domingo, 21 de marzo de 2010

El “narconacionalismo”

Gustavo de la Rosa Hickerson El Universal 20 Marzo 2010

El desgaste del poder gubernamental ha sido tan profundo que se tiene que aceptar por quienes administran el Estado la intervención de fuerzas policiacas externas en un caso tan extremo como el de la descomposición social de Ciudad Juárez.
A mi parecer, cuando el presidente Felipe Calderón señala que Estados Unidos deben hacer su parte en esta lucha contra las bandas del narcotráfico, no se refiere a los viejos conceptos de reducción del consumo de drogas o al control de armas, sino que hay un subliminal grito de auxilio que no es difícil leer entre líneas.
El problema es que no sólo los estadounidenses saben leerlo, sino que también lo hacen los cárteles que han puesto en este predicamento a la sociedad mexicana. De ahí viene su furibunda respuesta hacia Estados Unidos y sus funcionarios.
Unos diez días antes del homicidio de las personas cercanas al consulado, los cárteles en combate empezaron a circular mensajes donde pretenden dar un contenido “nacionalista” a sus acciones denunciando a Genaro García Luna como títere de los estadounidenses.
Obviamente que los cárteles temen a la presencia americana en los operativos anticrimen en la frontera y le han enviado un mensaje escrito con sangre al gobierno de Obama: “Intervenir en esta guerra implica sufrir bajas, por lo que entre más actores estén en el campo de batalla más complicaciones habrá”.
Por eso es crítico que nuestros políticos busquen la precisión en sus palabras. Estos no son momentos de discursos fáciles, ni de frases rotundas, basta de poses electoreras. Es un trozo de la patria lo que está en juego.
Hay que tener cuidado con lo que se dice y lo que se pide. Un irreflexivo llamado a mexicanos al apoyo de las fuerzas externas puede sentar un precedente grave para el futuro de México.
Para alcanzar algún grado de apoyo externo se requiere, primero, que los cuerpos de seguridad mexicanos se coordinen para tener un solo mando, un solo jefe y hasta la fecha en dos años no lo han logrado.
Las cosas en Juárez verdaderamente se han complicando al extremo, y combatir la pobreza extrema si bien es un buen propósito de largo plazo, no ayuda en lo inmediato. La cantidad de violentos que habitan esta ciudad es enorme y pareciera que algunos de los policías despedidos por poca confianza se ocupan en organizar a la delincuencia. En estas circunstancias los políticos debieran valorar las posibilidades de moderar sus ansias electoreras.
Cuántas veces hemos dicho que la estrategia del operativo estaba equivocada; que la causa de la guerra era infundada para tal desempeño; que no bastaba con despedir policías para limpiar la corrupción.
Ahora aparece un enemigo renovado, un enemigo ideologizante que puede dar una causa de mayor impacto a los jóvenes sin futuro. Y la verdad, los violentos cada día son más audaces y tensan más la cuerda.
En momentos así es cuando sólo el respeto a la ley y a la Constitución por parte de las autoridades puede fortalecernos.
Hay una estrategia de combate al crimen que no se ha intentado: la de actuar desde el pleno respeto a los derechos humanos y reconstruir toda la estrategia con apego estricto a los tratados de cooperación internacional, con plena transparencia. Eso falta. Eso no se ha hecho.
Visitador para Atención a Víctimas de la CEDH

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