lunes, 8 de marzo de 2010

Un divorcio a la medida

Un divorcio a la medida
Edgar Rodríguez Cimé PorEsto 07-marzo-2010
En el Año Internacional de la Mujer

Me cuenta una amiga: “Cada vez que sentía lo insoportable de seguir aguantando los valemadrismos bígamos de mi ex marido y le reclamaba que ya no aguantaba más y mejor se fuera a vivir con la ‘otra’, él cínicamente me respondía: ‘No me puedes sacar de esta casa porque es mía; si no te gusta puedes irte tú’”.
Entonces, ella humildemente aceptaba no tener derechos sobre la propiedad y resignadamente continuaba “aguantando vara” con las bajezas de este prócer del machismo. Incluso, debía soportar que la “querida” en turno pasara por su hogar y se burlara de ella, junto con otras mujeres, con carcajadas incluidas.
Desafortunadamente este caso era muy común (y aún hoy quedan rezagos), tratándose de machotes como el que fuera su esposo, y hembrotas como las que debía soportar. Entonces, a la violencia física (golpes), económica (retenerle su gasto), y sexual (forzarla a tener relaciones), se sumaba la sicológica (“lárgate tú”) y ética (“la casa es mía”).
¡No hombre!, considerando este ejemplo a nuestras tatarabuelas, bisabuelas, abuelas y madres les fue como en feria con estos modelitos de macho mexicano donde Pancho Villa se quedaba chiquitito.
A 6,000 años de historia de las civilizaciones, apenas en el siglo Veinte las cosas empezaron a cambiar para el bello sexo en muchos países industrializados y subdesarrollados del mundo de Occidente, aunque estos modelos son totalmente vigentes en el Oriente en países con religiones fundamentalistas como el Islam.
Por eso me dio gusto saber de un caso en el Internet, acerca de un caso de divorcio donde el marido le dejaba muy claro al juez que la propiedad en que residían la había adquirido, junto con muebles y enseres domésticos, del producto de su trabajo, y que su esposa nunca había comprado absolutamente nada, por lo cual exigía que todo se le quedara a él.
Pero, como el caso se dio en una ciudad de Europa, donde sí se respetan los derechos de las mujeres, ante las insolentes exigencias del esposo de quedarse con todo, el fiscal del caso reflexionó muy bien la situación para dictaminar su veredicto y ser lo más justo posible.
Cuando el juez emitió su decisión, fue tan fulminante como las del sabio Salomón: A la esposa, quien se casó estando estudiando su carrera y nunca pudo concluir sus estudios profesionales por convertirse en ama de casa a lo largo de veintitantos años para dedicarse de tiempo completo al cuidado de los niños (como nodriza, niñera, puericultora y asesora de tareas escolares), lavar la ropa (lavandera ), plancharla (planchadora), repararla (costurera), llevar a los niños a la escuela y recogerlos (chofer), asear la casa (criada), cuidar el jardín (jardinera), hacer las compras del hogar (mandadera), cocinar (cocinera), hacer postres (repostera), así como sostener relaciones de pareja (amante), brindar apoyo emocional (sicóloga)…
Le correspondía, como pago por todo ese tiempo cumpliendo toda esa amplia gama de labores, el total de las propiedades; vivienda, automóvil, muebles y enseres domésticos, con lo cual quedaba saldada la deuda que con ella tenía su marido por tantos años de servicios.
Al fin, el urgido esposo consiguió el tan anhelado divorcio para poder disfrutar el resto de su vida con su amante, con la cual engañaba a su fiel compañera en las buenas y las malas.

edgarrodriguezcime@yahoo.com.mx
U mulay “Felipa Poot Tzuc”
Colectivo “Felipa Poot Tzuc”

1 comentario:

Anónimo dijo...

DEberiamos tener autoridades asi en nuestro pais dende se imparta la justicia tal y como debe de ser, sin ninguna venda que le tape los ojos y que este perfectamente la balanza.

Saludos.

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