martes, 26 de enero de 2010

Alianzas: legitimidad y eficacia

Alianzas: legitimidad y eficacia
Víctor Reynoso El Universal 25 de enero de 2010

Para al menos cuatro estados en los que habrá elección de gobernador este año (Durango, Hidalgo, Oaxaca y Puebla) se ha hablado de alianzas entre partidos distintos al PRI, el PAN y el PRD principalmente. No queda claro qué tan legítimas y eficaces serían estas alianzas. El objetivo, único, parece ser “sacar al PRI del poder”. Y es en ese objetivo donde la duda cabe: ¿justifica y legitima una alianza entre panistas y perredistas? Esas alianzas, ¿serían eficaces, es decir, lograrían su objetivo?
Podemos contrastar lo propuesto hoy con lo que se hizo hace 10 años: unir a la entonces oposición para “sacar al PRI de Los Pinos”. Entonces la unión no era tanto contra un partido, sino contra un sistema. Sistema que consistía en la hegemonía priísta en todo el país, que había funcionado, con cambios importantes, durante 70 años (aunque desde 1989 había cedido espacios a otros partidos).
Cambiar un sistema arcaico justificaba la alianza. La novedad de la elección del 2000 no fue la alternancia, sino la inauguración de una nueva vía de acceso al poder, de una nueva institucionalidad: antes, en toda la historia del país, el poder se tenía ya previamente a la elección. Ésta sólo sancionaba al individuo o partido que ya lo detentaba. En el 2000 por primera vez las elecciones mexicanas sirvieron para decidir quién sería el presidente.
Pero no es el caso de las elecciones locales de este año. Aunque los cuatro estados han sido gobernados siempre por el PRI a nivel de gobernador, han tenido gobiernos de distintos partidos en importantes municipios. Y no han mostrado ser distintos a los priístas. No justifican una alianza contra PRI para sacarlo de la gubernatura.
Además de esta cuestión de la justificación o legitimidad política de las alianzas propuestas está la cuestión de la eficacia. ¿Lograrían atraer el voto de los ciudadanos? La respuesta puede variar en cada estado. Pero en general se ve difícil. PAN y PRD están en los extremos de nuestro espectro partidario. Se ha hablado ya mucho del “presidente legítimo” perredista. Poco de que este partido trató, mediante la fuerza, de impedir que el presidente electo cumpliera con su obligación constitucional de presentar su protesta en la Cámara de Diputados el 1 de diciembre de 2006. En sí mismo el hecho es grave. Y habla de valores y actitudes políticas (más que ideológicas) contrapuestas. Una alianza PAN y PRD seguramente molestaría al voto duro de ambos partidos y, más que sumar, restaría.
Sólo habría una alianza legítima y eficaz si hubiera un claro enemigo común. Y parece que el único de los cuatro estados mencionados que puede cumplir el requisito es Oaxaca. En el caso de que la opinión pública ubicara al actual gobernador y a su partido como un mal tan grande que justifica una alianza heterodoxa (entre el PAN, el PRD y otros partidos).
El PRI, a diferencia del siglo pasado, hoy ya no es un sistema, sino un partido más. Con sus virtudes y sus defectos, como cualquier otro. Se ve difícil que, en cualquier estado, pueda formarse una mayoría de votantes que justifiquen una alianza antipriísta. Será mejor que candidatos y partidos presenten una agenda más sustantiva, más legítima, para que los electores disciernan su voto.
victorm.reynoso@udlap.mx
Profesor investigador de la Universidad de las Américas Puebla

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