martes, 30 de marzo de 2010

¿Qué hacen los legisladores?

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Editorial El Universal 29 Marzo 2010

Los legisladores de este país tienen un serio problema con los plazos, incluso con los que ellos mismos se imponen. Fue el caso de la elaboración del Presupuesto de la Federación 2002, de la inconclusa reforma del Estado en 2007, de la designación de nuevos consejeros del IFE en 2008 y en próximos días, muy probablemente, de las 13 reformas que el Senado aún no ha resuelto, pese a que fueron definidas como “prioritarias” por su Junta de Coordinación Política. ¿Las causas? Quizá falta de voluntad política, distracción electoral o simple ignorancia, pero en el fondo la opacidad es la madre de todos esos vicios.

La opinión pública acerca del trabajo en el Poder Legislativo se basa en las imágenes de las sesiones del pleno en ambas cámaras, en los improperios que emiten diputados y senadores con motivo de las alianzas electorales, las tomas de tribuna, entre otros espectáculos. No por nada diputados y senadores están a la cola de la apreciación ciudadana. El problema es que eso que vemos es apenas la punta del iceberg de la labor parlamentaria.
Sabemos, porque hubo un acuerdo público al respecto, que el Senado de la República está en vías de incumplimiento de sus plazos, pero no conocemos las razones detrás de ello. Las explicaciones pueden ir desde el exceso de iniciativas de ley hasta la ausencia de senadores que prefirieron hacer campaña en sus estados. La realidad es que únicamente nos enteramos de lo que es imposible ocultar, como las votaciones en el pleno, o la discusión entre bancadas por la asignación presupuestal de cada año.
Desconocemos si los legisladores siquiera cumplieron con el mandato constitucional de reunirse una vez al mes en sus respectivas comisiones. A veces muchos temas no llegan a ser dictaminados porque nunca hubo quórum para hacerlo, un requisito que refleja los compromisos de un congresista pero que ningún ciudadano tiene posibilidades de confirmar.
¿Y por qué los legisladores pueden ocultar desde los millones que llegan a sus bancadas hasta las listas de asistencia? Porque nadie los obliga a la transparencia. El IFAI está limitado a actuar sobre el Ejecutivo federal y la Auditoría Superior de la Federación está jerárquicamente supeditada a la Cámara de Diputados.
En un verdadero régimen de transparencia, la Cámara alta estaría obligada a registrar y divulgar cuántas veces hubo sesión al interior de las comisiones legislativas, qué discutieron, quiénes asistieron o quiénes no, así como los temas abordados y los votos emitidos. De esa manera se sabría exactamente a quién culpar y por qué de los retrasos y las inacciones.
En este momento los legisladores son flojos o laboriosos según su escala de valores. Debemos hacer que sean lo segundo por obligación y no sólo por gusto.

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