sábado, 6 de marzo de 2010

Fracaso de la política migratoria mexicana

Fracaso de la política migratoria mexicana
Rubén Moreira Valdez El Universal 05 de marzo de 2010

“solo voy con mi pena… Me dicen el clandestino por no llevar papel. Pa’ una ciudad del norte yo me fui a trabajar”: Manu Chao
El fenómeno migratorio mexicano, complejo y paradójico, ha cobrado una relevancia sin precedente. Basta mencionar que medio millón de connacionales emigran cada año a los Estados Unidos. La migración tiene además componentes terribles para el futuro del país, por ejemplo: el 40% de los que migraron cuentan con estudios de bachillerato y hay un grupo importante de profesionistas.
Al flujo que sale del país, se suman otras características de este fenómeno migratorio: la deportación cada vez mayor de connacionales y la violación de sus derechos humanos, los movimientos de población en el mismo territorio, el arribo a México de migrantes que van de paso y de otros que tienen pensado fincar aquí su residencia.
El gobierno mexicano presta escasa atención al tema. La estrategia se concentra esencialmente en la cooperación bilateral orientada a alcanzar soluciones en beneficio de las partes. A la fecha no se han podido concretar las reformas a la Ley Migratoria en EU y sólo se han suscrito acuerdos con Canadá para la estancia temporal de trabajadores.
Las perspectivas no son alentadoras. La prioridad del gobierno de EU es reactivar su economía. El tema migratorio se considera un asunto interno vinculado a la seguridad nacional, por lo que su política en la materia es poco tolerante a la indocumentación. De hecho existen iniciativas orientadas a obstaculizar y criminalizar la migración indocumentada, además del surgimiento de grupos radicales que realizan acciones para desalentar su entrada.
México tiene un gran problema, que también es cíclico: lo mejor de lo nuestro se va por falta de oportunidades. Su salida nos resta competitividad, pero su trabajo genera las divisas que requerimos.
El primer paso para atender el problema migratorio es reconocer lo obvio, se trata de un problema social cuya raíz es la pobreza, la falta de crecimiento económico y la consecuente pérdida de oportunidades. Además los expulsados padecen una serie de contrariedades producto de un Estado que no garantiza los mínimos de seguridad y que en el extranjero no tiene un prestigio que le permita influir en la agenda de otras naciones.
Atender el problema con éxito significa actuar en dos planos: el primero combatir sus causas, el segundo evitar a corto plazo los perjuicios que se ocasionan al migrante y a sus familias. La solución deseable va más allá de los acuerdos migratorios, por más necesarios que estos sean en lo inmediato.
En el primer plano: se requiere activar la economía de las zonas expulsoras, considerar no sólo la estabilidad macroeconómica, sino la reactivación de nuestra economía, una mejor distribución del ingreso nacional y la reducción de las brechas económicas y sociales de individuos y regiones.
En lo inmediato impulsar entre otras cosas: la inclusión del tema migratorio en la agenda de EU, revisar la actuación de las fuerzas policiacas que tienen contacto con los migrantes, combatir las bandas que lucran de cualquier forma con ellos, atender las necesidades de las familias de los migrantes, instrumentar programas para la insertar en la vida productiva a quienes son deportados, mejorar la protección consular, dedicar más presupuesto para fortalecer el sistema de protección de los derechos humanos de estos mexicanos y construir políticas para terminar con la inmigración de menores.
Presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados

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