miércoles, 7 de abril de 2010

2010: un crecimiento inercial

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José Luis de la Cruz Gallegos El Universal 5 Abril 2010
 
La revisión económica permite establecer que el crecimiento de México además de ser insuficiente para reparar los daños de la crisis, en realidad se encuentra vinculado con la actividad industrial de exportación encaminada hacia Estados Unidos. La reactivación de la industria automotriz, de la computación, de la maquinaria y equipo eléctrico así como del sector textil es parte de un escenario positivo únicamente válido para los segmentos económicos dependientes del país estadounidense.
Los resultados permiten inferir la existencia de una realidad diferente para el mercado interno nacional. A diferencia del crecimiento de 3.6% reportado por la actividad industrial durante el mes de enero, en el caso de los servicios el incremento reportado fue de únicamente 1.8%, cifra realmente modesta si se le compara con la contracción observada en el mismo mes de 2009.
La explicación de esto radica en la creciente debilidad del mercado interno. Las bajas observadas en el comercio al por menor y en los ingresos de las empresas de servicios que no están vinculadas con un sector financiero altamente especulador, se han conjuntado con otros dos factores que sin lugar a dudas representan un serio desafío para lograr concretar una recuperación económica que beneficie a la mayor parte de la población y que realmente sea sustentable.
El primero de los factores es el empleo. En el primer bimestre de 2010 se ha observado una tasa de desocupación promedio superior a la contabilizada durante el mismo periodo del año pasado, sintetizando con ello que las cifras festinadas por las autoridades federales en referencia a que de acuerdo al IMSS se ha repuesto lo perdido en materia laboral no es del todo correcto.
Si se observan los meses de febrero de los últimos 10 años la tasa de desocupación de 2010 es la más elevada, por lo que su discrepancia con las cifras del IMSS que marcan más trabajadores afiliados, puede radicar en que lo último contabilice no a la generación de empleo, sino a gente que ya tenía una ocupación pero que no contaba con una prestación de seguridad social que por ley le corresponde gozar.
A la debilidad del mercado laboral se le debe añadir un segundo elemento igualmente preocupante: la escalada en materia de precios. La inflación de 5.1% reportada para la primera quincena del mes de marzo resume la pérdida de poder adquisitivo que la población está enfrentando en elementos básicos como el consumo de frutas y verduras (25.5%). El hecho de que la inflación para los sectores de bajos ingresos sea la más elevada, particularmente en alimentos (7.9%) y transporte (8%), implica que para los 23 millones de mexicanos en pobreza alimentaria la realidad que plantea el 2010 dista mucho de traducirse en el inicio de la recuperación.
La incertidumbre que plantean tanto la debilidad del empleo como el aumento en los precios no hace sino mermar la capacidad de recuperación de un mercado interno marcado por una pobreza y desigualdad estructural y ante lo cual la política económica aplicada es la de aumentar impuestos, precios de combustibles, y como lo reflejan las estadísticas de finanzas públicas del mes de enero gastar más en prestaciones de los servidores públicos y menos en infraestructura.
En este sentido, el crecimiento inercial que el sector exportador está exhibiendo no puede utilizarse como fundamento para estimar que la crisis ha quedado atrás, y principalmente la razón se encuentra en que el modesto aumento del PIB no resuelve el problema realmente estructural de la economía mexicana: un mercado interno pobre, con empresas poco competitivas y un enorme gasto de gobierno ineficiente.
La magnitud de la tarea pendiente para corregir lo anterior requiere un ejercicio de liderazgo político que lamentablemente hoy parece ausente. Terminar con la gestión política de corto plazo y netamente electoral es imprescindible. No puede pensarse en que encaminar los esfuerzos públicos y privados hacia la inversión productiva, la educación de calidad y la generación de empleo podrá realizarse sin una verdadera visión de Estado. Por tanto parece claro que para pasar de la recuperación inercial a un crecimiento económico vigoroso y sustentable primero se deberá realizar una reforma del Estado, de otra manera la reactivación económica sólo será temporal.
Director del Centro de Investigación en Economía y Negocios del ITESM, Campus Estado de México

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