domingo, 4 de abril de 2010

El marxismo humanista de Raya Dunayevskaya

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Gilberto López y Rivas La jornada 2 de abril de 2010

Este año se celebra el centenario del nacimiento de la teórica y revolucionaria marxista Raya Dunayesvskaya (1910- 1987), de quien leí recientemente una de sus obras más importantes: Filosofía y revolución, de Hegel a Sartre y de Marx a Mao (Siglo XXI, 2009), en la cual se expone una perspectiva crítica del marxismo que resulta imprescindible conocer a profundidad, entre otros motivos por su contribución a la comprensión de los procesos trasformadores que actualmente tienen lugar en el mundo, particularmente en América Latina.
Ucraniana de nacimiento, Raya se instala con su familia en Estados Unidos en 1922; llega a México en 1937 como secretaria de Trotski en idioma ruso, rompiendo con él por sus divergencias políticas respecto de la caracterización de la Unión Soviética: mientras ella pensaba, sobre todo después del pacto de no agresión Hitler-Stalin de 1939, que Rusia no era más un Estado de trabajadores, el fundador del Ejército Rojo sostuvo siempre que era un Estado obrero, aunque degenerado. En 1938 regresa a Estados Unidos, donde lleva a cabo una intensa actividad política y una prolífera producción intelectual, relacionadas ambas con el periódico News and Letters, expresión de la corriente marxista-humanista que ella fundó en los años 50. Sustenta que originalmente Marx denominó sus nuevas elaboraciones teóricas no materialismo ni idealismo, sino humanismo.
Congruente con la idea de que la teoría sólo puede desarrollarse plenamente cuando se asienta en lo que las propias masas hacen o piensan, destaca que para Marx lo fundamental consistía en que el ser humano no era meramente objeto, sino sujeto; que no únicamente estaba determinado por la historia, sino que también la creaba.
A partir de estos planteamientos, Raya hace una crítica radical al vanguardismo: ¿las masas campesinas o proletarias son las forjadoras de la historia, o solamente les corresponde someterse a una dirección y recibir órdenes? ¿Deben ser masas pasivas al día siguiente de la revolución? Precisamente, en su condena al estalinismo afirma que este régimen sofocó la espontaneidad de las masas: el Estado absorbió a los sindicatos y a todas las organizaciones obreras de tal manera que la propiedad estatal, el plan estatal, el partido, eran los fetiches por los cuales los trabajadores debían ofrendar su vida.
Dunayesvskaya propone, en cambio, una perspectiva que se fundamenta en el sujeto autodesarrollado, y se alinea con Lenin, quien, a su juicio, consideró a las masas, el proletariado, el campesinado, e incluso la nacionalidad oprimida, como sujetos autodesarrollados. Lenin creía que se necesitaba un nuevo impulso teórico porque había nacido un nuevo sujeto: la autodeterminación de las naciones.
También discrepa con Trotski en su concepción del campesinado, quien no lo consideraba sujeto autodesarrollado ni tampoco le concedía una conciencia nacional ni mucho menos socialista.
Dunayevskaya mantiene, por el contrario, que la iniciativa política no es siempre patrimonio exclusivo de la clase obrera. Cuando las masas son el sujeto no debe analizarse una revolución a partir del liderazgo, sino del sujeto autodesarrollado. Afirma que Trotski siempre se preocupó demasiado del problema de la dirección, subordinando al sujeto autodesarrollado.
Aunado a esta perspectiva –muy útil para el análisis de los indígenas como sujetos autodesarrollados–, es sumamente interesante su crítica al estatismo: “el subjetivismo pequeño burgués –sostenía– siempre ha concluido aferrándose a determinado poder estatal, y lo ha hecho sobre todo en esta época de capitalismo de Estado, cuyos intelectuales están impregnados de la mentalidad administrativa del plan, el partido de vanguardia, la revolución cultural, como sustituto de la revolución proletaria”.
Considera a Jean-Paul Sartre, el extraño que se acerca a mirar, como filósofo de la derrota. Detrás del lenguaje nihilista de Sartre –afirma– acecha… nada; y como no hubo pasado, y el mundo actual es absurdo, no hay futuro.
Su crítica a Mao es demoledora: señala que con el propósito de aumentar la producción, el dirigente lleva a China a un proceso de acumulación originaria de capital mediante un capitalismo de Estado, en el que el partido tiene el monopolio del pensamiento correcto, produciéndose un despilfarro humano total, el burocratismo y la ineficiencia. Retrogradación es la palabra que resume realmente el pensamiento de Mao, esto es, lo que no representa una reorganización total de la vida, y relaciones humanas totalmente nuevas. Lo acusa de volver la espalda al aliado y camarada Vietnam, que libraba una lucha de vida o muerte contra el imperialismo estadunidense, presionándolo para firmar la pax americana. En China, la dialéctica de la liberación fue sustituida por un dogmatismo caprichoso y arbitrario, por la fetichización simultánea del marxismo leninismo-pensamiento Mao-Tse-Tung y la propia revolución mundial. La dialéctica reveló que la contrarrevolución está en el seno de la revolución.
Ante su pregunta reiterada: ¿qué sucede después de la toma del poder?, Raya responde que la cuestión del carácter imprescindible de la espontaneidad es no sólo inherente a la revolución, sino lo que debe marcar su trayectoria posterior, lo mismo que la diversidad cultural, el autodesarrollo y la instauración de una forma no estatal de colectividad.
La reinterpretación de Marx y la teoría de la revolución de Dunayevskaya son de trascendencia estratégica para las luchas por un socialismo humanista, libertario y autodesarrollado.

comentarios


  • Utopías
    Acisneros Espejel
    Dos de las más grandes utopías que han sido concebidas por el hombre son: el estado de bienestar común basado en el libre mercado y la dictadura del proletariado. Así como los golpes de estado de estado en América Latina impusieron dictaduras oligárquicas y militares de derecha, las revoluciones comunistas han impuesto oligarquías burocráticas (nomenklaturas) que funcionan como represoras de los derechos de los ciudadanos. Aunque ideológicamente distintas, los regímenes autoritarios de ultraderecha y ultraizquierda son muy similares en la práctica. Muchos dicen que la URSS al final de sus días no era el valuarte del comunismo, y es cierto. No importa cuál haya sido el plan de país que tenía en mente Lenin, la corrupción y la ambición (propias de la naturaleza humana) son lacras que destruyen cualquier concepción teórica ideal de sistema. La codicia y la corrupción nos han llevado a sufrir crisis sistémicas en los modelos capitalistas también. Es triste vivir anhelando utopías.


    • Utopías y naturaleza humana
      Ulises Palacios
      Es aventurado establecer que la corrupción y la ambición están en la naturaleza humana. De ser así, vayamos a la hamaca y durmamos el sueño de los justos, porque no hay algo más que hacer. "El mundo es así" y sanseacabó. La utopía es posible. Leo mucha decepción en sus palabras. Soy de los que creen que otro mundo es posible ("marxistas trasnochados" nos llaman ahora). Contra el nihilismo y el pesimismo, sólo el optimismo revolucionario. Sea pues. Ulises


    • Utopía y tisteza
      César
      Las utoías han sido fuente de los grandes movimientos d ela humanidad y muchas han sido exitosas aunque no se haya llegado al punto ideal o a la excelencia en la utopía (La revolución francesa y sus ideales por ejemplo, la abolición de la esclavitud y la igualdad de derechos entre blancos y negros era considerada una utopía y de hecho lo es, con sus sesgos). Si bien es cierto que la condición humana hace imposible alcanzar utopías más elevadas, el luchar por estas nos hace mejores seres humanos. No es triste anhelar utopías, es triste no pelear ni participar por un mundo mejor.


    • Anhelando utopias?
      jauregui


  • Dunayevskaya
    Ninel Guevara León
    Como al propio Trotsky, el tiempo le ha dado la razón a Raya Dunayevskaya en lo referente al sujeto que hace la revolución. Visto a distancia (ya desde 1968) Herbert Marcuse había puesto en duda el corset teórico de que quien hace historia sólo es uno: el fetiche proletarizado. Raya fue certera en su previsión su apreciación coincide con el filósofo alemán en este punto. Sin embargo, al momento de ponderar la historia, propespectivamente conviene despojarnos de nuestra mirada eurocéntrica y recordar el marxismo andino e indígena de Mariátigui y las aportaciones zapatistas en México...

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