martes, 16 de febrero de 2010

Email o adiós a la privacidad

Email o adiós a la privacidad

Ernesto Villanueva PorEsto 15 Febrero 2010

Cada vez más, estamos expuestos a la revelación de nuestros datos personales, es decir, la información de cualquier tipo referida a una persona determinada o determinable. El Tribunal Constitucional español, en su sentencia 292/2000, estableció el reconocimiento de un nuevo derecho, en los términos siguientes: “El derecho fundamental a la protección de datos persigue garantizar a esa persona el poder de control sobre sus datos personales, sobre su uso y destino, con el propósito de impedir su tráfico ilícito y lesivo para la dignidad y el derecho del afectado…”.
Hay que decir que los datos personales constituyen una parte del derecho a la vida privada y no son sinónimos ni términos equiparables. Se trata de una cuestión importante, pero es algo que a la mayoría le tiene sin cuidado. Esto sucede porque, en casi todos los casos, la persona no sabe que tiene derechos, que lo que sucede hoy en día no es una fatalidad que no pueda ser cambiada. ¿A quién, por ejemplo, no le han hablado a su teléfono para ofrecerle la venta de servicios o productos? ¿Cómo sabe una empresa que usted o yo formamos parte de su público objetivo? ¿Quién regula los datos de estado de cuenta de sus compras de tarjeta de crédito o débito que revelan su cultura de consumo?
En suma, las preguntas pueden seguir hasta el infinito. En una democracia, el ciudadano debe ser lo más opaco posible y el Estado exactamente al revés. Lo mismo puede decirse de las empresas privadas. En días pasados, uno de los mayores peligros para la vida privada de los mexicanos fue derrotado, al menos, por ahora. Me refiero a la cédula de identidad ciudadana que la Secretaría de Gobernación pretendía elaborar como parte de la fallida política criminal del gobierno federal. Por lo que se refiere a las empresas privadas y a amplias porciones del Estado mexicano, sigue habiendo islas amplísimas de datos de los mexicanos que no han sido protegidos.
Una de las renuncias expresas, que la inmensa mayoría desconoce, es la relativa al uso de los correos electrónicos como Yahoo, Hotmail, Gmail, entre otras. En efecto, al abrir una cuenta de correo electrónico hay una parte donde uno acepta los términos del servicio. ¿Leyó usted la letra chiquita del contrato que firmó? Casi nadie lo hace. Pero entre otras cosas, usted acepta que la empresa que le presta el servicio puede definir qué es spam o correo no deseado y qué no lo es. ¿Estaría usted de acuerdo con que el cartero decidiera por usted qué correspondencia considera que le va a ser de interés y cuál no? También usted ha aceptado que el servicio será para siempre hasta que no lo sea, que sus datos de tráfico de información del correo sean vendidos o cedidos a “empresas serias”, sin que nadie precise con qué se come eso y así un sinnúmero de cesiones que ha hecho donde usted renuncia prácticamente a su vida privada a cambio de poder navegar en la red con un email. De ahí, por tanto, la necesidad de que se apruebe una Ley de Protección de Datos Personales, que incluya este tipo de rubros tan sencillos, pero tan amenazantes para todos.
Evillanueva99@yahoo.com

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