sábado, 27 de febrero de 2010

Los candidatos

Los candidatos
Línea directa Ezra Shabot El Universal 26 de febrero de 2010

En México, las diferencias ideológicas entre los partidos políticos principales han pasado a un segundo lugar, al menos en la estrategia electoral destinada a ganar la mayor cantidad de comicios estatales durante este año.
La formación de coaliciones está más ligada a la fuerza que pueda demostrar determinado candidato, que a la coincidencia de intereses entre partidos de signo opuesto. Así, una figura como Xóchitl Gálvez en Hidalgo provoca la confluencia de intereses entre la izquierda perredista y la derecha panista, a partir de lo que esta mujer representa y cuyo atractivo mayor es la posibilidad real de derrotar al cacicazgo priísta en esa entidad.
Sin demeritar los atributos que puedan poseer estos candidatos carismáticos, el eje de la decisión es claro: poderle ganar al PRI. Por ello el abandono de cualquier opción propia en Durango, donde un priísta disidente como José Rosas Aispuro se convierte en forma casi mecánica en el abanderado de la coalición izquierda-derecha, bajo el principio de que sólo un liderazgo local priísta puede derrotar al aparato partidario tricolor.
El caso poblano presupone la alianza en torno a un nombre popular en ese estado, como lo es Moreno Valle, bajo la promesa no siempre demostrable de la capacidad movilizadora del SNTE de Elba Esther Gordillo, lo que resulta aceptable incluso para el PRD antielbista.
Finalmente el caso Oaxaca, que tanto daño ocasionó a la relación entre Gómez Mont y su partido, coloca a un candidato estrechamente ligado a López Obrador como lo es Gabino Cué, en el espacio de aceptación de los panistas pragmáticos. El común denominador de toda esta diversidad estatal es, como en el 2000 e incluso antes, la necesidad de ganarle al PRI a cualquier precio como condición indispensable para establecer el juego democrático en esas entidades.
Grandes paradojas. Un sistema democrático basado en fuertes estructuras partidarias, se somete a figuras poderosas capaces de ganarle elecciones a maquinarias electorales aceitadas por grandes cantidades de dinero. Los estados en donde los partidos poseen cada uno de ellos figuras fuertes, ahí no hay posibilidad de alianza alguna como lo es el caso de Veracruz. Si esta estrategia de establecer coaliciones opositoras obtiene uno o dos triunfos, la tentación por ampliar el pacto entre la derecha y la izquierda para el 2011 en el estado de México podría ser una realidad y una amenaza real para el gobernador y precandidato a la Presidencia, Enrique Peña Nieto.

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