lunes, 5 de abril de 2010

Pero son ricos!

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Ricardo Andrade Jardí PorEsto 3 de abril de 2010

“¡Pero son ricos!” responde un aspirante de abogado de una universidad privada cuando alguien comenta que es presumible que los padres estén involucrados en el homicidio de la niña Paulette. Y en la admiración del becario, de universidad privada, se deduce mucho de la lógica que el neoliberalismo ha impregnado en los jóvenes universitarios en buena parte del país. Ser rico, según deduce el futuro abogado, es ya una razón para exculpar a los presuntos culpables. Lo que además nos hace suponer que si el caso se hubiera dado en una familia “pobre” la culpabilidad y la sospecha, contra la familia, se podrían deducir de manera inmediata. Es ahí donde son urgentes las alertas. La enajenación neoliberal impregna ya todos los niveles educativos. Es la lógica del perdón para unos: “los buenos” y la condena para los otros: “los malos” y en este caso particular, los buenos son los ricos y los malos los pobres.
Es la lucha de clases llevada al terreno de la enajenación, donde la gran oligarquía conservadora no renuncia a sus discursos, como sí lo hacen, también enajenados, los que alguna vez reivindicaron un mundo distinto y que ante el supuesto “fin de la historia” no sólo abandonaron el discurso sino que se compraron la ideología neoliberal como el camino posible. “Pero son ricos” y por eso no pueden ser culpables, como si el amor al otro fuera un lazo indestructible en la riqueza, es la misma lógica del obispo de Cancún, cuando afirma que los curas violadores sexuales de niños y niñas, deben ser perdonados porque son ignorantes y no delincuentes, ese es también el argumento con el que a Succar Kuri, se le da una calidad de preso común y no de alta peligrosidad, como debe ser, pues no se trata sólo de “un rico” pervertido, sino de un empresario que armó toda una red que llega cuando menos al “góber precioso” de Puebla. Red para la explotación sexual de niñas y niños. Lo que hace suponer que no se trata de un evento de ignorancia, como tampoco es ignorancia que 200 niños discapacitados fueran abusados por un cura y que desde 1975 la jerarquía vaticana encubriera el hecho. El caso Paulette es un ejemplo de la enajenación en la que estamos inmersos los mexicanos.
Una vez que se da a conocer por parte de las familia de la niña la desaparición de ésta, en un acto de “solidaridad”, “famosos artistas” inician una campaña de apoyo a la familia, la que además llena de espectaculares la Ciudad de México, apelando a la emocionalidad melodramática en la que hemos sido educados. Sin embargo cuando una madre arma toda una investigación sobre el secuestro de su hijo, con datos verificables e igual pone espectaculares con los nombres y fotografías de los presuntos secuestradores, los “famosos artistas”, que hoy se suman al llamado de los presuntos homicidas de la niña Paulette, no responden de igual forma.
Es evidente que el melodrama de la familia Paulette, nos pega más, pues no nos muestra el rostro de los delincuentes, sino la posibilidad de que éstos se conmuevan (argumento de telenovela) y devuelvan a la niña y, sin embargo, en el caso de la madre investigadora, que además deja en entredicho la “capacidad de investigación” del ministerio público, no apela al melodrama, sino a hechos reales que revelan de forma verdadera el rostro de los secuestradores y ahí el melodrama ya no cabe. Ya no es posible la epidérmica reacción de la conmoción.
Sino que revela la responsabilidad de una sociedad que se permite tener una policía corrupta hasta la médula e incapaz de investigar el más mínimo asunto y, a la ética, nuclear, de todos aquellos que sabiendo de la identidad de los secuestradores prefirieron no involucrarse, como posiblemente ahora sí se sumaron a las redes sociales promovidas por conocidos “artistas” (la culpa, es una de las tácticas que la educación católica y neoliberal utilizan para enajenar y controlar las reacciones de la sociedad), para apoyar aunque fuera moralmente a la familia de Paulette, particularmente a la madre, que los medios de comunicación electrónicos, se ocuparon de mostrarnos una y otra vez, con la finalidad de generar raiting (por parte de la telebasura) para lograr atención ante el dolor de una madre (cortina de humo) hoy indiciada como presunta culpable de asesinato.
La cuestión es: ¿en qué sociedad nos estamos convirtiendo, donde hablar de “lucha de clases” es arcaico mientras nuestros jóvenes se educan bajo la idea de que ser rico es garantía de ser bueno y ser pobre (sea lo que sea que entendamos por pobreza o riqueza) es garantía de ser malo? Todo un ejercicio de reflexión dialéctico, aunque a algunos les parezca anacrónico.

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