jueves, 8 de abril de 2010

Renovar el compromiso con la liberación de las mujeres

HTML clipboard
Presentación de un manifiesto para el feminismo del siglo XXI en el Día Internacional de la Mujer
Lindsey German y Nina Power 6 Abril 2010
The Guardian



Traducido para Rebelión por Ricardo García Pérez

 
El Día Internacional de la Mujer de 1975, la publicación feminista Spare Rib informó de lo siguiente para conmemorar la fecha: «4.000 mujeres se manifiestan por el East End londinense». Fotografía: Red Women’s Workshop [Taller de Rojas]

Hoy se cumplen 100 años de la primera celebración del Día Internacional de la Mujer. Su objetivo, consensuado inicialmente en un congreso de mujeres socialistas celebrado en Copenhague en 1910, era defender los derechos de las mujeres trabajadoras. En la actualidad, la vida de las mujeres ha cambiado hasta el extremo de quedar irreconocible si la comparamos con la de sus abuelas y bisabuelas. Pero los cambios producidos en la vida laboral y personal han quedado distorsionados por las necesidades del mercado y dejan mucho que desear en relación con la liberación de las mujeres.

La experiencia del trabajo ha sido un reto estimulante y fortalecedor para unas cuantas, pero para la mayoría de las mujeres, las que trabajan en los talleres, oficinas, centros de atención telefónica y fábricas de la Gran Bretaña del siglo XXI, se ha traducido más bien en jornadas laborales interminables, presión constante y aumento de las tentativas de exprimirlas para aumentar la productividad y los beneficios empresariales a su costa. El incremento del número de mujeres trabajadoras (en la actualidad, más de 12 millones en el Reino Unido) proviene de madres que trabajan. Pero no se ha producido un cambio similar en el modo de organización de la familia y el cuidado de los niños.

Así pues, a la vez que las madres trabajan fuera de casa, a menudo a tiempo completo, se suele esperar de ellas además que arrimen el hombro en las tareas domésticas de comprar, alimentar y atender a sus hijos. Y todo esto se añade a los largos desplazamientos que, en ocasiones, deben realizar para acudir a trabajar y a las exigencias de cambios de turno que soportan muchas de ellas. Mientras que la vieja dicotomía sexista de la década de 1950 consistía en que las mujeres o bien eran guapas, o bien tenían cerebro, ahora se espera que tengamos ambas cosas, además de habilidades de cocina equivalentes, al menos, a las del programa gastronómico de televisión de Channel 4 Come Dine With Me, y que estemos pendientes de todo para garantizar que los niños se comportan adecuadamente en todo momento.

De las mujeres se espera que hagan malabarismos con todos los aspectos de su vida, y a las mujeres se culpa personalmente de cualquier fracaso en su vida laboral o familiar. Las únicas personas que pueden empezar a lograr éxitos en ambas facetas son las que pueden permitirse pagar a otras personas (por lo general, mujeres) para que desempeñen parte o la totalidad de estas tareas. De modo que hay todo un ejército de mujeres trabajadoras que cocinan, limpian, cuidan niños, lavan y planchan, trabajan en supermercados, sirven en restaurantes y prestan servicios personales, todo para facilitar la vida de aquellas otras que «lo tienen todo». Con frecuencia, descuidan a sus propias familias para hacerlo

La forma de retratar la vida laboral de las mujeres lo refleja. Se habla mucho de barreras invisibles para el ascenso profesional, pero muy poco de esas mujeres que se tambalean en el punto de partida, que se esfuerzan por trabajar y mantener a su familia con salarios de miseria. Las experiencias vitales de las mujeres (y los hombres) son radicalmente distintas, pues entre la clase trabajadora sólo una minoría muy reducida comparte los beneficios obtenidos por hombres y mujeres.

Junto con el trabajo, se ha incrementado la sexualización de la sociedad; la opinión de la clase media respetable la percibe ahora con espanto, pero la publicidad, los medios de comunicación y el mero afán de lucro la fomenta, ya que la pornografía y los clubes de diferentes modalidades de prostitución representan un gran negocio. La otra cara de esta sexualización es el sostenimiento de una tasa muy elevada de violaciones, violencia doméstica y abusos sexuales. Todavía estamos muy lejos de que las mujeres sean dueñas de su vida y su sexualidad.

Este Día Internacional de la Mujer deberíamos renovar el compromiso con la liberación de la mujer, que guarda relación con un movimiento más general en favor de la emancipación del ser humano y de que las personas trabajadoras controlen la riqueza que producen. Esa es la razón por la que mujeres y hombres tienen que luchar por la liberación. No venceremos sin lucha, porque hay muchos intereses creados que desean frenarnos. Pero cada vez hay más personas que empiezan a vincular la campaña contra el cambio climático, la guerra y la desigualdad con la lucha de la liberación de las mujeres. Esa es la razón por la que hacemos público un manifiesto para que el feminismo del siglo XXI se empiece a organizar para alcanzar la igualdad real.

 

Fuente:

http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2010/mar/08/international-womens-day-manifesto

No hay comentarios:

Publicar un comentario