viernes, 19 de marzo de 2010

Los dos Méxicos

Los Grandes Días 
Manuel Mejido Organización Editorial Mexicana 18 de marzo de 2010

* La Constitución garantiza igualdad para todos

* Se aplican leyes y programas sociales a modo

* Calderón reprobado y Slim aprobado por el pueblo


México es un país de desiguales, de humillados y ofendidos, aunque en su artículo primero, la Constitución prohíbe: "toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas..."

Los constitucionalistas de 1917 redactaron una Carta Magna que erradicaba el encono social, las desigualdades, pero, sobre todo, que evitaba la conformación de grupos privilegiados porque, en esencia, todos los mexicanos deberían ser tratados por igual.

Pero los políticos, tanto del siglo XX como del XXI, fueron incapaces de hacer cumplir las leyes y conformaron dos Méxicos. Uno, el de los ricos y poderosos, a quienes la justicia protege y, el otro, el de los pobres, los desposeídos y perseguidos por la ley.

Cuando el PRI era el partido hegemónico, sus gobernantes decían trabajar y proteger al pueblo, aunque sólo eran discursos llenos de triunfos inexistentes, logros invisibles e iniquidad evidente. Al amparo de las sombras, siempre beneficiaron a sus cómplices, parientes y amigos.

Para muchos, la partidocracia ha sido el fin de la "dictadura perfecta" tricolor y confirma los insipientes avances democráticos por los que atraviesa la Nación. Empero, la inmadurez política y la voracidad de quienes dirigen el país provocó un grave estancamiento, que reavivó el encono social que se había evitado durante la mayor parte del siglo pasado.

Los escándalos, las traiciones y los malos gobiernos provocaron que los políticos perdieran credibilidad ante el pueblo. Lo sorprendente fue que el hombre de la calle ya no ve a los empresarios como "el enemigo a vencer", sino a los políticos.

Según encuestas de dos diarios de circulación nacional, actualmente el 60 por ciento de los mexicanos rechaza al presidente Calderón por sus malas decisiones. Mientras que, en la misma proporción, opinan que Carlos Slim debe servir de modelo para los niños.

Los errores y la falta de rumbo de la clase política son evidentes.

Mientras el PAN representa, defiende, protege y gobierna para los hombres del dinero, en el PRD su fuerza la conforman las clases baja y media, a quienes siempre van dirigidas sus políticas de gobierno. El PRI trata de recuperar el sector de las áreas rurales, pero se ha enfrentado con el éxodo por hambre de los campesinos.

Se pierde aún más el rumbo cuando el Presidente de la República es panista, el gobernador perredista y el alcalde priísta. La clase política aún no aprende a velar por los intereses del pueblo. Se niega a aprobar cualquier propuesta que surja de la oposición.

Andrés Manuel López Obrador, durante su campaña para la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal en el 2000 y para la Presidencia en el 2006, utilizó como lema "Por el bien de todos, primero los pobres". Una frase que impactó al electorado porque sintetiza la urgencia de erradicar las demandas de la clase más golpeada por las administraciones empresariales e impopulares.

Si en México se aplicara la ley y se respetara la Constitución sin distingos de ninguna especie, el país avanzaría hacia la verdadera democracia, la del respeto al pueblo. Sería innecesario tener una ley o reglamento para cada uno de los grupos vulnerables. No se necesitaría la Ley Indígena (que duerme el sueño de los justos) ni para legalizar los matrimonios entre personas del mismo sexo. Tampoco una que proteja a las mujeres de la violencia familiar.

La Ciudad de México es un claro ejemplo de los dos Méxicos. El Gobierno capitalino creó becas y ayudas de despensa o dinero en efectivo para las personas de escasos recursos, discapacitadas, de la tercera edad e hijos de madres solteras. También, al inicio de cada ciclo escolar, obsequia útiles y uniformes a quienes cursan la primaria y secundaria. Para bachillerato otorga 800 pesos mensuales. Todos esos apoyos son exclusivamente para quienes asisten a escuelas oficiales.

Las autoridades prefieren ignorar que a colegios particulares también acuden niños de clase baja y media, algunas veces becados por instituciones filantrópicas y otras porque las cuotas son pagadas con el esfuerzo de sus padres.

La ayuda debe otorgarse a quien de verdad la necesite para que no parezca un beneficio exclusivo para las zonas donde el partido en el poder trata de ganar votos y voluntades.

Algunas ayudas locales a los grupos más vulnerables se duplican con las que proporciona el Gobierno de la República, y se ha demostrado que una familia de cinco integrantes no necesita trabajar para percibir entre cuatro y seis mil pesos mensuales. Viven con dinero del erario, con lo cual no se erradica la pobreza y sí se crea un grupo de vividores.

Equivocadamente, la administración de Marcelo Ebrard propuso que se establecieran dos esferas sociales para el cobro del agua. La de zonas consideradas de alto nivel y la de escasos recursos. La medida ocasionó un retraso en la recaudación bimestral del líquido y el enojo de la mayor parte de los capitalinos porque colonias populares, como la Jardín Balbuena, San Jerónimo, Del Valle, Cuauhtémoc o Juárez fueran calificadas en el primer rango.

La tramitología para los pequeños comerciantes y empresarios es otro grave problema que la partidocracia acrecentó. Lo que está bien para una autoridad, puede ser incorrecto para la otra. Así se las gastan los gobernantes mexicanos.

Es hora de encontrar las coincidencias que impulsen el desarrollo del país porque, de lo contrario, sólo se promoverá el encono y una iracunda desigualdad social.

mejido@elsoldemexico.com.mx

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