jueves, 21 de enero de 2010

Un tercio

Un tercio
Economía Informal Macario Schettino
El Universal 21 de enero de 2010



Esperemos que así sea, pero mientras eso ocurre, ya tuvimos algunos cambios fiscales a fines del año pasado, que apenas ahora hay que empezar a entender. Entre ellos, el más interesante resulta ser el incremento en el IVA de 15% a 16%. Es interesante porque no va a ayudar mucho en la recaudación, pero viera usted cómo estorba a los contribuyentes.Si usted tiene, como quien firma esta columna, la mala suerte de cobrar por honorarios, sabrá a qué me refiero. Resulta que ahora hay que cobrar 16% a quien contrata nuestros servicios, problema menor, pero éste debe retenernos dos terceras partes de ese IVA. Hasta diciembre, el cálculo era muy sencillo, se cobraba 15% adicional, por el IVA, y se nos retenía 10% por ISR y otro tanto igual por IVA. Ahora no, ahora cobramos 16% de IVA, y se nos retiene 10% de ISR, y el maravilloso 10.6666667% de IVA. No se ría de la cantidad de seises, que es fundamental.
Puesto que dos terceras partes de un punto resulta ser un número infinito de seises, ya se nos complicó la vida a todos. Si alguien decide redondear a 10.67, la cantidad a retener es muy diferente de si prefiere redondear a 10.66667. No porque sea una diferencia muy grande en dinero, sino porque es diferente, y con eso basta para que haya que hacer un recibo nuevo. Déjeme darle un ejemplo: si alguien lo contrata a usted para hacer algún trabajo por el que le va a pagar 7 mil pesos, el IVA es de 1,120, y no hay problema. Pero la retención puede ser de 746.90, si se redondea a dos decimales, o de 746.69, si se redondea a tres, o de 746.67 si no se redondea (es decir, se multiplica por 2/3 el IVA causado).
Como verá, la diferencia es de unos cuantos centavos, que no tienen importancia. Pero si usted utiliza el último método, y quien le paga usa otro, elaborará un cheque por una cantidad diferente, y usted tendrá que repetir su recibo. Y éste le va a costar. Y, mientras todo mundo se acostumbra, le garantizo que vamos a sufrir.
Adicionalmente, vamos a tener que andar contando centavos, porque no hay manera de que el recibo acabe en cifra cerrada, a menos que usted esté dispuesto a buscarle a una cifra todavía peor que el 0.66 infinito. Si usted quiere una cifra cerrada en su recibo, la cantidad nominal a cobrar deberá ser 1.048951048951... repitiendo ese 048951 eternamente. Maravillas de las matemáticas, acaba uno de cualquier manera con un número irracional.
Y es que cuando se toman decisiones irracionales, ¡oh sorpresa! Acaba uno con números irracionales. El 1% adicional del IVA no va a ser gran cosa de recaudación, pero sí nos va a costar en cientos de recibos mal hechos y en muchas horas de andar cuadrando centavitos.
Es un ejemplo de qué no debe hacerse en materia fiscal: sin avance significativo en recaudación, se tienen complicaciones adicionales para los pocos contribuyentes que quieren hacer bien las cosas.
Bueno, pues esto nos permite saber cómo debe ser la reforma fiscal: exactamente al revés. Lo que necesitamos es modificar las reglas de manera que el Estado pueda recaudar más (porque ya no tenemos dinero) y que al mismo tiempo los contribuyentes vean su vida simplificada. O al menos su pago de impuestos, pues.

En el extremo, esto significaría tener un único impuesto, con una tasa única para todos, que es una propuesta que algunos economistas han ofrecido en varias ocasiones. Por ejemplo, un impuesto por persona de una cierta cantidad, o al menos de un cierto porcentaje del ingreso. Pero es un impuesto muy difícil de recaudar, de forma que otros han propuesto que ese único impuesto sea al consumo, de una tasa única, pero éste resulta muy regresivo. Así, parece que la mejor combinación es tener un impuesto al consumo y otro al ingreso, con el menor número posible de tasas. Digamos dos en el consumo (uno general y otro para artículos de primera necesidad, como les decían antes), y tres o cuatro tramos en el impuesto al ingreso. Y para que esto funcione, se tiene que aplicar a todos, sin ninguna excepción. Si se quiere que algunos sectores tengan apoyo, hay que hacerlo con el gasto, y no con los impuestos.
Finalmente, se pueden establecer impuestos adicionales para dos cosas: una, evitar que los contribuyentes se escabullan (con impuestos a la herencia o a la propiedad, por ejemplo). La otra, para afectar los incentivos que tiene la población. Por ejemplo, para que gasten menos agua, o consuman demasiado combustible, o para reducir el consumo de sustancias que dañan la salud y tendrán un costo social. Para eso se usan los derechos y el impuesto especial.
Como ve, no hay mayor ciencia en esto. No es un problema técnico. La cosa es que hay muchos mexicanos que nunca han pagado impuestos, y no quieren pagarlos. O que se han dedicado por décadas a eludirlos y evadirlos, y no quieren dejar de hacerlo. Bueno, pues eso es la política, el gran esfuerzo de coordinar los intereses de unos y otros. Si los políticos hacen bien su chamba, tenemos una ganancia social a la vista, con una buena reforma fiscal, que les costará a algunos. Unos algunos que son millones, por cierto.
Pero si los políticos no logran ponerse de acuerdo, entonces verá usted cómo el costo será monumental, y para todos. Así es la acción colectiva, cuando hay acuerdo estamos mejor, pero cuando no lo hay, hay grupos que ganan. Nada nuevo, así llevamos 6 millones de años...
Lo que necesitamos es modificar las reglas de manera que el Estado pueda recaudar más (porque ya no tenemos dinero)

No hay comentarios:

Publicar un comentario