martes, 26 de enero de 2010

Los perjuicios del TLC

Los perjuicios del TLC
Sandra Cervantes y Beatriz Montes El Universal 25 de enero de 2010

México ingresó al mercado mundial por su integración al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) y, años después, con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). A pesar de que la finalidad era estimular el aparato productivo para lograr un aumento del ingreso real y de la demanda efectiva mediante la reducción de aranceles y otras barreras, esto no se logró de forma efectiva. El TLC ha pretendido desde sus inicios regir el comercio exterior vía instrumentos de política comercial que permitan la cuantificación objetiva del valor de la producción.
Debido a la reglamentación que imponía el GATT, a partir de 1986 México redujo los aranceles a la importación de agropecuarios, en especial, del maíz. Esto tuvo como efecto el aumento de la importación de granos forrajeros y oleaginosas, lo que incrementó el déficit agropecuario. Actualmente, los países centrales son los que controlan las importaciones y exportaciones de las periferias. Para proteger su sector agropecuario, sin dejar de beneficiarse con la apertura comercial, estas potencias utilizan prevenciones fitosanitarias difíciles de contemplar en los acuerdos comerciales internacionales.
Dada la importancia que el maíz tiene en México, se han generado regulaciones. Por ejemplo, se han planteado reformas agrarias que, a pesar de ser prometedoras para el manejo y uso del recurso de la tierra en la producción de maíz, no han sido exitosas en incrementar los rendimientos de este cultivo.
La baja producción de maíz está relacionada directamente con el tipo de políticas que hay en el país: abandono al campo, falta de inversiones suficientes y equiparables a las que se otorgan en otros países, ausencia de tecnología y compra importación de cerca del 80% del maíz que consumimos.
Aunado a ello, la generación de biocombustibles como fuentes alternas de energía continuarán manteniendo el nivel de dependencia hacia Estados Unidos. Esto afectará más al sector y en especial a la producción de maíz, puesto que Estados Unidos ahora también inducirá a los agricultores mexicanos a producir maíz y otros cultivos, pero no como una fuente de alimento sino como una fuente utilizable para la generación de biocombustibles.
El uso de energía alterna para enfrentar la crisis de energéticos debe hacerse sin impactar negativamente al ambiente, ni poner en riesgo la capacidad alimentaría de México. El uso de biocombustibles, a pesar de ser una energía renovable, tiene impactos ambientales que lo hacen no ser considerado por muchos expertos como una energía no contaminante. En muchos países se están destruyendo espacios naturales como selvas y bosques para crear plantaciones para biocombustibles; en realidad es más necesario, ambientalmente hablando, una proporción de selva consumidora de gases de invernadero, que una plantación para crear combustibles ecológicos.
La venta de maíz a Estados Unidos para biocombustibles ha provocado que el precio de la tortilla de maíz se duplique o triplique. Sea cual sea el camino a elegir, México no puede correr riesgos de escasez de alimentos, ya que la producción de maíz constituye un problema de seguridad nacional por lo que habrá que dinamizar los recursos humanos, técnicos, financieros y de infraestructura para generar un entorno propicio para el desarrollo de este grano fundamental.
Alumnas de Economía en la UAM Azcapotzalco

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