miércoles, 24 de febrero de 2010

¿Y los responsables?

¿Y los responsables?
FEDERICO REYES HEROLES a.m.com.mx 23 Febrero 2010


Las escenas se repiten. Las familias, casi siempre muy pobres, con los pies en el agua, barriendo con energía lo imbatible, recogiendo entre sollozos enseres, muebles, ropa. Algún día las aguas recuperarán su cauce y en esas viviendas, habrá un recuerdo doloroso de un patrimonio que se fue con el agua. Eso cuando les va bien. Pero hay casos más graves, mujeres y hombres aparecen llorando en algún refugio, ya no tienen nada, la vivienda ha desaparecido, alguien también se ha ido para siempre. Año con año, cuando las lluvias nos recuerdan su poderío, ocurre lo mismo sobre todo en los estados con costa y con ríos caudalosos, pero igual en el altiplano, en todas partes.
Ahora fue en invierno y, para agravar la situación, fueron aguas negras las que invadieron miles de hogares. Una de las carreteras más importantes del País estuvo cerrada durante días y la historia dejó de serlo, por lo menos para los medios, ya no hay novedad, la recuperación será dolorosa y lenta. Las autoridades llevan paliativos, rara vez medidas de fondo. Primero fue el oriente del Valle de México, Chalco, Ciudad Nezahualcóyotl, etc. Pero no tardaron en aparecer otros casos de horror, Angangueo, Tuxpan en Michoacán. Cerros desgajados, colonias desaparecidas, familias destrozadas.
Todos estamos expuestos al infortunio, a ese rayo que desciende sin aviso y nos lleva. Pero si algo ha buscado el ser humano con el conocimiento es alejarse de lo que no es una desgracia sino consecuencia de la ignorancia y de la negligencia. México tiene un severo problema de asentamientos humanos en sitios no propios para la vivienda. La orografía no nos ayuda, la hoja arrugada sigue siendo un buen símil de nuestra condición. El País se encuentra en plena etapa de migración del campo a las ciudades, decenas de millones de mexicanos en las últimas décadas y en las próximas dos, han buscado y buscarán asiento en las crecientes áreas urbanas. No podemos llamarnos a sorpresa: el proceso viene de lejos y continuará.
Sin embargo la irresponsabilidad de las autoridades municipales, estatales y federales pareciera no tener límite. Quién autorizó los asentamientos en Chalco o en Michoacán o en Villahermosa o en Acapulco o dónde sea. Nadie sería la respuesta y si ese alguien existe será difícil imputarle alguna responsabilidad, porque al llegar al cargo el problema ya se había iniciado y al dejarlo continuaba. A ellos sólo les tocó administrar un brevísimo momento del proceso, por eso no hay responsables. No es un problema de información, basta revisar los excelentes mapas de riesgo de la Sedesol para ratificar lo que el sentido común indican, laderas, zonas lacustres, áreas con hundimientos, cauces de ríos, zonas con minas, etc. están hoy habitadas en espera de la tragedia. No nacen de un día al otro, son una realidad constante que conocemos. De allí el horror, muchas de las tragedias son predecibles.
La Federación, los gobiernos estatales o municipales, responsables por omisión, llegarán en auxilio de los damnificados. La Cruz Roja hará como siempre lo indecible para paliar los daños. Pero a la larga la población quedará a su propia suerte. Del empobrecimiento de esas familias ni siquiera hablamos. Pronto llegará otra tragedia que nos ocupará unos días. Pero algo no funciona. En el fondo de estas tragedias subyacen dos asuntos de nuestra vida pública. El primero es la no observancia de las delimitaciones para asentamientos. Eso no es negociable. En México seguimos la tradición de no mover a la gente porque ello es contrario a sus costumbres. Pero el hecho concreto es que los mexicanos se mudan todos los días y de forma masiva. Sin embargo la laxitud en la aplicación de las normas es total. Rara vez se respetan las zonas prohibidas para vivienda. ¿Por qué? Impedir los asentamientos en lugares indebidos es quizá de las acciones más impopulares que hay, pero alguien debe hacerlo. Fingir demencia es populismo puro. Las consecuencias están allí. Primer asunto una muy débil cultura de la legalidad.
Pero hay otra explicación. Los municipios, el orden de Gobierno más cercano a la vida cotidiana de los mexicanos, están institucionalmente impedidos de tener una visión de mediano plazo, ya no digamos de largo. ¿Qué Presidente Municipal asume la responsabilidad de un reordenamiento territorial serio, cuando sabe que su vida política dura meses? Se acaba de dar a conocer un hundimiento muy importante en la Delegación Tláhuac, se debe reubicar a más de 100 mil personas. Esa simple labor llevaría varios años. Lo iniciará el jefe delegacional o tendremos que esperar a que haya muertos y desaparecidos para recordar lo que ya se nos anunció.
Ahora que el priísmo ya dejó saber de su negativa a aprobar la reelección de los presidentes municipales, habría que preguntarles y quién les va responder en unos años a los habitantes de Chalco, Villahermosa, Angangueo, Tuxpan y un largo etcétera. Los verdaderos responsables están en San Lázaro.

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