debería ejercerse en nuestro país. Desea controlar la agenda legislativa a través del veto parcial y la iniciativa preferente, desea que sus propuestas se discutan a partir de dos posiciones en el Congreso —la propia con mayoría a partir de la “coalición” (entre comillas)—, de la segunda vuelta y el alto umbral de acceso a la representación de 4%, y desea que la indisciplina de partido, generada por la reelección con las nominaciones de partido amenazadas por candidaturas independientes, permitan construir mayorías contingentes con legisladores indisciplinados.
El voto nulo fue un grito de descontento. Fue la manera de decir “nadie me convence” a partir de un claro y chocante diagnóstico de “todos son iguales”. Y claro, no todos son iguales como lo demuestran en la legislación que promueven.
La mejor manera de responder a las y los descontentos del voto nulo, es ampliando la diversidad en la competencia electoral y en la representación, no cerrándola. Entre más diversidad haya es más probable que los votantes encuentren representantes afines a sus preocupaciones. Entre menos diversidad haya, es más probable que más ciudadanos nos sintamos fuera del sistema político.
Las candidaturas independientes, en este momento, me parece que son el único mecanismo que se ofrece para ampliar la diversidad en la representación. Sin embargo, creo que probarán sus limitaciones en la práctica pues servirán, sobre todo, para que quienes tienen cargos públicos puedan hacer amenazas creíbles a las dirigencias partidistas.
Atiendo estos dos problemas porque creo que revelan el eje de los límites y errores de la iniciativa de reforma presentada. En la exposición de motivos dice “es imperativo institucionalizar la eficiencia en la toma plural de decisiones”.
Una reforma política pensada desde la exclusión tendría que pensarse con mecanismos de inclusión. No tendría que fomentar el bipartidismo sino el multipartidismo, no tendría que subir los requisitos para el acceso a la representación sino bajarlos, no tendría que endurecer aún más al sistema de partidos sino flexibilizarlo. Si lo que quiere hoy el Poder Ejecutivo es generar coaliciones de mayoría en el poder, entonces tendría que asumir el trabajo y el costo de la negociación política transparente. A partir de la diversidad en la representación, podrían aspirar a coaliciones mayoritarias que consistan en una pluralidad de intereses y que compartan un conjunto limitado pero consistente de objetivos.
La iniciativa ciudadana es el único mecanismo que abre el camino a la creación de nuevos actores, débiles, pero más fuertes que los inexistentes. La modalidad de referéndum que se propone, no es para crear nuevos actores políticos, es para darle fuerza a la Presidencia.
La reducción de diputados en la cámara parece tener como objetivo reducir aún más la posibilidad de que haya nuevos actores políticos. Insisto, para romper el secuestro que viven las instituciones por intereses particulares y minoritarios, lo que se necesita son más y nuevos actores, más intereses, más precisos, que estén dispuestos a negociar con transparencia. Se necesita pluralidad para que alguien ofrezca una coalición de gobierno, no una electoral, porque necesita tener mayoría, y para que alguien acepte una coalición, de gobierno, no una electoral, porque quiere ser parte de ella.
Activista político

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