domingo, 21 de marzo de 2010

Neoliberalismo y educación superior

Impacto negativo
Por Freddy Espadas Sosa (*) Diario de Yucatan 20 Marzo 2010

Lo que México necesita son más fondos para la educación superior, ciencia, tecnología y cultura, no más recortes al presupuesto —Doctor José Narro Robles, rector de la UNAM A lo largo de su fecunda historia, la UNAM se ha convertido en centro de referencia obligatoria de toda la sociedad debido al papel fundamental que cumple en la preparación de los cuadros profesionales que demanda el país, la generación de una gran proporción del conocimiento tecnocientífico y la difusión y recreación de la cultura. También constituye un espacio en el que se ha gestado y se sigue gestando la conciencia crítica de la nación mexicana La consideración anterior viene al caso con motivo de los graves señalamientos hechos hace unos días por el doctor José Narro Robles, rector de esa máxima casa de estudios, al dictar una conferencia magistral en el estado de Hidalgo.

Al abordar la severa crisis de cobertura y calidad que afecta a la educación superior, el doctor Narro Robles estima como algo inaceptable que 7.5 millones de jóvenes —los llamados “ninis”— carezcan de las posibilidades para insertarse productivamente en el desarrollo de México, fenómeno al que cabe añadir la persistencia de más de 6 millones de analfabetas y la existencia de 50.6 millones de mexicanos en condiciones de pobreza (La Jornada, 17 de marzo).

El funcionario señaló que la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior ha propuesto al gobierno federal aumentar la cobertura de la enseñanza superior para atender a por lo menos un 50% de los jóvenes de entre 19 y 23 años que hoy no tienen la oportunidad de recibir este nivel de instrucción.

Finalmente, refirió que el gobierno se dejó llevar por políticas inmediatistas dictadas por las coyunturas electorales, negándose a otorgar los incrementos presupuestales que se requieren para atender dicho compromiso social. La sentencia es contundente: “La lección de la crisis es que debemos flexibilizar el debate doctrinario y romper los dogmas. Más allá de quienes afirmaban que la mano invisible del mercado resolvería todo, o casi todo, la sociedad requiere la mano visible del Estado”.

El cuadro descrito por el rector de la UNAM ilustra de manera plausible el impacto severo que han tenido las políticas neoliberales en el desarrollo social en general y en el desarrollo de la educación superior en particular.

El neoliberalismo dominante a escala planetaria, por definición, pontifica al máximo el supuesto papel racionalizador de las leyes del mercado; plantea darle manga ancha al libre accionar de éstas y se orienta por constreñir las responsabilidades históricas y sociales del Estado en rubros como la educación y la salud. El saldo de estas políticas es la contención de la cobertura de los servicios que se brindan en dichos rubros, el afianzamiento de las tendencias privatizadoras y la consiguiente exclusión social de millones de personas.

Así, no es casual que en los últimos 20 años se viva un auténtico “boom” de las escuelas privadas (de todo tipo y calidades), en tanto se contiene intencionalmente el crecimiento de los servicios educativos a cargo del Estado.

Las políticas neoliberales que afectan a la educación se expresan en el rescate bancario orquestado por Salinas, Zedillo y el PAN, el cual representa una sangría cercana a los 50,000 millones de pesos anuales en el presupuesto federal, así como en la crisis que sufre el sistema tributario mexicano debido al paraíso fiscal del que disfruta la oligarquía económica a la que sirven los gobernantes en turno.

En Yucatán también ha sido palpable el impacto de estas políticas restrictivas. A pesar de que en el Plan Estatal de Desarrollo se asume el compromiso de brindar mayor cobertura en los servicios de educación superior, en los hechos apreciamos que miles de jóvenes demandantes son excluidos año tras año de las instituciones públicas no precisamente por un mal desempeño en los odiados, privatizados y costosos exámenes de selección, sino por la falta de espacios para estudiar.

Pongamos el caso de la UADY, cuya expansión ha sido mínima en los últimos años. Fuera del campus de Tizimín, abierto hace 10 años, las regiones oriente, sur y centro del estado aún esperan con paciencia milenaria la llegada de los servicios de esta importante institución.

En conclusión, los atinados señalamientos del rector de la UNAM deben mover a la reflexión sobre el estado que guarda la educación superior en Yucatán. Es necesario reorientar las políticas públicas y exigir un reordenamiento del gasto público para fortalecer este nivel educativo. Resulta inaceptable seguir derrochando millones de pesos en la promoción mediática de los gobernantes, mientras miles de jóvenes no pueden realizar su sueño de estudiar una carrera y lograr su inserción relevante en el desarrollo de la entidad.— Mérida, Yucatán.

canek_1999@yahoo.com.mx ————— *) Profesor. Ex director de la Universidad Pedagógica Nacional

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