sábado, 6 de febrero de 2010

¿Y si fueran sus hijos?

HTML clipboard ¿Y si fueran sus hijos? Julián Andrade PorEsto 5 Febrero 2010
Comprender la lógica y los motivos de un crimen en modo alguno significa justificarlos.
Los padres de los jóvenes asesinados en Ciudad Juárez tienen razón en estar furiosos y dolidos con la autoridad. No nos engañemos, cada crimen es en sí un fracaso de la autoridad, que no supo prevenirlo.
Apelar a los costos asociados a la guerra es bastante delicado en estos momentos. Es tiempo de ponernos, pero en serio, de parte de las víctimas, a ellos hay que responderles y cumplirles.
“¿Y si fuera su hijo?”, preguntaron a las autoridades municipales, estatales y federales, el lunes durante los velorios. La reportera Hérika Martínez, del diario El Norte, de Ciudad Juárez, escribió una nota en la que se refleja la indignación de familias destruidas por la barbarie de los sicarios.


En efecto, hay que ponerse en los zapatos del otro para medir el nivel de la tragedia.
Los familiares escribieron lo siguiente: “La voz no nos alcanza para que nos escuchen, por eso traemos cartulinas, queremos que todos se unan para que las autoridades nos den la cara”.
Sin duda el discurso tendrá que cambiar y cuando menos ante ellos. ¿Qué van a decirles que no suene a retórica? La verdad lo ignoro, pero algo tendrán que explicar los responsables de combatir a la criminalidad.
¿Cuándo se pudrió Ciudad Juárez? Es difícil saberlo, pero ya son años en los que la violencia se hizo dueña de sus calles.
Nunca fue una frontera fácil. Los narcos siempre la han disputado porque es un lugar estratégico para el trasiego y la venta de drogas.
Era, sin embargo, una ciudad vibrante y con una vida nocturna que sólo terminaba con la salida del sol. Existía un orgullo al recorrer sus calles, al ver, a lo lejos, los pequeños cerros que anuncian El Paso, Texas.
La gente ahí es emprendedora y trabajadora. No se dejan y lo han demostrado en más de una gesta cívica. Lograron, en los años noventa, que los policías judiciales dejaran de extorsionar a la población y se dedicaran a combatir a los maleantes.
La vida universitaria también es de una intensidad notable, en la que convive la mezcla de las culturas, el aprendizaje que sólo tienen los que viven en las fronteras.
Ahí también inició, de algún modo, el cambio democrático y la alternancia es un modo de hacer política.
Por eso, entre otras cosas, es triste lo que está ocurriendo.
La gente en Juárez sabrá reponerse a una de las etapas más angustiosas de su historia. Hay que empezar, sin embargo, por poner a las víctimas en el centro y al menos darles el consuelo de que esta vez la impunidad no hará de las suyas. Lo merece Ciudad Juárez, sin duda.
juljard@yahoo.com.mx

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