miércoles, 24 de febrero de 2010

Narcotráfico: lavado de dinero, otro fracaso

Narcotráfico: lavado de dinero, otro fracaso
Un capo sin dinero es hombre muerto
Por Eduardo R. Huchim (*) PorEsto 23-Febrero-2010

En algunos países se percibe a México como un narcoestado, o sea como un país dominado en lo político y en lo económico por el tráfico de drogas ilícitas. Y si bien esa percepción es inexacta, sería imprudente ignorar que el riesgo sí está presente, no sólo por los territorios nacionales donde los narcotraficantes se han constituido en el poder real, sino también porque sus dineros han penetrado la economía formal del país.

Aun cuando los asesinatos asociados al narcotráfico son los que más generan la percepción de que el gobierno federal ha fracasado en su guerra contra la delincuencia organizada, en el libre flujo de sus recursos económicos está el otro gran fracaso gubernamental.

Por su impacto en el ánimo público, es natural que la atención se concentre en la sangre que corre y en la participación de las fuerzas armadas en la guerra contra el trasiego de drogas, con su cauda de violación a los derechos humanos.

El presidente de la Comisión de Seguridad Pública del Senado, el panista Felipe González, manifestó a principios de febrero de 2010 que es necesario un marco jurídico para las fuerzas castrenses, ya que “hemos dado al Ejército el papel de policía nacional y no hemos modificado su estatuto jurídico para que pueda llevar a cabo esa tarea”. En una entrevista, acusó a organizaciones como Human Rights Watch (HRW) y Amnistía Internacional (AI) de querer “vernos envueltos en sangre, quieren que empeore la situación de la violencia en el país. El único organismo que ha dado resultados en el combate al crimen organizado es el Ejército. Y las acusaciones que se hacen contra ellos por violaciones a derechos humanos, en muchos casos no tienen sustento”. (Víctor Ballinas, La Jornada, 16/02/10).

Ciertamente, se le ha dado al Ejército, en mala hora, el papel de policía nacional, lo cual, como reconoce implícitamente el senador, no tiene fundamento jurídico. Si lo tuviera, no sería necesaria la reforma que plantea, pero en un estado pleno de derecho, primero debió hacerse la adecuación jurídica y luego mandar a soldados y marinos a las calles, adonde fueron lanzados a realizar tareas para las que no están entrenados.

Lo importante no es que HRW y AI quieran o no vernos envueltos en sangre. Lo importante es que ya lo estamos. Y es discutible, para decir lo menos, la afirmación de que el Ejército es el único que ha dado resultados en la guerra antinarco. Sin desestimar los éxitos aislados de la acción militar en ese terreno, lo cierto es que las drogas siguen fluyendo a los mercados locales y extranjeros, la violencia es creciente y, sobre todo, el dinero del narco sigue avanzando en su intervención en la economía formal. De acuerdo con Edgardo Buscaglia, especialista en temas de seguridad, la delincuencia organizada ha logrado infiltrar a casi el 80 por ciento de los sectores de la economía formal que participan en el Producto Interno Bruto. No se salvan de esa infiltración ni siquiera instituciones tan respetables como la Iglesia Católica. “Claro que (la Iglesia) se ha beneficiado, directa o indirectamente, de las actividades del narcotráfico a través de aportaciones económicas, aportaciones en especie: regalo del auto, la reparación de la iglesia, etcétera…, aseguró Arturo Arango, especialista en temas de seguridad. (Verónica Sánchez, Reforma, 16/02/10). No se piense que se trata de una exageración y/o de un ataque anticlerical. Algo muy semejante dijo el 5 de abril de 2008 nada menos que el presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Carlos Aguiar Retes. Aquel día, en rueda de prensa al término de la 85 asamblea de la CEM, el obispo de Texcoco declaró que muchos narcos han buscado acercarse a los sacerdotes para redimirse y encontrar una posible salida legal y espiritual a sus actividades criminales.

El prelado explicó que la Iglesia Católica no justifica el narcotráfico, pero reconoció sus “aportaciones”. Lo expresó con estas palabras: “Son muy generosos con las sociedades de sus pueblos habituales, y en general meten la luz, ponen comunicaciones, carreteras, caminos, por cuenta de ellos. Son muy generosos, y muchas veces también construyen alguna iglesia o una capilla”. Y hay otros testimonios como el del obispo de Aguascalientes, Ramón Godínez Flores, quien en 2005 afirmó que la Iglesia recibe dinero del narcotráfico, pero se “purifica” al entrar a las arcas eclesiales.

Lavado de dinero Por supuesto, ninguno de los prelados tuvo presente que, en realidad, estaban hablando de lavado de dinero, ese aspecto de la actividad delincuencial a la que el gobierno pone insuficiente atención. Y en tanto en este rubro no se actúe con efectividad, la sangre seguirá corriendo. Como lo dijo Antonio Luigi Mazzitelli, jefe regional de la oficina de la ONU para las Drogas y el Crimen para México, Centroamérica y el Caribe, “un capo sin dinero es nada, un capo sin dinero no puede corromper ni comprar seguridad… un capo sin dinero es hombre muerto” (emeequis, 07/12/09).— México, D.F. omnia08@gmail.com ————— *) Periodista

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